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26/8/2010|1143

EL ACTO DEL PARTIDO OBRERO, A 70 AÑOS DEL ASESINATO DE LEÓN TROTSKY

“La actualidad de un revolucionario”

Por motivos, quizá diferentes a los que tuvieron Laura Kohn y el compañero Matías Cisneros, que me precedieron en el uso de la palabra, para mí también es un gran honor que me hayan designado para hablar en este aniversario del asesinato de León Trotsky (…)

Cuando escuchaba a Laura y a Matías, podría decir que volví a sentir de un modo nítido, muy fuerte, lo siguiente: Trotsky está presente, no han pasado 70 años, porque en el mundo, y en un lugar tan alejado como la Argentina, hay un partido y una mujer, que puede venir a una tribuna y decir “defendamos a la CTA” contra las dos fracciones de la burocracia que quieren hundirla. Eso mismo diría León Trotsky, hablando por el Sindicato Ate de La Plata. Y si acá hay un luchador obrero, como Matías, que ingresó al subte con grandes aspiraciones, y la experiencia lo llevó a entender, a desarrollar e incluso ponerse a la vanguardia, que nos dice que si el Estado capitalista quiere someter a los trabajadores a la tutela del Ministerio de Trabajo, el martes que viene no funciona una sola formación del subte; eso es lo que hubiera dicho Trotsky. La distancia del tiempo ha quedado abolida, esto es pura actualidad, porque lo que hace grande a un hombre y a un revolucionario es la capacidad para expresar las tendencias profundas de los pueblos, de los explotados y del ser humano a una forma de vida superior (…).Es el vigor histórico de un pensamiento. Cuando un obrero dice “bueno, si no nos quieren aumentar porque no tienen beneficios, ¡que abran los libros!”, “queremos ver los libros de la empresa”; cuando en la fábrica Sidor de Venezuela dicen “hay que expropiar a Techint” pero ¡bajo control obrero!, ¿ustedes creen que ese venezolano, ese trabajador de Sidor, ese trabajador argentino o de cualquier otro país que dijo “apertura de los libros”, el que grita 82% móvil, es decir la escala móvil de las jubilaciones, tiene alguna idea de Trotsky? Pero está expresando las reivindicaciones, la política y las consignas del Programa de Transición de la Cuarta Internacional que había escrito Trotsky. Nosotros no reivindicamos a Trotsky como fracción particular del movimiento obrero ni como tendencia, nosotros reivindicamos a Trotsky como la expresión del movimiento universal, no parcial, no faccional, no sectario, como expresión del movimiento universal de los explotados a luchar y a conseguir su plena emancipación social. (…)

Para mi generación, el 20 de agosto no es sólo el aniversario del asesinato de León Trotsky porque  el 20 de agosto de 1968 es la fecha del ingreso de las tropas de la burocracia rusa para aplastar el levantamiento del proletariado de Checoslovaquia contra el régimen burocrático. En el lenguaje de los explotados checoslovacos se manifestaba uno de los aspectos centrales del Programa de Transición de la IV Internacional: la revolución política por el derrocamiento de las burocracias contrarrevolucionarias y el poder político para los trabajadores. Y hay que hablar del 20 de agosto de 1968 porque hoy Checoslovaquia, la ex Urss, China, se encuentran en plena restauración capitalista. Los que aplastaron al proletariado checoslovaco en nombre del socialismo mintieron como animales. Teníamos razón nosotros: aplastaban al proletariado no en nombre del socialismo sino en nombre de la sujeción del proletariado y en nombre de una perspectiva capitalista para transformarse de burócratas en propietarios y explotadores. (…)

El mismo 20 de agosto de 1968  en el que lamentablemente una gran delegada metalúrgica nuestra había fallecido como consecuencia de un accidente. Digo una gran delegada metalúrgica porque alrededor del 12 de agosto había volteado en su fábrica a la burocracia sindical de Saavedra, una de las más patoteras de la Unión Obrera metalúrgica y bajo la dictadura militar de Onganía. Y así éramos –y somos- como partido (…) El Partido Obrero es un partido de la lucha contra las miles de dictaduras que ha habido acá. Le hemos peleado a todas, a Lanusse, a Onganía, a Levingston. El 20 de agosto de 1968, con esa compañera que sufre un accidente que la lleva a la muerte, cuando  nosotros estábamos en el velorio supimos que las tropas rusas invadieron Checoslovaquia. Delante del féretro de la compañera escribimos un volante, dos horas después estaba impreso y en las fábricas de la República Argentina hubo un partido que defendió al proletariado de Checoslovaquia contra la invasión de estas tropas de la burocracia podrida que luego sería el instrumento de la restauración capitalista. (…)

Algo que no está debidamente considerado sobre el asesinato de Trotsky: parece que no hubiera sido un hecho político. (…) El asesinato de Trotsky es el eslabón de una cadena, es la culminación de una cadena política que va a llevar a la Segunda Guerra Mundial, de una cadena política de la contrarrevolución. El hombre que mata a Trotsky se forma entre la Triple A, los escuadrones de la muerte del estalinismo español contra los militantes revolucionarios anarquistas, socialistas y trotskistas. Los que asesinaron y torturaron a Andrés Nin. ¿Y cuál era la función de esos asesinatos? Desangrar a la revolución española. Y si la revolución española no era desangrada, y si la revolución española triunfaba, ¿qué Guerra Mundial iban a desatar Hitler y Mussolini? Con España hacia el suroeste y la Unión Soviética hacia el este. Stalin prefirió la guerra, la amenaza a la URSS, la destrucción de la Unión Soviética, a la victoria de la revolución proletaria en España. Entonces, el asesinato de Trotsky es la culminación de una cadena: los juicios de Moscú, el asesinato de todos los miembros vivos del Comité Central del Partido Bolchevique que dirigió la Revolución de Octubre, el asesinato del estado mayor del Ejército Rojo que al lado de Trotsky había peleado en la guerra civil y en la guerra internacional y salvado a la Unión Soviética. Todo el mundo sabía, no había que ser trotskista ni siquiera para eso: que la guerra iba  a llevar a la revolución. Había que matar a todos aquellos que cuando la guerra se transforme en guerra civil internacional acaudillen la revolución que va a venir. Y esos eran los bolcheviques, ese era Trostky, esos eran los revolucionarios españoles y de tantos otros países. (…) La crisis del capitalismo es el momento de la verdad, como la crisis de cualquier persona. Es el momento de la explosión de sus contradicciones (…) Por eso en Marx, en Lenin, en Trotsky, la crisis es una conclusión histórica. Cuando Marx escribe que en determinado momento las fuerzas productivas entran en contradicción con las relaciones de producción existentes y se abre un período de revolución social, ni siquiera está diciendo que se abre un período de crisis porque la crisis es esa contradicción entre las fuerzas productivas y la revolución social (…) Este tema de la crisis mundial domina  todas las esferas de la política de la sociedad, en forma desigual de acuerdo al punto de partida de cada país al ingreso de la crisis,  de acuerdo a la tradición de la clase obrera de cada país, de acuerdo al estado de la burguesía. Y se expresa de distintas maneras, con distintos niveles de conciencia. En este momento, por ejemplo, Asia está recorrida por una revuelta obrera. En el caso de Bangladesh, hay una insurrección obrera de 300 mil obreros textiles. En un país que uno cree que son beduinos o algo por estilo, pero que tiene un proletariado de un millón de personas, se acerca dentro de poco al de Argentina, de proletariado industrial. Entonces, en la crisis mundial se manifiesta también la tendencia del mundo a la revolución.  (…)

No nos hemos reunido hoy para venerar una figura. No sería de trotskistas. No nos hemos reunido como tendencia para rendirle homenaje a uno de los más grandes líderes del proletariado. Hemos venido como revolucionarios para decirle a la clase obrera de este país que en León Trotsky está el programa, las ideas, las perspectivas, el método que fue desarrollado a través de largas y duras experiencias históricas. Es el problema del Programa de transición. Tiene una característica que en todo lo que se ha escrito sobre él nunca se ha destacado: lo primero que plantea es que frente al derrumbe del capital, el proletariado tiene una línea de salvataje cotidiana.

El Programa de transición arranca de un punto que es el que más preocupa al obrero nuestro hoy y a los obreros de otros países: ¿Cómo no quedo desocupado? ¿Cómo no me despiden? ¿Cómo no me suspenden? ¿Cómo no me rebajan el salario y me enchufan un Repro? ¿Cómo aseguro la existencia de mi familia? Reparto de las horas de trabajo, apertura de los libros, control obrero. Ese es el elemento fuerte del Programa de Transición que no quiero que se quede en los ejemplos, porque toda nuestra política tiene que estar inspirada por el método de dar salidas. La crítica a la corriente reformista y a la corriente sectaria, sólo sirve si contribuyen a esclarecer el problema de la salida. Si son un fin en sí mismo, es la derrota en vida, compañeros, es la derrota en vida. Nuestra relación es con las masas. No con los que quieren vegetar a costa de las masas, aunque no lo sepan, aunque ni siquiera lo sepan. Pero están vegetando. Puede llevar un tiempo, pero el trabajador va a decir: “pero estos tipos realmente se preocupan, quieren una salida, con estos realmente hay que trabajar” . Por acá pasa. Este es el mensaje del Programa de Transición y este es el mensaje con el que termino mi discurso en el 70º aniversario del más criminal de los asesinatos, que fue el asesinato de León Trotsky.