Partido

10/4/2008|1032

El pañuelo de Hebe Bonafini

Con el acto de Plaza de Mayo como marco, Hebe de Bonafini entregó su pañuelo "el de la lucha, no uno preparado para ese día" a Cristina Kirchner. Bonafini hace rato que no tiene un pañuelo de lucha en su cabeza, pero el gesto puede considerarse literalmente lo que fue: una entrega, un acto de rendición suprema.

¿Por qué? Las Madres comenzaron a usar pañuelos blancos para reconocerse y a la vez ser visibles entre la multitud, en la Basílica de Luján, el 7 de octubre de 1977. Querían que la gente registrara al centenar de mujeres que iba a reclamar por sus hijos. Los curas no las dejaron comulgar. Los pañuelos, en realidad, eran pañales anudados a la cabeza, "era como si tuviéramos puestos a nuestros hijos", dijeron muchas veces. Los pañales-pañuelos, por lo tanto, encarnan a sus hijos y, en ellos, a todos los desaparecidos.

Bonafini, al ofrendar su pañuelo, se ha desprendido simbólicamente de sus hijos para entregarlos a la comandante en jefe de las Fuerza Armadas – exactamente eso es la Presidenta de la Nación-  que pugna por la "reconciliación" del pueblo y sus genocidas. Lo hizo en un palco compartido con José Rodríguez, del Smata, responsable del asesinato de cientos de activistas del gremio mecánico. Con Moyano, acusado de haber estado vinculado a la Triple A en Mar del Plata. Los prontuarios de los otros asistentes exceden el espacio de esta nota.
Bonafini no sólo entrega el pasado. Sobre todo, entrega el presente y anuncia de qué lado estará en el futuro. Las Madres de Plaza de Mayo negaron su solidaridad a los petroleros y docentes sureños. Se negaron a reclamar la libertad de los presos políticos. Acusaron de buchón a Julio López a días de su secuestro. No denunciaron al gobierno nacional que mandó reprimir la huelga que culminó con el asesinato de Carlos Fuentealba.

Las Madres regalaron sus pañuelos a Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa. Pero les volvieron la espalda a los trabajadores del Casino, reprimidos por el gobierno de CFK.

Entraron por la puerta grande a la historia de las luchas populares. Han elegido irse por el sumidero.

Olga Cristóbal