Bastó que Bush dijera no a los reclamos de K para aliviar la presión del Fondo Monetario.

El cuento de la dignidad nacional se derrumbó.

Todo sigue igual. Y peor.

Por eso el gobierno anuncia que habrá que pagar más todavía a los usureros.

Y siguen también las tropas en Haití para sostener al gobierno puesto por los marines de Bush.

Y siguen las “gestiones” en Bolivia para que Morales asegure más todavía los negocios de Repsol y de las petroleras de Bush.

Y siguen la “flexibilidad laboral” y los salarios de hambre.

(Aunque dicen que en Mar del Plata hablaron del “trabajo decente”.)

Ahora, además, la Corte acaba de fallar contra la actualización de los haberes jubilatorios.

Sigue, entonces, la agonía de nuestros viejos.

Y sigue el curso previsto de los tarifazos a favor de las privatizadas.

Y sigue un presupuesto que niega una moneda para los estatales, la educación y la salud.

Pero que asegura subsidios y prebendas millonarias para la “burguesía nacional”.

Todo sigue.

Por eso sigue también la lucha.

Sigue la pelea por el aumento de los sueldos y las condiciones de trabajo.

La Nación de este miércoles dice que las patronales esperan un “clima conflictivo” por los reclamos salariales.

Los trabajadores de Crónica ocupan la planta para defender sus puestos contra el vaciamiento patronal.

Los de Atento contra los despidos y el mismo intento vaciador de los pulpos telefónicos.

Sigue la lucha de los docentes, de los ferroviarios, de los municipales, de los médicos…

Sigue, entonces, el desafío de construir una alternativa política propia de los trabajadores contra la estafa de un nacionalismo patronal, fracasado e impotente.

Seguimos.