Partido

10/4/2008|1032

1990 | Cuando Ripoll apoyó la intervención de Sanidad por la burocracia

En 1990, la burocracia de West Ocampo, con el respaldo del entonces ministro y siempre burócrata Jorge Triacca, intervino Atsa Capital. La seccional, la más importante del gremio, había sido recuperada en 1985 por un frente que integraban, entre otros, el MAS (antecesor del MST).

La intervención llegó luego de que la dirección integrada por el MAS se esforzara sistemáticamente por desmovilizar al gremio. En cinco años jamás se convocó a una asamblea general y sólo realizó un paro de dos horas. Por esta vía, el MAS y sus aliados pretendían preservar los cargos sindicales a expensas de las reivindicaciones de los trabajadores, de la lucha contra los despidos y de un programa de clase.

El intento de preservar los cargos alcanzó el bochorno luego de la intervención del sindicato. Mientras, de palabra, llamaba a la "resistencia", la dirección intervenida no tomó ninguna medida práctica de lucha en defensa del sindicato recuperado. Según explicaba Carlos López, dirigente de sanidad del PC (que también integraba el frente) "el PC y el MAS, junto con la agrupación de Carolina Lister acordaron aceptar la intervención, proponiéndole al juez que el interventor ‘fuera una figura formal’ y ‘veedor’ en las próximas elecciones (…) Lo que se terminó negociando fueron siete puntos entre los que se solicitaba acordar que ingresaran como asesores (del interventor) un 50% del sector de la burocracia de West Ocampo y el resto elegidos por los delegados del Congreso" (Propuesta, 2/11/90). Como se ve, un calco de lo que Ripoll trató de hacer con el Casino, en un bufete del abogado de Porretti.
Para decirlo claramente, la directiva de Atsa Buenos Aires "se confabuló con el juez y ofreció gente para colaborar con los usurpadores de West Ocampo y Triacca. De este modo, mientras proclamaba la ‘resistencia’ física a la intervención, la directiva de Atsa preparaba un acuerdo espurio con ella" (Prensa Obrera, 7/11/90).

Nunca el MAS tuvo la pretensión de luchar contra la intervención de Atsa; su única estrategia era la confluencia con los interventores. Esto quedó en claro cuando la policía lanzó un ultimátum para que la directiva desalojara la sede sindical para entregársela al interventor. El MAS rechazó el planteo de un sector de activistas de resistir hasta que llegaran los compañeros del gremio. Sus dirigentes exigieron, por el contrario, que se desalojara inmediatamente el edificio con el argumento de "si nos detienen y nos procesan no podremos presentarnos en las elecciones"… (citado en Prensa Obrera, 7/11/90).

Así, bochornosamente, terminó entregando el MAS esa gran conquista del movimiento sindical antiburocrático que fue la recuperación de Atsa. Lo del Casino no cayó del cielo.