Partido

11/10/2006|966

PARO GENERAL / POR LA APARICION CON VIDA

Veinte días no han sido suficientes para que el infernal aparato de seguridad del Estado pudiera esclarecer el secuestro de Jorge Julio López.

López fue un testigo fundamental para condenar a perpetua al asesino serial Miguel Etchecolatz.

Tampoco ha sido capaz de identificar ni una sola de las amenazas telefónicas o electrónicas contra los luchadores o protagonistas de la causa de los derechos humanos.

Mucho menos a los cobardes agresores nocturnos de nuestro compañero, Pablo Giachello, en La Plata.

No hay un informe diario sobre la investigación, ni mucho menos sobre los problemas u obstáculos que enfrenta.

Kirchner abre la boca sobre el hecho sólo ocasionalmente, aunque le sobra el tiempo para ir a apoyar la reelección indefinida de un régimen corrupto como el de Rovira en Misiones.

Sin embargo, es claro que la investigación tropieza con las trabas que pone el propio servicio represivo del Estado.

Según Página/12, la descoordinación es descomunal; lo que no dice es que es también premeditada.

El diario oficial se atreve a afirmar que “hay ocultamiento”.

El aparato represivo oficial está conectado con las fuerzas de tareas paralelas, sea que se encuentren en los servicios de seguridad privados, sea en la ‘mano de obra desocupada’.

Los militares de la dictadura se animan a la provocación abierta, bajo las faldas de sus mujeres, como está previsto para este jueves 5 de octubre.

Como ya ocurriera, en 1987, cuando Alfonsín pactó con Aldo Rico, el gobierno pretende salir de la situación con un compromiso político con los captores.

Fue lo que hizo en las sucesivas ‘depuraciones’ falsas en la Policía bonaerense.

“La APDH de La Plata dice que hay ‘presión sobre el Estado’ para obtener un ‘nuevo punto final’” (Clarín, 2/10).

Los secuestradores no solamente pretenden el punto final para los crímenes del pasado sino especialmente del presente —los del ‘gatillo fácil’, las desapariciones de jóvenes y mujeres, los vinculados a la delincuencia común, y especialmente para poner fin a la deliberación callejera que se ha apoderado de Argentina desde la rebelión de 2001.

El gobierno de tanta cháchara vacía se encuentra inmovilizado, porque no sabe hacer otra cosa que ‘borocotismo’ político.

Todos los cuervos del capitalismo procurar aprovechar la crisis política para hacer pasar sus reclamos contra los trabajadores.

El clero levanta la voz en nombre de todos los explotadores para reclamar la ‘reconciliación nacional’, o sea volver al orden anterior a 2001.

El viernes 6, en la Marcha convocada a Plaza de Mayo, reclamemos un paro activo nacional para que el gobierno informe qué está haciendo, para denunciar a los conspiradores y para recuperar a López y castigar a sus secuestradores.