Partido

3/5/2018|1500

Prensa Obrera #1500

A fines de mayo de 1989, el juez Larrambebere ordenó el encarcelamiento de una gran parte de la dirección del Partido Obrero, de numerosos militantes y el allanamiento de locales partidarios, atribuyéndonos la responsabilidad de las movilizaciones políticas y de los ataques a supermercados que gran parte del pueblo estaba desarrollando frente a la hiperinflación desatada por el gobierno de Raúl Alfonsín. Luego de detenerme en la Casa Rosada, donde me encontraba para protestar contra estos atropellos ante ministros del gabinete, y mantenerme enseguida incomunicado durante varios días en la Jefatura de Policía, me sometió a la indagatoria del caso. En determinado momento del interrogatorio me pidió que reconociera la autenticidad de un ejemplar de nuestro periódico, que había sacado de su gaveta. Para mi gran sorpresa, denunció que las protestas populares se producían en las horas siguientes del día de su salida semanal. Ante el exabrupto, no vacilé en responderle que sabía de periódicos que habían ajustado su periodicidad a la marcha de las luchas sociales, pero no había conocido ningún caso de rebeliones populares que se hubieran adaptado al cronograma establecido de un órgano de prensa. Estábamos discutiendo acerca de Prensa Obrera, cuya edición número 1.500 el lector tiene en sus manos o en su correo. La provocación de Larrambebere ilustraba simbólicamente la influencia del órgano de propaganda del Partido Obrero.


PO, PO, PO


Prensa Obrera salió a la luz en diciembre de 1982, para hacer frente a una nueva etapa política -la salida pactada de la dictadura militar, tanto con los partidos capitalistas, el aparato estatal y las principales potencias extranjeras. No marcó, de ningún modo, una ruptura sino una continuidad. Ese mismo diciembre había salido el último número de Política Obrera, nuestra prensa clandestina, que en esa época era también el nombre de nuestra organización, ilegalizados por el decreto N° 1 de la Junta Militar -a las 7:30 horas del 24 de marzo de 1976. Como observó el corresponsal en Buenos Aires de la Folha de São Paulo”, Clóvis Rossi, nos habíamos arreglado para luchar por la legalidad de la misma sigla, PO, que se encontraba proscripta. Cuando algunos adversarios políticos del Partido Obrero se interrogan acerca de la popularidad del nombre de nuestro partido, la respuesta tiene que ver con la tenacidad para defender una continuidad política, que no es otra cosa que la continuidad de una lucha por la conquista del poder político por parte de la clase obrera y la defensa del internacionalismo proletario -o sea, la revolución mundial. En la izquierda ha sido muy frecuente el cambio del rótulo de la prensa oficial, incluso en la actualidad, lo que obedece por sobre todo a las oscilaciones políticas constantes y la adaptación sin principios a los vaivenes de situaciones políticas determinadas.


Prensa Obrera ha ejercido una influencia protagónica en la construcción política revolucionaria, como había ocurrido con Política Obrera, cuyo primer número apareció en marzo de 1964. De entrada definimos, en Política Obrera, un programa y nuestra estrategia, que se vieron confirmadas en los hechos históricos del período. A título de ejemplo, desarrollamos una polémica enérgica contra el foquismo, en defensa de una perspectiva de rebelión popular, que rápidamente validó el Cordobazo y las rebeliones provinciales sucesivas. Contra todas las fuerzas políticas en presencia, sin ninguna excepción, advertimos acerca del carácter contrarrevolucionario del retorno de Perón, que se manifestó enseguida en los golpes de Estado en las provincias, el pacto social, una legislación antiobrera, las Tres A y la militarización de la cuenca industrial del Paraná.


Nuestra prensa se lanzó, inmediatamente después, a la defensa de la huelga general de junio-julio de 1975 y a la centralización de las Coordinadoras obreras zonales. Más tarde, con la designación de Videla, como comandante en jefe del Ejército, por parte del gobierno peronista, Política Obrera desarrolló una vigorosa campaña contra el golpe militar. Es muy instructivo, aún hoy, leer nuestra caracterización de la dictadura y sus crisis sucesivas, la caracterización oportuna de su agotamiento y nuestra posición en la guerra de Malvinas.


Piqueteros, Mariano, Frente de Izquierda


Prensa Obrera ha seguido esa escuela. Sus páginas fueron decisivas en la campaña para unificar al movimiento de desocupados, desde mediados del año 2000, y contribuir al nacimiento de la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados, que jugó un rol vital en el Argentinazo. Nuestro partido ha publicado varios libros, que registran el poderoso llamado de nuestra prensa en toda la crisis política que culmina en diciembre de 2001. Sin la autoridad ganada en aquella lucha decisiva, no tendríamos hoy “un ascenso de la izquierda”, como el que se manifiesta en lugares de trabajo, sindicatos y papeletas electorales.


Tempranamente, desde 1983, Prensa Obrera fue el órgano de excelencia a favor de un Frente de Izquierda que fuera la expresión política de la independencia de acción y organización de los trabajadores. Libró una polémica de gran alcance contra la desnaturalización de este planteo por lo que fueron el Frente del Pueblo e Izquierda Unida, las últimas tentativas democratizantes del partido Comunista, seguido por el MAS. El FIT es el resultado de una construcción política de dos décadas, que todavía no ha dicho su última palabra. Como se ve, Prensa Obrera no ha sido, y no es, simplemente un ‘diario’ -ha sido, es y debe seguir siendo el gran organizador colectivo de una estrategia obrera-socialista.


¿Quién no reconoce en Prensa Obrera al gran impulsor de la campaña para condenar a los asesinos de nuestro compañero Mariano Ferreyra, por parte de una fracción poderosa de la burocracia sindical, con íntima ligazón con el aparato estatal del gobierno kirchnerista?


Más cerca en el tiempo, Prensa Obrera fue el gran vehículo para impulsar las movilizaciones que culminarían en las jornadas de rebelión del 14 y el 18 de diciembre pasados, y que ahora mismo clarifica el alcance de la presente crisis política, con tarifazos y devaluaciones incluidos.


Independencia de la clase obrera


En los doce años del kirchnerismo, Prensa Obrera fue el canal de una crítica política vigorosa, completamente imprescindible para evitar que los trabajadores confundieran a la corriente K con la izquierda, el antiimperialismo e incluso el socialismo, y entendieran a un nuevo intento desgastado de tutela sobre la clase obrera, en plena bancarrota del capitalismo. La lucha política contra el kirchnerismo por parte de la izquierda revolucionaria y el Partido Obrero, así como la desarrollada contra el chavismo continental, es lo que ha liberado nuevas fuerzas en la clase obrera para combatir al macrismo y su lacra en América Latina, frente al pejotismo que colabora con el gobierno de la confiscación jubilatoria, la entrega económica y la destrucción del derecho laboral.


Para cerrar esta reseña selectiva, ¿cómo no valorar a Política Obrera y a Prensa Obrera en la construcción de sólidas posiciones internacionales, por ejemplo la advertencia de la bancarrota capitalista de 2007/8 -y, mucho antes, acerca de la tendencia irreversible de la burocracia ‘comunista’ hacia la restauración del capitalismo? El Partido Obrero salió sólido de la disolución de la Unión Soviética, porque nuestra prensa desarrolló con anticipación la comprensión política de estos procesos de alcance histórico. Las páginas de Política Obrera y de Prensa Obrera han sido las expositoras tenaces de la lucha para refundar la IV Internacional.


Estrategia, programa, tribuna obrera


El periódico socialista no es solamente el vector de un programa y de una estrategia revolucionaria. Debe ser también una tribuna de la clase obrera. La clase obrera arriba a conclusiones políticas consecuentes a través de la experiencia, que debe ser entendida como la unión entre la lucha, de un lado, y los planteos políticos de las fuerzas en presencia, del otro. Por eso Prensa Obrera ha tenido, es cierto que de forma irregular, un gran Correo de Lectores, polémico, por supuesto. En la etapa decisiva que se ha abierto, con evidencias de rápido agotamiento del macrismo, en toda América Latina, es necesario que la prensa sea cada vez más la tribuna de los luchadores y el espacio de polémicas revolucionarias. Más precisamente: el medio de confrontación recíproca de las experiencias de la vanguardia de la clase obrera que se empeña en encontrar la vía histórica de la revolución.


Dedicamos el ejemplar 1.500 de Prensa Obrera al compañero Luis Oviedo, el más apasionado colaborador de este periódico.