Partido

7/6/2007|995

Murió Alexis Latendorf

Un hombre peculiar, Alexis, tanto como el pedazo de historia del socialismo argentino que él expresó.


Latendorf murió el domingo 3 de junio, y bien dice un cable del colectivo de redacción de la agencia ANRed: “…frente a esa caterva reaccionaria que decía ‘ya se te va a pasar la rebeldía, es cosa de adolescentes’; frente a ese pensamiento adocenado de la barbarie dictatorial, surgía la efigie del viejo cabrón puteando a diestra y siniestra”.


Tenía 79 años. Su presencia en la Casa Suiza, en el acto de cierre de la campaña electoral del Partido Obrero, fue la penúltima actividad política que la vida le dejó hacer. La última, el domingo, fue votar por la lista del PO. A la noche, como dice el tango —música que amaba profundamente— el corazón “lo dejó tirao”.


Fue una figura clave en la campaña electoral de 1964 en la Capital, en aquellas elecciones ganadas ampliamente por el socialismo para que Alfredo Palacios, con la bandera de la Revolución Cubana, regresara al Senado de la Nación.


Luego, a poco de asumir, Palacios cambió de posición y volvió al redil gorila —había sido golpista en 1955 y embajador de la Libertadora tras el golpe contra Perón.


En ese momento, Latendorf supo decir basta y rompió con el caudillo socialista mediante una carta abierta que hizo historia: “Me despido de usted muy atentamente, doctor Palacios”.


En 1966 viajó a La Habana y tomó parte en la constitución de la Conferencia Tricontinental, integrada por organizaciones de izquierda latinoamericanas, asiáticas y africanas. Entonces anudó un vínculo personal con Fidel Castro que mantuvo hasta el final.


En 2000 fue elegido legislador porteño, donde dio batalla como pudo contra la derecha y hasta contra sus propios obstáculos personales, cosa que no siempre logró.


Pero allí estuvo y contribuyó con enorme vitalidad —en medio de ataques y provocaciones que incluyeron un infructuoso pedido de desafuero por parte de la burocracia sindical de ATE— a llevar a la victoria luchas memorables del movimiento obrero, como la librada por los trabajadores de Metrovías por la jornada de seis horas. Cada movilización, cada defensa de vecinos contra un intento de desalojo, lo tuvo ahí, poniendo el cuerpo.


Pero la mejor definición de ese último Latendorf la dio la Mesa Matancera durante aquel histórico corte de la ruta 8: “El diputado piquetero”.


El viejo cabrón y cascarrabias decía con toda razón: “Ese título no me lo quita nadie, ahí no hay desafuero que valga”.


No, no lo hay.


Hasta la victoria, viejo cabrón.


 


Pitrola, Ramal, Altamira, Alejandro Guerrero, Pablo Heller