Partido

24/8/2006|960

Construir el Partido de la clase obrera

Introducción al XVI Congreso

En su informe inaugural, el compañero Jorge Altamira recordó ante los casi 250 delegados de todo el país reunidos en nuestro XVI Congreso, que “construir el partido” siempre ha constituido el propósito estratégico del Partido Obrero. Pero, como se dijo en ese informe, la consigna adquiere una calidad distinta según la situación política en la cual es presentada al pueblo trabajador.


Siempre sostuvimos esa consigna, pero una cosa es el planteo de un pequeño equipo de cuadros políticos, otro cuando el desarrollo partidario se ha transformado radicalmente, incluso en los últimos cinco o diez años, un periodo relativamente corto.


Nuestro partido ha cumplido un papel político y socialista en la formación del movimiento piquetero y en todas las grandes luchas del periodo.


El Partido Obrero es parte de la situación política nacional. Ese hecho y las transformaciones en la situación histórica del país y al interior de las masas y de su vanguardia, transforma a nuestra consigna, dirigida a los obreros que luchan, de “construir el partido”, una dimensión y una perspectiva cualitativamente distintas.


Nuestras tareas


Así, el XVI Congreso debatió en profundidad nuestras tareas del momento. “Construir el partido” no significa una auto-construcción o un auto-referenciamiento, sino que es una determinación conciente en la lucha de clases. El Partido Obrero constituye un punto de referencia político para desarrollar la conciencia de la necesidad de un partido socialista de la clase obrera y para el desarrollo práctico de su construcción. Se plantea sacar al trabajo cotidiano de su estrechez economista y ponerlo al servicio de una orientación estratégica. Esa perspectiva exige que nuestros militantes se desarrollen cada vez como tribunos y agitadores políticos, y reclutar nuevos compañeros sobre la base de una íntima fusión con las luchas y de una lucha teórica. Dar un sentido estratégico a la lucha cotidiana del partido es la responsabilidad que sólo puede acometerse como un trabajo de conjunto del partido.


Cuando hablamos de teoría, claro está, nos referimos a problemas teóricos reales, no a la charlatanería. Cuando la camarilla gobernante oficial, para construir su propio aparato electoral, destruye todo el sistema de partidos, incluso de toda la izquierda democratizante y de sus ‘centrales’ sindicales, un partido de la clase obrera sólo puede desenvolverse sobre la base de una completa comprensión del conjunto de la situación histórica corriente. La misma necesidad de una comprensión de conjunto se establece cuando la propaganda oficial promete un progreso creciente y lineal en medio de guerras, perspectivas de nuevas derrumbes financieros y constantes crisis internacionales. Al provincialismo de la ‘intelectualidad’ kichnerista oponemos el desarrollo teórico y programático internacionalista de los luchadores populares organizados en un partido con conciencia de clase.


En contraste con todas estas exigencias, tenemos la política groseramente empírica de la izquierda democratizante, que sale, por ejemplo, a extorsionar con candidaturas decididas por nadie, alegando que el programa explícitamente debe ser relegado a un plano de cuarto orden. No es casual que actúe en función de maniobras y que sus enjuagues con políticos deshauaciados de los partidos patronales, o que redescubra una capacidad del nacionalismo de contenido patronal (en este caso el movimiento bolivariano)para realizar “un socialismo del siglo XXI”, o sea de espaldas a doscientos años de tradición teórica, de tradición de luchas, de victorias y de derrotas, de la clase obrera internacional.


De tal suerte, esa izquierda se muestra ante la población como las facciones burguesas que se matan en las vísperas por una candidatura.


Nuestra agenda de debate es muy distinta: por un lado, la necesidad de quebrar la regimentación que pretende imponer el nacionalismo burgués (sea kirchnerista, indigenista o chavista) a las organizaciones obreras y a la clase obrera en sus conjunto, luchando por la independencia política de la clase obrera, por un partido propio. De otro lado, estar a la altura de la tarea histórica que las guerras imperialistas crecientes imponen al conjunto de las masas, que es el derrocamiento de los gobiernos y estados capitalistas, que es la condición de la paz mundial.


Para construir un partido de acción y lucha de la clase obrera, en este momento histórico, abrimos un debate con todos los luchadores, para arribar a una comprensión y a una actividad comunes.


Trabajo parlamentario del Partido


La introducción a las labores del congreso planteó las conclusiones de la experiencia de nuestro trabajo parlamentario. Denunció la función integradora del parlamentismo al Estado burgués, porque plantea la solución de los problemas sociales de arriba hacia abajo y entre cuatro paredes, y opuso a esa condición reaccionaria la acción de los parlamentarios del Partido Obrero como agitadores y tribunos de la clase obrera, especialmente fuera del parlamento, o sea en dirección a un auditorio de masas y en contacto directo ellas. En este sentido se han orientado las acciones parlamentarias el Partido Obrero en Tucumán, Salta, Río Negro, donde nuestros legisladores y concejales juegan el papel de tribunos y de agitadores. El parlamentarismo revolucionario se convierte de este modo en un instrumento de agitación socialista hacia todas las clases descontentas con el sistema vigente y en una escuela de formación de agitadores políticos del partido y de la clase obrera.


La realización real y efectiva de un trabajo de agitación política socialista por parte de nuestros parlamentarios sólo es posible dentro de un plan de trabajo de partido.


El Comité Nacional que será electo en el Congreso, no puede limitarse a administrar la actividad del partido en los conflictos sociales y luchas sindicales a medida que se van produciendo en el día. Necesitan ser, indicó Altamira, ‘productores’ de actividad revolucionaria mediante la elaboración de la propaganda y de la agitación, mediante el impulso al reclutamiento político conciente de nuevos compañeros y a la organización sistemática, o sea con un método que vincule la organización a las condiciones variables de la situación histórica. De este modo, imprimiremos una orientación o dirección estratégica a la actividad y a la lucha cotidianas.