En los militantes honestos las intervenciones de los políticos de los partidos patronales suelen causar indignación. Sin embargo, desde lo personal, las que más me llenan de bronca son las que provienen del “progresismo cínico”. Hago esta reflexión a partir del papel que está jugando en la crisis de la UBA el decano de la Facultad de Diseño y Urbanismo (Fadu), Jaime Sorín.

Me tocó compartir con él un período como consejero directivo (yo por el claustro estudiantil, él por el de profesores). Hoy, como decano, él ha cerrado un pacto con la derecha a la que pretendía combatir como consejero.

Desde esa experiencia en común me permito recordarle a Sorín que sin la lucha de la Fuba, que él intenta derrotar, el rector en la UBA sería Atilio Alterini, y él, en vez de estar como candidato a vicerrector de una fórmula de “consenso” con los mismos que intentaron imponer un rector procesista, estaría tratando de zafar de un golpe en su propia facultad, de estos sectores a los que seguramente tildaría de antidemocráticos.

No estoy pidiendo que nos agradezca, pero por lo menos que se llame a silencio. Las agachadas no se pueden hacer con la frente en alto.

 

Alejandro Rath