Ledesma, hermosa ciudad, próspera, rodeada de verdes cañaverales que guarda no solamente entre sus cerros la riqueza, sede del gran imperio de Los Blaquier, dueños de cada rincón. Nosotros sus habitantes, hacinados como ganado en corral, no tenemos ni donde plantar un rancho precario. Es por eso que nos reunimos un grupo de familias jóvenes parejas y algunos mayores; se decidió en asamblea asentarnos en un camping desolado que alguna vez fue el esparcimiento de nuestros niños. Con muchas ilusiones, con deseos de una vivienda propia juntamos palos, lonas y armamos con mucho sacrificio la ranchada a la que llamamos entre todos "nueva esperanza" porque para los más humildes y de fortalezas firmes es lo último que se pierde.

Tres semanas de luchas contra el temporal que arrasaba todo a su paso, el viento y el agua que no solamente mojaba y arrancaba lo levantado, sino también los sueños. Pero a pesar de todo no nos dimos por vencidos; una sombra negra llamada desalojo nos hizo dudar por un momento pero no nos dejamos intimidar por la justicia de los políticos como el intendente Llanos que defienden a los que mas tienen. Resistimos hasta el final aquel operativo de casi 200 hombres contra 70 familias. En un corto lapso destruyeron el esfuerzo de hombres, mujeres y niños a los que no respetaron ni siquiera en el descanso de la noche. Con todo esto volvimos a agruparnos y marchamos en la mañana al municipio donde nos pelotearon, cortamos la calle y con bombos y a viva voz nos hicimos escuchar para que sepan que a pesar de la represión no callarían el reclamo por vivienda. Esperamos ser recibidos a la tarde bajo un sol terrible con los chicos a la par sin obtener nada en concreto. Mientras tanto un grupo de los vecinos se dirigieron al Ingenio Ledesma porque fuimos seducidos por los jefes de seguridad con una posible solución de tierras o viviendas, pero todos aquí saben que esto es imposible. Dentro de todo, esta experiencia fue solidarizada por gran parte de la comunidad a la que les estamos agradecidos

La pelea por una casa no cesara, ni Llanos y Blaquier nos lo impedirá.

Alejandra