El pañuelo de Hebe Bonafini
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Con el acto de Plaza de Mayo como marco, Hebe de Bonafini entregó su pañuelo "el de la lucha, no uno preparado para ese día" a Cristina Kirchner. Bonafini hace rato que no tiene un pañuelo de lucha en su cabeza, pero el gesto puede considerarse literalmente lo que fue: una entrega, un acto de rendición suprema.
¿Por qué? Las Madres comenzaron a usar pañuelos blancos para reconocerse y a la vez ser visibles entre la multitud, en la Basílica de Luján, el 7 de octubre de 1977. Querían que la gente registrara al centenar de mujeres que iba a reclamar por sus hijos. Los curas no las dejaron comulgar. Los pañuelos, en realidad, eran pañales anudados a la cabeza, "era como si tuviéramos puestos a nuestros hijos", dijeron muchas veces. Los pañales-pañuelos, por lo tanto, encarnan a sus hijos y, en ellos, a todos los desaparecidos.
Bonafini, al ofrendar su pañuelo, se ha desprendido simbólicamente de sus hijos para entregarlos a la comandante en jefe de las Fuerza Armadas – exactamente eso es la Presidenta de la Nación- que pugna por la "reconciliación" del pueblo y sus genocidas. Lo hizo en un palco compartido con José Rodríguez, del Smata, responsable del asesinato de cientos de activistas del gremio mecánico. Con Moyano, acusado de haber estado vinculado a la Triple A en Mar del Plata. Los prontuarios de los otros asistentes exceden el espacio de esta nota.
Bonafini no sólo entrega el pasado. Sobre todo, entrega el presente y anuncia de qué lado estará en el futuro. Las Madres de Plaza de Mayo negaron su solidaridad a los petroleros y docentes sureños. Se negaron a reclamar la libertad de los presos políticos. Acusaron de buchón a Julio López a días de su secuestro. No denunciaron al gobierno nacional que mandó reprimir la huelga que culminó con el asesinato de Carlos Fuentealba.
Las Madres regalaron sus pañuelos a Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Pero les volvieron la espalda a los trabajadores del Casino, reprimidos por el gobierno de CFK.
Entraron por la puerta grande a la historia de las luchas populares. Han elegido irse por el sumidero.