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14/12/2006|976

Castells ‘desfila’ con los esclavistas del Bajo Flores

El 7 de diciembre, Castells organizó “La Matanza moda, arte y cultura popular”, en el centro comercial de Laferrère. En la avenida Luro, convertida en peatonal, se expusieron cuadros, collares, muñecos, ropa, objetos de cuero y cerámicas. Castells presentó el evento -un “desfile de arte y moda piquetero”– como una respuesta al Alvear Fashion & Arts, la muestra más exclusiva del país, que reúne a plásticos, galeristas y diseñadores ‘top’ y sus clientes. Cuando, este año, el Mijd había intentado montar una olla popular en el Fashion & Arts, y la policía los echó con un saldo de varios detenidos, Castells declaró que “este evento es elitista y antidemocrático. Se trata de un acto de ostentación y burla contra el hambre del pueblo”.

Pero el piquetero de Blumberg no es rencoroso. Así que invitó a compartir la organización de “su” desfile en La Matanza al curador de la muestra, el plástico Bony Bullrich, y a la experta Cristina Dompé. Ellos llevaron “a exponentes del circuito del arte porteño que reconocían jamás haberse imaginado que expondrían en las calles de Laferrère”. “Es una fiesta. Trajimos a gente de San Isidro de muchos apellidos que hicieron la patriada de venir hasta acá”, bromeaba Cristina con sus amigas (La Nación, 8/12).

El desfile piquetero usó la alfombra roja del Hotel Alvear que suele ir de la iglesia del Pilar hasta el Jockey Club en el Fashion & Arts, para mayor comodidad de los especuladores del negocio del arte. “Por primera vez la pisan los cansados pies de los trabajadores de Lafarrère”, se ufanó Castells. Bajo las banderas del Mijd y sobre esa alfombra desfilaron las modelos anoréxicas y las hambrientas. Las pibas del barrio, una de ellas “con el traje de 15 de una hermana, al que le había cosido círculos plateados de cajas de leche”, ‘desfilaron, junto con modelos de la agencia de Ricardo Piñeyro, habituadas a exhibir prendas de 1.500 dólares.

Entre las almas bellas se contaba también el famosísimo diseñador Martín Churba, socio de la cooperativa La Juanita, de Toti Flores, un piquetero que se jacta de que “hace cuatro años abandonó los piquetes y hace 2 que no va a una marcha” (La Nación, 18/11). Churba exporta a Japón y a Italia lo que fabrican las costureras de La Juanita. El taller produce 2.000 prendas por semana y, hace un año, las trabajadoras ganaban 400 pesos por mes (Clarín, 12/8/05). Un ejemplo de complementariedad productiva: Churba diseña su mansión de dos plantas en Recoleta y sus socias cosen en los ranchos de La Matanza.

La explicación que dio Castells a este repugnante canto a la humillación de clases es que también lucha “por el derecho a la cultura y el arte. Los pobres tienen derecho a ver cuadros y esculturas”. Sin dudas. Pero se le escapó que el arte y la cultura nada tienen que ver con el Fashion & Arts, una muestra que está ordenada por la lógica de la producción de mercancías, que genera miles de dólares y ahorra a los compradores otros tantos en impuestos. Castells no inventó nada: mucho antes que él la revista Play Boy lanzó al ‘estrellato’ a una de las dirigentes del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil, que naturalmente abandonó el movimiento piquetero. También Castells le dice a las chicas de La Matanza que puede haber un atajo a la perspectiva de la emancipación de los trabajadores por los trabajadores mismos.

El acceso a la cultura de las masas va en sentido contrario a la coyunda entre explotadores y explotados. El capitalismo ‘fahion’ vive, literalmente, de obreras textiles atadas a la máquina de coser y de jovencitas obligadas a destruir su cuerpo para mayor rédito de la industria de la moda. Este sistema tiene ya las características de una nueva división internacional del trabajo: en Milán se diseña la moda, en China y Bangladesh se confeccionan las vestimentas, en Palermo viejo se diseña, en el Bajo Flores se confecciona con el trabajo esclavo de los bolivianos.

 

Olga Cristóbal