Partido

3/4/2008|1031

La izquierda y la crisis política

Nadie podrá decir esta vez que la izquierda no marchó unida por apetitos electorales privados. Esta vez quedó perfectamente claro que cada uno tomó partido en función de los alineamientos de las clases y los partidos en disputa. El PCR y el MST apoyaron los cacerolazos y el lock-out o paro agrario; en sindicatos como Foetra el mismo MST ‘agrarista’ apoyó una solicitada a favor de los Kirchner, y en el Subte aceptó la exigencia del kirchnerista Depetri de que se levantara el plan de lucha para no perjudicar al gobierno; al partido comunista se lo vio con el oficialismo y la burocracia sindical en Plaza de Mayo, sin importarle que la Federación Agraria estuviera en frente.

Por otro lado, un conjunto de cuatro partidos de izquierda hicimos un acto con un programa independiente de los bloques capitalistas en pugna. En una situación de crisis de fondo, una gran parte de la izquierda volvió a marchar detrás de la burguesía, o sea que fue incapaz de presentarse como alternativa política. Claro que no es la primera vez que ocurre, incluso en una crisis de fondo: en la semana santa de 1987 Izquierda Unida firmó un acta de defensa de la democracia, que preparó las posteriores leyes de punto final y obediencia debida, junto a Cafiero, Alfonsín, Alsogaray, que también apoyó la embajada norteamericana.

Sin embargo, hubo un intento de unir a la izquierda en esta crisis. Se realizó una reunión autoconvocada que, por definición, debía plantar la posición de la izquierda frente a los bloques en pugna. Lo que impidió esa unidad no fueron estrictamente las diferencias programáticas, al punto que éstas se manifestaron incluso entre los partidos que terminamos haciendo un acto independiente común en el Obelisco. Lo que ocurrió fue que el PCR pretendía una acción ‘independiente’ de apoyo al lock-out agrario, con el argumento de respaldar a los chacareros, y lo mismo buscaba el MST, el apoyo al lock-out y a los cacerolazos del barrio norte, aunque con la reivindicación de las "retenciones diferenciadas y coparticipables". En lo que hace a las retenciones diferenciadas el gobierno, la cual el MST se opone, las hizo suyas, pero los chacareros, a los que el MST quiere apoyar, las rechazan. En cuanto a la coparticipación, parece que el MST tiene una mejor opinión de los Schiaretti o los Sapag y Gioja, que de Cristina Kirchner. Otro grupo, Convergencia Socialista, se valió de otro argumento chacarero para apoyar la acción del capital agrario: se lo debía apoyar como a los ahorristas de 2002; pero lo ahorristas de 2002 se movilizaban contra los bancos, en tanto que aquí la clase media capitalista del campo se moviliza con la Sociedad Rural y Grobocopatel. Al final la TV mostró a CS, con el retrato de Lenin, al lado del grupo de Cecilia Pando. Qué vergüenza. La Asamblea de San Telmo enrumbó para el mismo lado de CS.

El único que no uso lo de las "retenciones diferenciadas" para pasarse de campo fue el PTS, que presentó la consigna "ni la Rural ni el gobierno". Por eso pudimos llegar a una acción práctica común a pesar de las diferencias. Nuestra oposición a las "retenciones diferenciadas" o de cualquier otro orden, es tanto metodológica como de contenido. Metodológica, porque el centro de la crisis no es la escala de las retenciones sino la inviabilidad en que ha entrado el plan económico, el agotamiento del ‘modelo productivo’, la bancarrota del dólar alto. Hay que plantarse frente a una crisis sistémica, no frente a la alícuota de un impuesto; sobre impuestos lo único que tenemos que decir es: abajo los impuestos al consumo, arriba los impuestos elevados y progresivos al capital.

Hay una crisis de conjunto: carestía de la vida, falta de combustible y gas, aumento de tarifas, pago de la deuda externa, crisis capitalista mundial. En lo que hace al contenido de esa reivindicación, significa reclamar al Estado un arbitraje en la disputa entre los capitalistas, como si las retenciones fueran para otra cosa que no sea el pago de la deuda externa, que subió 15.000 millones de dólares en 2007.

El año pasado, el jueguito de meter retenciones por acá y dar subsidios por allá termino en el siguiente resultado: 20.000 millones de pesos se recaudaron en retenciones y se dieron subsidios al transporte, energía, alimentos e industria por 16.000 millones (la diferencia se la quedó el peaje a los funcionarios) (datos de Estudio Bein y asociados). La combinación de devaluación y retenciones es un instrumento de gobierno del Estado capitalista, en tanto que el programa de transición de la izquierda debe ser coherente con la lucha por acabar con ese Estado.

En la discusión no solamente destacamos que lo concreto de la situación era destacar a la izquierda en una unión estratégica contra dos bloques capitalistas, en un cuadro de crisis de conjunto – el eje de todo el asunto. Señalamos también que la disputa envolvía una crisis internacional, porque de un lado estaban los uribistas, que pretenden explotar la crisis para llevar a Argentina al campo de Bush, y del otro los chavistas, que hoy están reprimiendo a los obreros de Sidor.

Los participantes, uno más internacionalista que el otro en los papeles y en los viajes, caracterizaban la pugna abierta con independencia de la situación internacional. Así teníamos el resultado de dos chavistas apoyando al uribismo, como ocurre con el PCR, MST (y Quebracho y otros grupos piqueteros), que se ‘movilizaron’ en apoyo ‘al campo’.

Todo este descarrilamiento tiene su historia y antecedentes. Pero hay que volverlo comprensible ante cada crisis. El PCR ha congelado la realidad social del campo poblado por terratenientes feudales y pequeños chacareros. El protagonista emergente en la crisis actual es el capitalista agrario, que arrienda tierras ajenas, como lo hacen los fondos de inversiones y los ‘pool’ de siembras. Los minifundistas no tienen maquinarias ni ocio para cortar rutas con la Sociedad Rural.

A partir de esto, un grupo que apoyó a Isabelita y a Menem, para defender a la burguesía nacional (dicho textualmente por el PCR), se embarca ahora en un lock-out contra el gobierno de la burguesía nacional – con todos sus agentes imperialistas, como cuadra a la inmensa mayoría de los gobiernos de la burguesía nacional. En el caso del MST no podemos hilar tan fino, incluso porque el MST no tiene las pretensiones teóricas del PCR. Como ya dijimos, donde le resultó conveniente apoyó al gobierno, como en Foetra o el subte. Estamos presentes ante una manifestación extrema de puro oportunismo.

El punto central sigue siendo que ambos bandos en pugna son explotadores y no presentan ningún carácter progresivo para el desarrollo histórico. La crisis de conjunto que expresa esta pugna plantea entonces la irrupción de la izquierda como alternativa estratégica, que deberá capitalizar en las fases siguientes de este proceso de descomposición de la política económica y del régimen político. Un caso lamentable, por las más extrañas de las razones, es Izquierda Socialista, que no acompañó al bloque que planteaba una salida independiente, disgustado porque no se había unido toda la izquierda. Parece un caso de síndrome agudo de soledad.

Sin embargo, luego marchó a Plaza de Mayo a apoyar los cacerolazos con el PCR y el MST.

El viernes 28, la delimitación de campos se expresó en la calle. El PCR, el MST, IS, Quebracho y otros marcharon a Plaza de Mayo a sumarse a los cacerolazos contra las retenciones. Nosotros, con el PTS, el MAS y el PCT, levantamos una tribuna de izquierda, obrera y socialista en el Obelisco.

Miguel Briante