Partido

8/5/2008|1036

PRIMERO DE MAYO | La Plaza de la unidad obrera

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El acto convocado por el PO y un conjunto de organizaciones de izquierda, obreras y piqueteras en la Plaza de Mayo colocó una agenda y un planteo de lucha de clases en el centro del poder político del país. Así tuvieron que reflejarlo los medios. "La izquierda marchó y denunció al gobierno por enfriar los salarios", tituló Clarín (2/5), tomando un concepto de Néstor Pitrola. En medio de una crisis política y una pelea intercapitalista, el acto de la Plaza posibilitó que la clase obrera interviniera con una voz independiente.

El acto de Plaza de Mayo trascendió en un panorama dominado por la dispersión de actos. Primero, porque cuadruplicó o quintuplicó a los actos realizados por algunos grupos de izquierda o la CTA. Segundo, porque la convocatoria fue en Plaza de Mayo. En este caso defendimos una tradición política. Los que abandonaron esa conquista por espacios subalternos levantaron, también, objetivos subalternos.

Por sobre cualquier otra consideración, sin embargo, el acto de la plaza trascendió por su propósito político: levantar a la clase obrera como referencia política frente a la crisis nacional. Este ángulo permitió que prosperara un planteo unitario frente al manifiesto sectarismo de otros grupos de izquierda. Allí donde otros privilegiaron el interés de fracción, en la Plaza dominó la defensa de los intereses de conjunto del proletariado y su perspectiva histórica. Con un acto unitario en un cuadro de crisis, derrotamos definitivamente a los que han hecho toda la vida del slogan de la unidad un negocio faccional y oportunista.

Lucha política

Llegamos a la tribuna de la Plaza como resultado de una dura batalla política. En las reuniones preparatorias del acto, una parte de la izquierda desertó, alegando que era imposible un acto común en vista de las posiciones "irreconciliables" en torno a la "crisis del campo". Pero en la misma jornada del 1º, los rupturistas demostraron que sólo se trataba de una coartada. En plaza Congreso, una diminuta concentración del MST proclamaba su voluntad de unión, no con "los chacareros" sino con los disidentes centroizquierdistas. El MST escuchaba la exhortación a abandonar la construcción de un partido marxista. Parrilli reclamó "dejar a un lado la política de sectas", hablando en solitario.

A metros de allí, en el Obelisco, para variar, el PTS-MAS se servía del 1º de Mayo para una serie de ataques faccionales contra el resto de la izquierda y, en particular, contra el PO. Allí reiteraron su profesión de fe "antiagraria", aunque sin renunciar al planteo de las retenciones diferenciadas; o sea, al programa de un sector de la patronal agraria y del gobierno. En nombre de esas diferencias, abandonaron la Plaza de Mayo y privaron a los obreros de Mafissa de una tribuna común para su lucha. De todos modos, los compañeros de Mafissa resolvieron estar presentes en la Plaza de Mayo. Al lado de esa miopía sectaria, reivindicamos a un sector de compañeros, vinculado con el MIC, que vino con su planteo de unidad de clase a la Plaza.

La CTA

La pelea entre capitalistas no solamente desencaminó a la mayor parte de la izquierda. En el tendal quedó también la CTA, que se dividió entre un acto oficialista, comandando por D’Elía y Depetri, y una convocatoria aún menor impulsada por la CTA de Capital, que simpatiza con la patronal agraria de la FAA. ¿Puede sorprender, en ese cuadro, que el día 1º no se haya escuchado a la CTA hablar del aumento salarial o de la reapertura de las paritarias?

Para levantar una agenda obrera, varias seccionales de la CTA del interior marcharon con el PO y otras organizaciones de lucha, como ocurrió en Córdoba, en Rosario o en Neuquén. También en Plaza de Mayo estuvieron presentes delegados y dirigentes de ATE, activistas docentes primarios y universitarios, entre ellos la secretaria general de la Conadu H, que lo hizo con una adhesión pública.

El acto

En este cuadro, queda claro que nadie llegó a la Plaza casualmente, sino como resultado de haber participado de esta lucha política. Así ocurrió con el escritor y periodista Herman Schiller. Después de haber intervenido en las reuniones preparatorias en defensa de un acto obrero unitario, Schiller pidió ser uno de sus locutores. La posición de Schiller es un síntoma o expresión de un amplio sector popular y de la izquierda que no admite que ésta se convierta en furgón de cola, sea de la Sociedad Rural o de la kirchnerista Aceitera General Deheza.

La Plaza vibró con la solidaridad obrera y antiimperialista con "los siderúrgicos de Sidor, con los hambrientos de Haití y los obreros y campesinos de Bolivia" (de la convocatoria al acto). Con las evidentes diferencias políticas existentes, todos colocamos en la Plaza la lucha de la clase obrera en el primer lugar. Se produjo el hecho, raramente visto, de que algunos oradores ajenos a nuestro partido consideraran necesario y oportuno destacar en forma pública nuestra lucha para llegar a esta Plaza "de la clase obrera y los luchadores". Recíprocamente, nosotros reconocemos el esfuerzo colectivo de cada uno de los participantes, que supimos ver desde la diferencia un eje común que no se podía soslayar.

Marcelo Ramal