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30/4/2008|1035

¿Marchamos a otro default?

El rojo de las finanzas de la provincia de Buenos Aires no es más que una expresión del colapso en que están sumergidas el conjunto de las finanzas provinciales.
El año pasado, las provincias cerraron sus cuentas con un rojo de 100 millones de pesos. Estos números se alcanzaron con la sub-ejecucion de obras públicas.
Las deudas provinciales rondarían los 90.000 millones de pesos. La de la provincia de Buenos Aires es de 11.730 millones de dólares y ya supera la marca de 2001 (10.911 millones). La deuda pesificada se fue ajustando por CER y la que estaba en dólares se potenció en pesos por la devaluación. El endeudamiento total de las provincias creció 8.430 millones  de pesos desde 2001.
Se estima para 2008 un déficit financiero de la provincia de 5.000 a 6.000 millones de pesos.
Aun con el refinanciamiento de 2.800 millones con la nación, la brecha sigue siendo enorme.
La posibilidad de recurrir al auxilio adicional del gobierno nacional (más allá de esta refinanciación) está descartada porque el propio Estado nacional enfrenta una crisis fiscal. En 2007, las cuentas públicas ya cerraron en rojo (el endeudamiento público nacional creció más de 25.000 millones).  
Esto explica los anuncios de una nueva reforma fiscal, que extiende a nuevos sectores el impuesto a los Ingresos Brutos. Ese gravamen es una variante del impuesto al consumo, ya que tiene un efecto cascada en los otros eslabones de la cadena y, por último, en los consumidores.
Esta nueva reforma desnuda toda la hipocresía sobre la "redistribución de la riqueza". Scioli, con el guiño de la Rosada, se ha cuidado muy bien de no tocar los beneficios de los capitalistas y terratenientes agrarios, cuando es bien conocido que las valuaciones de los inmuebles rurales sobre los cuales se calcula el impuesto inmobiliario están subvaluadas (70 veces menos que su valor de mercado); gran parte de este impuesto, además, se evade. Asimismo, el gobierno provincial ha decidido, una vez más, postergar la entrada en vigencia del impuesto a la riqueza.
Aunque se recaude lo esperado, no alcanzará para resolver la crisis fiscal. El crecimiento de los precios encarece los gastos del Estado. Por otro lado, la deuda y sus intereses se llevan una tajada mayor de los ingresos.
Bajo estas condiciones, el gobierno tendrá que echar mano a otros recursos, entre los cuales está, por supuesto, el recorte de los gastos sociales: educación, salud, vivienda y asistencia social. Desde La Plata ya se han empezado a recortar partidas destinadas a comedores populares instalados en los barrios más carenciados. Vamos también a una acentuación de las tendencias ya existentes a la municipalización. En otra palabras, a traspasarle a las comunas el sostenimiento económico de escuelas y hospitales. Vamos a una hecatombe en los municipios, que están financieramente colapsados. Hasta comunas ‘ricas’, como Morón, están en rojo.
En este cuadro, tanto la vieja como la nueva legión de intendentes del conurbano, ya sea patoteros al estilo Othacehé o "renovadores" como Giustozzi, Sabbatella y hasta el "Barba" Gutiérrez, han apelado a despidos y aumento de las tasas. Esto se une a aumentos irrisorios a los municipales cuyas remuneraciones ni siquiera superan el límite de la pobreza. 
Planteamos:

  • No a la municipalización. Duplicación del presupuesto provincial destinado a salud yeducación.
  • No a los impuestos al consumo. Impuestos directos y progresivos al gran capital industrial, financiero y agrario de la provincia. Revaluación de las propiedades rurales y pago del impuesto inmobiliario rural en función de valores de mercado.
  • Salario básico de 1.200 pesos como vienen reclamando trabajadores de distintos municipios, por un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar (3.000 pesos).
  • Apertura de las cuentas del Tesoro de la provincia y el municipio y su control por medio de representantes electos por trabajadores y asambleas de vecinos.
  • Revisión de todos los contratos y concesiones de servicios. Anulación de todos los convenios de carácter leonino.

Pablo Heller