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3/11/2005|923

Bush y Cheney quieren legalizar la tortura

Bush y Cheney pretenden que su país sea el segundo en el mundo que legaliza la tortura. El primero, se sabe, es el Estado de Israel. Por el momento, el Senado norteamericano ha rechazado ese pedido y el senador republicano John McCain, del mismo partido de Bush, ha introducido una enmienda que prohíbe cualquier tratamiento “cruel, inhumano o degradante” a los prisioneros. Bush ya anunció que vetará esa enmienda y el presupuesto militar aprobado por el Congreso, de 400.000 millones de dólares, por considerarlo insuficiente. Al mismo tiempo, los diarios yanquis informaban el asesinato de 21 prisioneros en Afganistán, que estaban custodiados por tropas de ocupación norteamericanas. La Unión Americana de Libertades Civiles (Aclu, su sigla en inglés) denunció que los asesinados son por lo menos 44.

Ahora Bush va más allá y ha ordenado a sus técnicos militares que preparen armamento nuclear de poder limitado para atacar “preventivamente” a cualquier país que él mismo considere peligroso para la seguridad de los Estados Unidos. Esa orden se da cuando el propio gobierno norteamericano habla de la posibilidad de agredir a Siria. Por su parte, Cheney, ante las críticas, planteó que el presidente autorizaría a la CIA a emplear la tortura “sólo” si semejante cosa forma parte de “operaciones contraterroristas ejecutadas en el extranjero”, nunca contra ciudadanos norteamericanos.

Cínico y mentiroso: todos vimos por televisión a la policía blanca de Nueva Orleans —donde después del huracán Katrina se ha instaurado una dictadura formal—, torturar a golpes a un anciano negro en plena calle y golpear a los periodistas que filmaban esa barbarie.

De todos modos, todos sabemos que con o sin autorización formal, la CIA tiene campos de detención clandestinos en medio mundo y que la tortura es en ellos cosa de todos los días, pero hasta hoy ésas fueron prácticas precisamente clandestinas, socialmente consideradas criminales.

No deja de ser una confesión completa que ahora se pretenda otorgarles “legalidad”. La dominación imperialista, aceleradamente, tiende a convertir al mundo en Abu Ghraib y en Guantánamo.

A. G.