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10/4/2008|1032

El Primero de Mayo nos convoca

Las vísperas de este Primero de Mayo transcurren en medio de una crisis de alcances generales. Por ahora, esa crisis se ha expresado con la división entre los capitalistas con el paro agrario. La lucha entre ‘el gobierno’ (que representa a intereses capitalistas) y ‘el campo’ (un frente único de terratenientes, pulpos y chacareros capitalistas) ha actuado como un revulsivo sobre todas las clases sociales y ha abierto una deliberación política general. Pero, al mismo tiempo, se han reforzado todas las presiones sobre la clase obrera para alinearla en uno u otro campo. La burocracia sindical ha actuado como correa de transmisión de esas presiones sobre los luchadores obreros, en particular en el subte, en telefónicos y docentes; la burocracia de Uatre se jugó firme para enrolar a los obreros del campo (pasivamente) con la patronal agraria.

Ninguna de las fracciones de los explotadores quiere que la clase obrera irrumpa con una agenda propia, menos en medio de una crisis. La cuestión de la independencia de la clase obrera se plantea en términos concretos y por medio de una lucha política entre tendencias. En este marco salimos a defender el Primero de Mayo como manifestación de independencia del proletariado y de solidaridad política internacional.

La "pelea entre capitalistas" no contempló un solo punto de la agenda de la clase obrera. Para los activistas obreros y para la izquierda, el Primero de Mayo debe ser la oportunidad de levantar esa agenda. Por esta vía la clase obrera podrá hacer oír su propia voz en la crisis nacional.

Con este planteo, reivindicamos:

  • salario mínimo igual a la canasta familiar, para los obreros de la ciudad y del campo;
  • 82% móvil para todos los jubilados;
  • fin del estatuto videlista y del trabajo en negro para el peón rural;
  • basta de depredación ambiental y laboral;
  • seis horas en el transporte y en todos los trabajos insalubres; control obrero de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo;
  • por la abolición de los impuestos al consumo e impuestos progresivos al gran capital industrial y agro-financiero;
  • nacionalización de la gran propiedad agraria, de la banca y del comercio exterior;
  • abajo las patotas y la represión al movimiento obrero;
  • por la independencia de la clase obrera, contra la agresión imperialista a los procesos nacionales en el continente;
  • viva la lucha de los obreros venezolanos de Sidor;
  • por la Unidad Socialista de América Latina.

La crisis política ha dividido campos en todos los ámbitos, y también marcó una fuerte delimitación en la izquierda. No ignoramos que la organización del Primero de Mayo ha sido precedida por esta delimitación. Pero el Primero de Mayo plantea levantar una tribuna independiente del gobierno y con un programa de reivindicaciones obreras e internacionalistas. Mientras continúa la discusión programática y la lucha política, ponemos al frente, el Primero de Mayo, los intereses de conjunto de los explotados y sus objetivos históricos. Con los docentes que pararon por Fuentealba, con los obreros de Mafissa, con los del Subte, con los bancarios que pelean contra el tope salarial y con todos los obreros cuyos sindicatos aún negocian paritarias; con todos ellos, y en especial con los obreros del campo y los campesinos expulsados de sus tierras por los capitales agrarios de la soja, ponemos al frente un Primero de Mayo independiente de los trabajadores, contra la integración al Estado y contra el seguidismo al nacionalismo patronal.

La situación latinoamericana también nos convoca como clase. En primer lugar porque la lucha de los obreros de Techint-Sidor ha quebrado la tentativa regimentadora del gobierno de Chávez y ha lanzado al ruedo la cuestión de la nacionalización del pulpo, lo cual tendrá soberano impacto en América Latina. El gobierno de Venezuela se querrá valer de la nacionalización para plantear una nueva modalidad de asociación capitalista y desde ahí renovar las tentativas para someter a los sindicatos independientes. Logró imponer, recientemente, su política de techo salarial a los petroleros, pero los obreros sidoristas han dado vuelta la situación. Se plantea con todo vigor el control obrero colectivo de la empresa y la abolición de las tercerizadas, integrando y unificando al proletariado.

En segundo lugar, porque Evo Morales está capitulando en forma criminal ante la derecha con la asistencia de los gobiernos patronales ‘amigos’, de Lula, Kirchner y Uribe y de la Unión Europea, lo que pone en peligro al conjunto de las masas de Sudamérica. El Primero de Mayo debe ser una convocatoria para la lucha en común contra la patronal sojera y los monopolios petroleros de Bolivia y por la unidad e independencia de ese país.

En tercer lugar, porque desde el imperialismo al progresismo se ha lanzado una campaña que tiene por pretexto la liberación de Ingrid Betancourt, pero que en realidad apunta a seguir con las masacres y asesinatos paramilitares dentro y fuera de Colombia. Bush acaba de declarar a la firma de un TLC con Colombia prioridad internacional. Pero Uribe asesina en Colombia más sindicalistas y luchadores que todo el mundo en su conjunto, como lo asegura la insospechable Human Rights Watch. El Primero de Mayo debe ser para defender a los luchadores colombianos contra los criminales crónicos como Sarkozy, Uribe y Bush. Combatir al gobierno paramilitar de Uribe es esencial para defender la independencia de Venezuela.
Por último, el Primero de Mayo nos convoca a defender a Haití, donde han comenzado las huelgas del hambre, responsabilidad de esas mismas patronales de la alimentación y del biocombustible que protegen los Bush, los Lula y los Kirchner.

Abordemos el próximo Primero de Mayo desde los intereses tanto inmediatos como históricos del proletariado. Solamente en estas condiciones las masas obreras podrán decir su palabra de cara a las crisis nacionales, a las masas de la ciudad y del campo.

Mientras tanto, la crisis expuesta por la movilización de las clases capitalistas del campo no se ha cerrado. La inflación bate más fuerte. Los agraristas no aceptan compromisos que cercenen sus beneficios, y menos precios máximos que les impidan transar en las Bolsas de cereales y en los mercados de materias primas. El gobierno, por su lado, ve que los impuestos le alcanzan menos para pagar la deuda externa y que la obtención de fondos le cuesta más caro. Por otra parte, la crisis fiscal se hace manifiesta en las provincias y los gobernadores se ven tironeados entre aumentar impuestos o inventar nuevos, y salir a pelear al gobierno la coparticipación impositiva. La crisis política es inocultable.

Es necesario preparar metódicamente la intervención de la clase obrera para ir hacia adelante por el camino del progreso social y la emancipación de la explotación.

Adelante, con un Primero de Mayo combativo e independiente.

Jorge Altamira