En la noche del lunes 1º de noviembre, una histórica militante del PO, Aída Zanetti, con 90 años, se fue para siempre.

Ya grande y luego de enviudar, junto a otros compañeros de La Plata fue armando al partido desde sus inicios, en las condiciones políticas más adversas.

En reuniones familiares solía comentar sus historias de militancia:

“En épocas de dictadura fui por primera vez a un acto del Partido en Unione e Benevolenza, un viejo club, nos revisaron a todos y entramos. Mi hijo me dijo: ‘mamá, ahora vas a escuchar a un gran hombre’. Al rato escuché a Jorge y me conmovió mucho, a la salida me afilié en la mesita”.

Entre sus anécdotas, siempre estaba presente su batalla como madre para que sus hijos (militantes del PO) no hicieran la colimba; por uno de ellos, encaró a un jefe del ejército para que no se lo lleven al sur y al otro le hizo una comida fuertísima la noche anterior para que los exámenes médicos le salgan mal. En ambos casos, triunfó.

Ella era un ejemplo por su inquebrantable pensamiento y convicción, a pesar de que en sus últimos años su cuerpo le impidió la militancia, defendía el partido a muerte.

Abuela, no queda más por decir, vas a ser mi fuerza y tenacidad; de vos aprendí que uno tiene que vivir como piensa y no pensar como vive.

Hasta la victoria siempre.