Partido

19/11/2009|1109

Ana Silvia

Si Ana amaba la poesía, la poesía la amaba a ella, porque ese es el “destino” de esta unión inevitable entre poesía y revolución, ya que están hechas de la misma fuerza vital: la persecución irrenunciable de la libertad. Porque la recuerdo con toda simpatía, le envío humildemente este poema, que bien puede estar dedicado íntegramente a su memoria de revolucionaria inclaudicable. TURBIÓN (DE NUESTRA PRÓXIMA REVOLUCIÓN) Corazón, indómate. Turbión – humareda de sangre. Que el amor no amaine al despuntar la victoria. Encierro, ábrete. Ciclón – tromba de cuatro mares. Que la vida se libre apasionada cantante. (1988)

Alberto a. Arias

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Querido Rafel Santos y amigos del PO: Estoy profundamente conmovido por la noticia del fallecimiento de Silvia (Ana). La ví el 1ro. de Mayo en la Plaza, ya muy enferma y quedamos en volver a encontrarnos. Lamentablemente un problema personal muy serio me impidió hacerlo, y ahora lo lamento muchísimo. Tal vez para no cargarme de una nueva angustia algunos compañeros no quisieron informarme del fallecimiento. La conocí a Silvia (Ana), en 1970/71, en Ciencias Exactas durante las luchas contra la penetración de IBM en la facultad, y en particular en la carrera de Computación Científica. Esa lucha duró todo un cuatrimestre y terminó con un gran triunfo, alejando de las cátedras a los Profesores/Funcionarios. Ella ya integraba la TERS, junto a Marcilon, Pablito, Lazaro; quienes participaron activamente en esa lucha. También estaban Gogo y Chelo, aún cuando no directamente en ese conflicto. Recuerdo el caso único, sin antecedentes, del ataque de la caballería a nuestra movilización en la Ciudad Universitaria, luego de finalizada una toma. Plena noche en la boca de lobo de Nuñez. En esa época (Dictadura de Lanusse), nos movilizamos también con la Facu, viniendo desde Nuñez para gritar en el centro de la Ciudad, “ni palos ni picana, queremos a Viviana”, por una compañera secuestrada clandestinamente por la policía, quién finalmente apareció, tal vez gracias a la ayuda de esa movilización. En el Año 82, la encontré junto a mi Sra. en el Hospital Francés, ambas embarazadas. Lo retengo como un hermoso recuerdo. Siempre abnegada, lúcida, penetrante. Para nuestro grupo, reivindicado como “independiente anti partido” que de hecho “dirigíamos” aquella movilización de Exactas, demasiado sectaria. Que quedó de aquellos independientes? Algunos nos orientamos finalmente a otros espacios revolucionarios, que nos parecían más apropiados. La gran mayoría aprovechó la ola peronista, para acortar camino. Otros siguieron siendo “independientes”. Silvia (Ana), en cambio, continuó su camino, inclaudicable, consecuente. Creo sinceramente que se fue, sin haber visto concretado definitivamente su esfuerzo; pero sí seguramente se ha ido con la satisfacción de ver a su Partido sin virajes, en un lugar preponderante entre las organizaciones de izquierda. Les envío a todos un fuerte abrazo.

HECTOR MELCER

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Poco que agregar a las palabras de su cro. a quien vi sentado escribirlas con lagrimas en sus ojos, a breves instantes de cerrarlos con un beso. Consecuencia en ambos, en el pensar, decir y el hacer que habilitço haber constituido una ejemplar grupo familiar. Decian que eramos como sombras, pues no podiamos estar separadas. Desde niñas compartiamos la rebeldia ante las instituciones, algunas veces me acompaño a misa (donde yo tenia que ir obligada), así como yo compartí con ella las palabras de algun rabino, cagándonos de risa ante sacerdotes y rabinos, las jerarquías eclesiásticas ya desde muy pequeñas, nos causaban repudio. Años más tarde, compartiendo cursos del Partido pudimos racionalizar ese sentimiento innnato,confirmando que nuestra intuición juvenil no nos había fallado. Fue por mi querida Silvia que me acerqué a la TERS y en el año 1975, ingresé a la fábrica en la cual ella trabajaba como operaria, y juntas luchamos en la huelga, donde hostigadas por las AAA y la burocracia sindical de Micó, fuimos despedidas y ya en marzo de 1976, pasamos a la clandestinidad. Durante esos duros años, no pudimos vernos mucho, yo militaba en zona norte con Familiares de Desaparecidos, con nuestra amada Cata Guagnini y Silvia en zona sur. Esto no impidió, que cuando secuestraran y asesinaran a quien fuera su primer compañero, nuestro Marcelo Arias, el 6 de marzo de 1978, me contactara para que cuidara a su bien más preciado: en ese momento Pablo no llegaba a los 2 años, fueron pocos dias y después durante un largo tiempo no pudimos vernos. Nos unía a la distancia la lucha por una sociedad diferente, la lucha por la justicia, la lucha revolucionaria. No sé quién dijo que hay gente necesaria y hay otra que es imprescindible, Silvia era imprescindible para la construcción del Partido. Estaba en los pequeños detalles, que a larga se constituyen el sedimento de los más grandes. Su generosidad era infinita, no sabía de mezquindades ni de traiciones, por eso a algunos cros. tal vez le resultara obscecada e intransigente. Pero todo ello se compensaba con una entrega absoluta que sólo su enfermedad pudo acallar. Se fue, rodeada del afecto de sus compañeros y amigos, de su familia. Nunca la dejamos sola. En realidad me equivoqué, no se fue, está conmigo y con todos los que la amamos y conocimos. Y vive y vivirá en cada lucha que encabezan los trabajadores, los estudiantes, los oprimidos contra la burocracia, la burguesía y el imperialismo. ¡Hasta la victoria ! y a seguir su ejemplo, los ideales a veces tardan mucho en cumplirse, algunas veces no se cumplen, pero sin duda, iluminan el camino de la vida, como Silvia.

Marisa

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He llorado y estoy angustiado por el fallecimiento de Ana,tan querida y respetada, tan autenticamente luchadora. Milité con ella en el local de la calle Sarandí, en telefónicos, local únicamente de agrupaciones gremiales, luego nos trasladamos a Once, me refiero a los años 1989 y ’90 en adelante. Así pude valorarla y construir el afecto, la amistad. Somos finitos es verdad siempre elevamos nuestro rechazo ante lo injusto y hoy mi protesta ante su muerte. Rafael me arroja una sucinta crónica de su vida y está la acción, la coherencia de un revolucionario, sobre todo de un revolucionario mortal. /Ana, Ana trabajadora, madre, amiga, compañera/que poca cosa son mis lágrimas, mi angustia/ mi mochila cargada del setenta/ si no te volveré a ver, a escuchar tu voz/ a mirarte y expresarte mi cariño, compañera.

Miguel Angel Aguirre

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No soy militante del PO. Conocí a Ana hacia el año 1994, después de saldar mi militancia de años en el morenismo, reconociendo en el PO la corriente que saldaba esa crisis militante, con sus posiciones y su lucha. En varios momentos históricos en que me acerqué a actuar junto al PO, en todos ellos volví a verla, como siempre en el mismo compromiso y pasión. La compañera Ana deja una “estela” tras de su intervención y sus acciones, aquellas que, sé bien, se roconocen en pocos de cuantos hacen su vida con un único objetivo político por sentido, aquellas que arrastran a cuantos rozan mientras vence cada día las dificultades (aún de salud)… mientras nos muestra un camino en la acción… como revolucionaria proletaria, el escalón más alto de la especie humana!!! Gracias Ana…

Daniel

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Rafa: me has conmovido con tu semblanza de la querida Ana. El tiempo y las circunstancias han hecho que desde hace unos años resida en España, pero al leer la nota y ver la foto, inmediatamente me volvieron los recuerdos. Comencé a militar en el Partido en el invierno del lejano ’83. Las reuniones de círculo las tenía un par de horas antes del que integraba Ana, en el local de Corrientes y Riobamba. Recuerdo también las discusiones y las actividades compartidas, una verdadera escuela de militancia para un pendejo como yo lo era en esa época. Luego retorné a MdP, pero en cada actividad a la que concurrí en Capital, los volví a ver, siempre leales, amistosos y frontales. Como debe ser. Te mando un abrazo emocionado a la distancia.

Rodrigo, de Mar del Plata.