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6/3/2008|1028

27 DE FEBRERO | El aniversario del Caracazo

Este 27 de febrero, aniversario del gran levantamiento popular del Caracazo, se ha caracterizado por la dispersión del movimiento obrero y popular.

En la ciudad de Caracas hubo un sinnúmero de actividades de calle. En Plaza Bolívar, La Campiña, 23 de Enero, Nunciatura Apostólica, Globovisión, marcha hasta la Plaza Caracas; algunas apoyadas por el gobierno, otras no. Hasta hubo una, publicitada extensivamente por los medios golpistas, de los estudiantes escuálidos, que reivindican una pseudoautonomía.

Ese mismo día fueron liberados los secuestrados de las FARC, al mismo tiempo que están en curso acciones de los trabajadores de Sidor, Loma de Níquel y Pastas Allegri. Estas acciones son una demostración palpable de un nuevo ascenso del movimiento de masas por sus derechos y reivindicaciones ante una inflación galopante, el desmesurado acaparamiento y escasez de los productos de primera necesidad, la inseguridad, la falta de vivienda, la arremetida imperialista con los pulpos petroleros como mampara, la impunidad de los medios de comunicación y de la derecha, el burocratismo del poder de los cogollos del PSUV, y la cada vez mayor regimentación del accionar de los trabajadores desde el Ministerio del Trabajo. Esto es, la lucha de clases está hoy más viva que nunca.

Desde el gobierno sólo se avalaron las marchas oficialistas (La Campiña y el tema de los rehenes); desde la derecha, la relativa a defender sus intereses (Globovisión y sus "estudiantes"). Las claras manifestaciones de independencia y autonomía obrera fueron, o rechazadas y vilipendiadas (Mario Silva en La Hojilla, Chávez despotricando contra Lina Ron, Carlos Lander y Tascón, y contra el contrato colectivo de Sidor), o sencillamente ignoradas (los allanamientos masivos del 23 de enero, la marcha de la Asamblea de Organizaciones Populares hasta la Plaza Caracas). ¡Qué extraña coincidencia! La crisis política del gobierno de Chávez presenta cada vez más notorios agujeros que le son también cada vez más difíciles de taponar.

Chávez ahora exige disciplina como si se tratase de un vector unidireccional en magnitud y dirección. No deja de ser una manifestación más de su papel de ubicarse por encima de la lucha de clases y arbitrar entre ellas. Chávez exige disciplina de arriba hacia abajo; sin embargo, el pueblo, los trabajadores y oprimidos, no ven que la misma disciplina se aplique de abajo hacia arriba. Para los trabajadores explotados no hay posibilidad alguna de disciplinar al Ministerio del Trabajo para que haga valer los derechos que por ley les corresponden. La discusión del contrato colectivo en Sidor es una demostración de esta unidireccionalidad de arriba. Igual ocurre en peores condiciones en Minera Loma de Níquel o con los trabajadores de Pastas Allegri.

No hay disciplina en Chávez para enfrentar a los acaparadores y especuladores de los alimentos y bienes de primera necesidad. Cuando ante la arremetida inclemente de la inflación descontrolada y sus salarios se reducen, el pueblo no está viendo disciplina para controlarla o medidas que refuercen su poder adquisitivo con aumentos generales de sueldos y salarios o con el establecimiento de la escala móvil. Cuando el pueblo observa que la disciplina no se impone para sacar del poder a los corruptos y ladrones que en el conviven con la venia de alcaldes, gobernadores y ministros.

Ante la intención de dividir para vencer, el pueblo y sus trabajadores no podemos quedarnos de brazos cruzados. La opción es la unidad de clase independiente y autónoma frente a la de la burguesía que aúpa el burocratismo, los privilegios de los "socialistas rojo rojitos" y la corrupción aparejada a ella. Las demostraciones autónomas e independientes que se dieron en el aniversario del Caracazo nos hacen ver con optimismo que las mayorías explotadas y oprimidas están enarbolando las consignas coreadas por los marchistas que salimos desde la Plaza Venezuela a Plaza Caracas, aún sin contar con los permisos correspondientes de la alcaldía: "No queremos ser gobernados, queremos gobernar", y "Lucha, lucha, lucha, no dejemos de luchar, por un gobierno obrero, campesino y popular".

Robert Yepes (desde Caracas)