Partido

12/12/2013|1297

Resignificación de la palabra “picnic”

Quizás, en un futuro no tan lejano, la definición de picnic -o la imagen popular que resulta de aquella palabra- sea reconsiderada a la luz de los picnic de fin de año del Partido Obrero. La bucólica imagen campestre que incluye una canastita de mimbre y una mantita cuadrillé roja y blanca, tal vez sea reemplazada por la de celebraciones a la militancia realizados por la militancia, por un hecho social y político concurrido por miles, por una actividad atravesada por prácticas deportivas de todo tipo y por mesas de debate y por recitales y por discursos. Si el objetivo fuera resignificar verdaderamente, la referencia obligada debería ser el picnic de fin del año 2013 del PO. Probablemente porque había mucho que festejar o porque el ascenso de la izquierda es muy perceptible, o porque por primera vez el diputado de los trabajadores Néstor Pitrola hablaría frente a miles o porque todos los asistentes aguardaban las palabras de Jorge Altamira frente a un año promisorio que termina, el clima social era inmejorable. A pesar del calor incesante, todo era sonrisas. A tal punto que un campeonato de fútbol con ciento cuarenta equipos concluyó sin que la exaltación de las pasiones llevara a la violencia -como suele suceder en casi cualquier campeonato de fútbol-, en una demostración de que es posible que la cosa sea distinta si se lleva adelante con organización adecuada y bajo el impulso de una política revolucionaria. La hazaña de un campeonato de estas características y la prohibición del estipendio de alcohol durante toda la jornada son dos características que deberían ser resaltadas con orgullo por los militantes socialistas.


Personalmente, me tocó coordinar la mesa de presentación de Mariano Ferreyra. Diario del juicio, el imprescindible documento elaborado por Jacyn, que da cuenta del histórico proceso que culminó con la prisión de Pedraza y la patota que asesinó a Ferreyra. La mesa contó con la presencia de Claudia Ferrero, representante del equipo de abogados que contó los vericuetos judiciales; el periodista Ernesto Tenembaum, que trazó un recorrido sobre cómo había sido tomado el tema por los alicaídos periodismos oficiales, y María Luján Rey, madre de Lucas Menghini y gran activista de la comisión de Familiares de las Víctimas de la Tragedia de Once, quien contó cómo la crónica de un juicio de esta naturaleza la prepara para el suyo propio, que comienza en marzo. "El libro muestra cómo fue esencial la movilización popular que acompañó el litigio", dijo Rey, quien leyó bien el texto y sus enseñanzas. Jacyn mostró por qué esa lucha continúa, para cerrar un debate inteligente y emotivo.


Entre todas esas actividades, pude ser testigo de un apasionado intercambio entre el director teatral Ricardo Bartís y el cineasta Mariano Llinás, las familias bajo la sombra de los árboles disfrutando del descanso y de la charla, el saludo con la cabeza de Martín Caparrós a su amigo Tenembaum, el rock incontrastable de Salta la Banca y Las manos de Filippi, la felicidad de muchos, los didácticos discursos de Pitrola y Altamira, la pasión de las estrofas cantadas de "La Internacional". Es bueno haber sido testigo de una jornada en la que miles de trotskistas coparon los bosques de Palermo para mostrar de qué manera entienden ellos la palabra picnic y entonces echarlo a andar.