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14/12/2006|976

¿”Buenos Aires productiva”?

UNA CORTINA DE HUMO SOBRE LA ESPECULACIÓN INMOBILIARIA

La Legislatura porteña acaba de aprobar una reforma del Código de Planeamiento Urbano que permite la instalación de industrias en casi toda la ciudad. Los diputados macristas, kirchneristas y telermistas presentaron al proyecto como factor de “reindustrialización de la ciudad”, e incluso como un “freno al capital inmobiliario”.

“Industrialismo” vacío

El desmantelamiento industrial de la Capital, como resultado de las sucesivas bancarrotas de la burguesía nacional y de los subsidios y exenciones fiscales para que las industrias se trasladen al interior, ha dejado galpones y edificios ociosos que son ambicionados por una nueva onda de especulación inmobiliaria. La gran devaluación de 2002 llevó el suelo a precios irrisorios.

En estas condiciones, un plan de instalación de pequeñas industrias “generadoras de empleo” exigiría un drástica intervención estatal en el destino de los inmuebles ociosos y con relación a las tierras públicas —nacionales, de la Ciudad o terrenos ferroviarios. La reducción drástica del precio del suelo es una premisa de cualquier “Buenos Aires productiva”. Pero los Telerman, Macri o Kravetz están muy lejos de actuar en ese sentido: en la misma sesión donde pregonaron la “reindustrialización”, aprobaron otras reformas al Código de Planeamiento que permiten edificaciones de mayor altura en Palermo o Colegiales, y mantienen la usurpación privada del predio de Canal 9, en esa misma zona. O sea que impulsan el alza del precio del suelo urbano.

La sesión del jueves, por otra parte, ha servido como “precedente” contra la “intangibilidad” del Código de Planeamiento, en particular “la modificación en un tema muy sensible: la autorización para construir edificios de gran altura en barrios considerados de casas bajas” (Clarín, 8/12). Esta es la “salida” que Telerman y la Legislatura preparan para la crisis provocada con la suspensión transitoria de los permisos de construcción.

“Buenos Aires negrera”

Un conocido arquitecto se encargó de señalar cuál sería el único fin práctico de la norma votada: “regularizar la situación de la industria que queda viva en la ciudad, que no es la gran industria sino la pequeña, en muchos casos familiar, como sucede con las fábricas textiles” (Clarín, íd.). Se trataría, en definitiva, de un intento por “blanquear” a los talleres en negro, que podrían solicitar ahora su habilitación municipal. Pero en este “blanqueo”, Telerman y Enrique Rodríguez vienen fracasando rotundamente, desde el día en que, después del trágico incendio del Bajo Flores, prometieran una “regularización laboral en sesenta días”. Un funcionario del área de Trabajo renunció, meses atrás, luego de denunciar la premeditada “impotencia” del gobierno para terminar con la tercerización de las grandes marcas de ropa, echando mano de talleres truchos. Por lo visto, la única “Buenos Aires productiva” que le interesa a la burguesía nacional de Telerman, Macri y Kirchner es la del trabajo en negro, flexibilizado e insalubre.

Es indudable que la instalación de industrias no contaminantes, particularmente en la zona sur de la Capital, sería un formidable factor de arraigo de la población, ello en combinación con una política de urbanización de villas y asentamientos, con las obras y servicios públicos necesarios. La burguesía y sus partidos han fracasado en este cometido. La Legislatura está improvisando y maniobrando, de cara a la intervención popular y a los límites de un “desarrollo inmobiliario” que puede derrumbarse, en cualquier momento, como resultado de la sobreoferta y del bajo poder adquisitivo de la población.

En oposición a esta orientación social destructiva, el Partido Obrero plantea un plan urbano único bajo control de los trabajadores y asambleas vecinales. Sobre la base de la nacionalización del suelo y de la banca, planteamos desarrollar un plan de urbanización e industrialización del sur de la Capital bajo control obrero, con salarios en blanco y con un mínimo equivalente al costo de la canasta familiar, y condiciones de trabajo y medio ambiente controladas por los propios trabajadores.

Marcelo Ramal