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17/11/2005|925

El "Convenio Marco" y… ¿el Alca?

El 21 de mayo de 2003 la OMS, en la 56° Asamblea Mundial de la Salud, promulgó por unanimidad el Convenio Marco para el control del Tabaco (CMCT), una iniciativa que pretende combatir el tabaquismo en el mundo sin afectar (obviamente) al capital de la industria tabacalera. 91 países lo suscribieron en el momento y la por entonces novel administración K recién lo hizo recién en septiembre de 2003. El 8 de noviembre de 2005 vence el plazo para su ratificación y entrada en vigor —tarea del Parlamento— y hasta el momento no hay señales de que esto vaya a ocurrir.”Argentina perdería un lugar clave en la lucha mundial contra el tabaco” (Clarín, 4/11). “Argentina no podrá votar en la primer Conferencia de las Partes que se hará en febrero en Ginebra. Si se determinase cualquier tipo de ayuda para implementar el convenio, el país no podrá negociar —por ejemplo— la obtención de fondos para que la industria tabacalera se diversifique en otros cultivos”. Tendrá inconveniente en implementar subsidios nuevos a la burguesía agraria del tabaco.

En el Senado se clarifican las posiciones de los “representantes de las provincias”; el senador por Salta (PJ), López Arias, afirmó: “No estoy de acuerdo con que se ratifique el convenio hasta tanto no haya seguridad de que la producción tabacalera quede resguardada. Hasta ahora, no hay otra actividad que pueda sustituirla y se perderían empleos”. Aceptó que “son empleos precarios, pero es mejor que nada”. Claro está que no le preocupan los empleos, y mucho menos que sean precarios. El hombre habla por boca de otra gente, no por los explotados obreros rurales. El jujeño Morales (UCR) sostuvo que había que seguir el ejemplo de “los países inteligentes de la Tierra, en particular aquellos que son grandes productores de tabaco, los Estados Unidos, China, Brasil”, que no habían adherido. Sin embargo, Brasil (el mayor productor sudamericano, pero no el mayor consumidor) y China han ratificado el convenio.

La Uata (Unión Antitabáquica Argentina) los desmiente, bien que con una quimera basada en el CMCT: “El Convenio establece una reconversión paulatina del cultivo de tabaco. No se perderán empleos en tanto la gente se ocupará en otros cultivos. Además, se deja de lado que la gente que trabaja en el cultivo de tabaco vive miserablemente y su salud queda afectada por los agrotóxicos. Por lo cual, ¿qué se está defendiendo?”.

La razón de estas posiciones es clara: la prevalencia del consumo de tabaco habría bajado desde el 40 por ciento de la población en el año 1999 al 32,7 por ciento en el año 2004. En el país de mayor consumo de Sudamérica esto implica una disminución considerable de las ganancias de las tabacaleras transnacionales y de los terratenientes productores de las provincias del norte. A la Philip Morris hay que darle un respiro y posibilidades de reconstituir su negocio a través de la incorporación de nuevas marcas y presentaciones que reaviven el consumo. Mientras tanto, junto con la industria mundial, irán viendo cómo reconvierten la plusvalía devenida de la manufactura a otros rubros, entre los cuales podría estar la producción de drogas… antitabáquicas. Esta posible estrategia podría inscribirse en el contexto de los objetivos de la introducción del Alca, al cual la administración kirchnerista y su mentor continental, Chávez (con fallidos incluidos: “enterraremos el Alba”), dicen resistir.

Marcelo G. Colominas, Médico, Resistencia – Chaco