Los antiguos dueños del Hotel Bauen constituyen un poderoso grupo empresario (que, entre otras cosas, es propietario de una concesión del Hospital Santojanni, el que adquirió notoriedad hace poco, recordemos, por el fallecimiento de dos pacientes a raíz de un corte de energía eléctrica). En las últimas semanas, se la han pasado recorriendo los despachos de las principales bancadas de la Legislatura porteña para frenar un proyecto de ley que contempla la expropiación del hotel. El grupo no sólo logro ese objetivo sino que, además, pudo hacer prosperar un dictamen de la mayoría de la Comisión de Presupuesto, que preside Jorge Giorno, que “restituye la propiedad del edificio del hotel a sus dueños, pero les asegura la continuidad de trabajo a los empleados y les reconoce la antigüedad, incluso los tres años de antigüedad que llevan ocupando el lugar” (Ambito, 1/9). El Gobierno de la Ciudad estaría dispuesto incluso a “prestar una caución de cuatro millones de pesos”, que permitiría al grupo empresario “recuperar la posesión del hotel que hoy está en manos de un juzgado comercial y efectuar las remodelaciones necesarias para lograr la habilitación, estimadas en diez millones de pesos” (ídem).

En 2001 la patronal vació la empresa y huyó literalmente, dejando un tendal de deudas y trabajadores en la calle. Ahora pretende robar el esfuerzo que han hecho los trabajadores por poner a flote el hotel. En estos tres años, para aquellos que lo desconocen, los trabajadores del Bauen han reconstruido el hotel, lo han reactivado y han introducido mejoras, al punto de que hoy funciona al 80 por ciento de su capacidad. Y casi han triplicado el número de trabajadores.

Los compañeros del Bauen han redoblado su apuesta y exigen que se apruebe el proyecto original. Como parte de la campaña de movilización en la que están embarcados, el jueves 8 organizaron una movilización que recorrió las calles céntricas y culminó en la Legislatura, y con más razón luego, el jueves 15.

Llamamos a todos los sectores a acompañar la lucha de los trabajadores del Bauen.

Pablo Heller