Partido

7/12/2006|975

Militarización de Botnia

“LA AFRENTA”

“Todos somos Botnia”.

Esa es la consigna política que ha elegido el Frente Amplio para defender “hasta con las armas” el ingreso de las multinacionales papeleras. Para el ministro Danilo Astori, el envío de las fuerzas armadas a la planta finlandesa es un acto legítimo porque “debemos defender nuestras inversiones”.

Al enviar las tropas a Fray Bentos, el Frente Amplio cumple un viejo sueño de la derecha uruguaya: la intervención de las fuerzas armadas en los conflictos sociales. Desde hace más de diez años, blancos y colorados se plantearon que las fuerzas armadas uruguayas controlaran las cárceles, las embajadas, realizaran patrullajes callejeros e intervinieran en conflictos sociales. Esta iniciativa siempre fue bloqueada por el FA, entonces en la oposición, en nombre de los “derechos humanos”. Ahora, en nombre de los inversionistas extranjeros, Tabaré Vázquez lo ha hecho posible. Lo que en su medida constituirá un ‘búmeran’ para el propio FA.

El recurso no es nuevo, tiene incluso un grave antecedente político. Hace dos meses, en la provincia chilena de Valdivia, Bachelet ordenó a la armada proteger a la papelera Celco ante una cadena de manifestaciones de los habitantes del lugar que reclamaban su erradicación por la brutal contaminación ambiental que produce. El final del caso Celco, aun no concluido, es que los marinos dispararon contra los manifestantes hiriendo a varios de ellos. Cuando la planta de Botnia funcione, las tropas van a proteger a este pulpo de la ira, no de los habitantes de Gualeguaychú, sino de los propios uruguayos.

Un dato significativo: a Botnia la custodiará la Infantería Mecanizada N° 9. Sus jefes fueron adiestrados en los Estados Unidos en la lucha antimotines. Los soldados “cuentan con personal especialmente capacitado para lo que podría denominarse ‘lucha antiterrorista’; han sido entrenados para actuar ante toma de rehenes y para desactivar explosivos, y entre ellos hay francotiradores” (Brecha, 1/12). Si se levantara de la tumba Dan Mitrione, el cónsul de los Estados Unidos muerto por los tupas, respiraría tranquilo. El ex tupamaro Mujica ahora dice, suelto de cuerpo: “Mandás inspectores, mandás policías y no pasa nada; pero ponés a un verde con arma larga y ahí es otra cosa” (Brecha, 1/12). La desvergüenza no tiene límites.

La intervención de las fuerzas armadas uruguayas tiene además otros propósitos. Los trabajadores de Botnia realizaron una huelga por mejoras salariales y equiparación a igual tarea con técnicos europeos. Las medidas de fuerza fueron autoconvocadas, contra la propia dirección de Sunca (Sindicato Unico Nacional de la Construcción y Anexos) y todo el PIT-CNT, que hicieron levantar la lucha con sólo una tirada de lastre en los salarios de parte de la empresa. En la asamblea donde se levantó la medida de fuerza, los dirigentes del Sunca señalaron que primero estaba la “patria”, después los salarios. Ahora, al mejor estilo de la Uocra argentina, Botnia sólo toma personal “recomendado” por el Sunca.

El mismo apriete sufren los ambientalistas, a los que les han negado todo acceso a la prensa. Ellos siguen denunciando dos cuestiones: la contaminación que va a provocar Botnia y la brutal extranjerización de la tierra, ahora dedicada sin medias tintas a la plantación indiscriminada de eucaliptos. Esto ya está provocando un importante desequilibrio ecológico y la quiebra de centenares de pequeños propietarios.

Tabaré le ha hecho a los trabajadores y ambientalistas uruguayos la misma “afrenta” que Kirchner les hizo a los trabajadores de la construcción y a los petroleros de Las Heras. Los dos gobiernos son rabiosamente patronales. La Gendarmería de Las Heras ya carga con la responsabilidad política de una muerte y varios obreros detenidos desde hace meses. La Infantería de Uruguay seguirá el camino de la Celco chilena, lo que no es poco para los que dicen llamarse la izquierda de América Latina.

Juan Ferro