Partido

4/7/2019

Pronunciamiento de Marcelo Gramar y Ester Raquel Kitay

¡Por la continuidad histórica del Partido Obrero! Por el socialismo revolucionario

co-fundador y militante de Política Obrera , militante de Política Obrera

Esta declaración está firmada por dos viejos militantes de Política Obrera primero y del Partido Obrero después. El firmante Roberto Gramar (Marcelo) es uno de los fundadores de Política Obrera en 1964 y formó parte activa de su primer núcleo de militantes. Militó en el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil (fundador de la TERS, antecedente de la UJS) y en Chile, en nombre del movimiento revolucionario. Los avatares de la lucha de clases lo llevaron al exilio en Francia en 1976 y a una actividad internacionalista en Europa junto al PO. Con Jorge Altamira y Guillermo Lora formó parte del núcleo activo de la Tendencia Cuarta Internacional, luego de la expulsión de PO del CORCI. La firmante, Mónica Dalvez (Ester Raquel Kitay) fue una de las primeras militantes proletarizadas de PO. Acompañó a Gramar a Chile, donde fue detenida y torturada luego del golpe del 73. En diciembre de 1975, en los mismos días del asesinato de nuestros camaradas Fischer y Bufano, fue desaparecida, torturada y luego encarcelada en Olmos. En febrero de 1976, el periódico Política Obrera reivindicaba su consecuencia y su heroísmo. En julio de ese mismo año, partió de la cárcel al exilio. Continuó su actividad militante en Europa. En la actualidad, Marcelo y Ester continúan apoyando desde el exterior la actividad del Partido Obrero. Marcelo es corresponsal del periódico en París y colaboró activamente con el Colorado Rath en la actividad del centenario de la Revolución Rusa. Por problemas de salud no pudo participar personalmente en las jornadas.


Los antecedentes de todo militante no dan ningún derecho y sobre todo no dan el derecho a la infalibilidad. Esta infalibilidad es propia de la Iglesia Católica y el movimiento obrero la combatió siempre como la peste. Los hombres-programa no existen y es una etiqueta que corresponde más bien a una secta. Hacemos conocer una parte de nuestra historia porque forma parte de un acervo común a todos y todas, del partido y más en general de la lucha revolucionaria. Las generaciones más jóvenes tienen que conocer esta historia. El Partido Obrero, lamentablemente ha reflexionado y escrito muy poco sobre su propia historia, inmersa en la lucha de clases y en el combate por una dirección revolucionaria, en el país y en el mundo. Se puede entender entonces la sorpresa de muchos y muchas ante la crisis que está viviendo el PO. Su principal dirigente durante muchas décadas, Jorge Altamira, está empeñado ahora en destruir las conquistas de un largo combate.


Nosotros reconocemos la validez, y el valor, del último Congreso del partido, de su dirección electa, de sus expresiones públicas, de sus organismos. Se sitúan en la continuidad de su combate histórico por el socialismo, la intervención independiente del movimiento obrero, de la juventud y de las masas, la revolución… Es obvio que pueden existir matices, críticas, enmiendas. La actividad militante y la reflexión sobre la actividad, que caracterizan al Partido Obrero, permitirán en los próximos meses -que son decisivos- reforzar los puntos de apoyo, corregir las trayectorias, reconocer los errores posibles.


La proclamación de una “fracción pública” por parte de JA y de Marcelo Ramal (como sus principales dirigentes) se sitúa, en cambio, en otro terreno. La forma y el contenido se corresponden. La proclamación de una fracción -que es la instancia última para salvar la UNIDAD de un partido revolucionario- se tiene que hacer en forma estatutaria, con una convocatoria dirigida a todos los militantes y en una reunión donde todos los militantes pueden participar, sobre todo miembros de la dirección. La fracción de JA por lo contrario se constituye en una reunión CLANDESTINA para los organismos y militantes del partido -salvo por supuesto para sus participantes. Este sólo hecho define que se trata de una estructura faccional y no fraccional. Por lo demás, la fracción, o la facción, no le reconoce ninguna autoridad al PO y proclama que va a intervenir en la lucha de clases con su propio “programa”, sin ningún control, ni acuerdo con la dirección. Se constituye además en fracción internacional, como si la CRCI no tuviera en la Argentina una sección militante. Estamos en presencia de una actividad faccional, clandestina para el Partido Obrero que se propone intervenir públicamente con sus posiciones opuestas a las resoluciones y a la línea política del PO.


JA conoce muy bien las diferencias entre fracción y facción, por haber luchado al interior del PO contra algunas camarillas y por haber sufrido las resoluciones faccionales de la OCI contra PO. Ahora aplica muy mal las buenas lecciones que daba en el pasado.


No resulta fácil comprender las diferencias políticas y sobre todo comprender por qué esas diferencias políticas conducen a JA a proclamar una organización pública para enfrentarse con el PO. El documento “Por qué una fracción pública del PO” proclama como “estrategia” una postura sectaria de la construcción de un partido revolucionario, que se basaría en la proclamación de la lucha por el poder en todas las instancias de la lucha de clases y no en la intervención en los combates efectivos del movimiento obrero y de masas para que “el movimiento inconsciente se transforme en consciente”, esto es con un programa INDEPENDIENTE que tiene siempre como conclusión el gobierno obrero y popular (fórmula de la dictadura del proletariado) y la revolución socialista mundial. Para esta intervención resultan necesarias las consignas que puedan movilizar la actividad independiente de las masas. La habilidad y la inteligencia del partido, si se funde con la vanguardia de las luchas, es precisamente cómo articular, en cada fase, las consignas de lucha y la lucha por el poder (hay soviets, comités, o no, están en expansión o en retroceso, qué formas de organización se da el movimiento de masas, cuál es la relación entre consignas democráticas y programa revolucionario, y se puede seguir). Una secta, por el contrario, considera que cumple con su deber proclamando la lucha por el poder y desnudando la crisis capitalista.


La aplicación mecánica de la concepción del derrumbe capitalista como curso inevitable a la crisis revolucionaria confirma una metodología sectaria y un desarrollo teórico y programático escuálido.


En este sentido, convertir a la orientación “Fuera Macri-Constituyente Soberana- Gobierno de Trabajadores” en la viga maestra de la agitación actual nos parece un error político esencial porque NO APARECE la consigna que pueda motorizar efectivamente la actividad independiente del movimiento de masas. Fuera Macri en un período electoral es llamar a votar por su “oposición”, la Constituyente Soberana es una consigna democrática que no tiene tradición en la Argentina (como la podía tener en China y en Argelia ahora) ni moviliza a la pequeña burguesía y al campesinado (su objetivo central) y el Gobierno de los trabajadores aparece simplemente como un afiche. “¿Cómo?” y “¿de qué manera?” se planteará la vanguardia militante.


La fracción aceptó de hecho que estas diferencias políticas se discutan al interior del Partido, con el método democrático de la convocatoria a un Congreso. NO SE DECLARÓ SIQUIERA COMO TENDENCIA, esto es, no definió un programa de reagrupamiento. A partir de ataques exteriores, y sobre todo luego del Congreso, apareció la cuestión de que el PO estaba dominado por un aparato, una burocracia. No se ha aportado ninguna definición política sobre este supuesto fenómeno. La demostración es circular: es una burocracia porque decimos que es una burocracia. Cuando se trata de exclusiones, no se aporta tampoco ningún elemento. La tesis de la “exclusión” de JA del debate es directamente ridícula. Quienes conocemos un poco a JA sabemos que hubiera mandado todo al diablo al menor signo de “exclusión” real. Se trató en realidad de un cuadro de minoría política que JA no pudo aceptar.


Es probable que esta fase de la crisis del PO haya comenzado en el 2015. Nos consta personalmente que JA hacía responsable a la dirección del partido de su derrota en las primarias del FIT, en una reacción sectaria y burocrática a un fenómeno político de importancia, que no es para nada extraño en un frente único. Nos parece que nunca entendió la importancia del FIT como frente único y que siempre lo consideró como un mal necesario y que su presencia dirigente en el FIT era el medio singular para salvar esa unidad del oportunismo y el electoralismo. Es una manifestación sectaria propia de un « hombre-programa ».


El ataque de la fracción o facción se da en un momento político nodal. La crisis del régimen, como manifestación nacional de la crisis capitalista mundial, es profunda y con efectos terribles sobre la población y la clase obrera. Las delimitaciones políticas se están haciendo alrededor de las elecciones y los partidos. Los revolucionarios no son electoralistas ni antialectoralistas; luchan por la delimitación política de la clase obrera con la burguesía y en los países semicoloniales con la burguesía nacional. Claro que las elecciones son un terreno favorable a la burguesía y las huelgas y movilizaciones son un terreno favorable para nosotros. No podemos elegir el terreno; lo que podemos hacer es no adaptarnos a su carácter burgués. Con dificultades evidentes (lo contrario sería extraño) el FIT lo consiguió en el pasado y el FIT-U lo está consiguiendo ahora. La actividad del PO será decisiva en este sentido. La crítica de que el FIT-U ha cambiado de naturaleza y que hay que apoyarlo desde “afuera” es una chiquilinada arbitraria, para justificar una actividad contra el Partido Obrero. ¿En qué la firma de un pacto con el Perro Santillán era “revolucionaria” y la firma de un acuerdo claro con el MST es oportunista? ¿Será porque en un caso fue promovido por JA y en el otro no?


Nos parece que la crisis del PO y el lugar que ahora ocupa JA, uno de sus fundadores y dirigente central durante varias décadas, tiene causas profundas, que van más allá de la personalidad y el declive de una persona. Nos duele porque compartimos muchos años de lucha como compañero/a y amigo/a. Pero hay que hacer frente a la realidad. El trotskismo se ha encontrado con dificultades específicas en su lucha histórica por un partido y una internacional revolucionarios. Hay que escarbar para poner de relieve las dificultades superadas y las no superadas. El rol mesiánico o casi mesiánico de una figura en la construcción de una organización, y su descomposición final, como minoría o no de su organización, no es propia de la Argentina ni del PO. Sucedió en Bolivia, en Inglaterra, en Francia. Tiene que ver sin duda que, a diferencia del período 1880-1940, los trotskistas no formamos parte de un “movimiento obrero socialista” que nos nutre, nos orienta y nos pronuncia de tanto en tanto un veredicto. Ese movimiento no existe o existe de una manera muy dispersa, difusa, primaria. Parece que dependieramos de nosotros mismos y solamente de nosotros mismos. Y no es así.


El Partido Obrero se fortalecerá con esta crisis. Tiene que seguir buscando sus puntos de apoyo en el movimiento obrero, en la juventud, en las mujeres, en las masas desocupadas. Tiene que apoyarse en todos los avances revolucionarios, teóricos y prácticos. Tiene a su favor una experiencia militante excepcional, una inserción en el movimiento obrero y de masas, una dirección capaz de hacer frente a las crisis.


¡¡Adelante!!


Marcelo-Ester