Partido

17/11/2011|1203

Trabajadores: ha muerto uno de sus héroes

Gregorio Flores

El 10 de noviembre, a los 77 años, ha muerto Gregorio Flores. Si se dejase volar la imaginación, en cada fábrica, en cada lugar de trabajo deberían dedicarse unos minutos al legado de su vida. Contentémonos con plantar algunas de las postales de ese legado.

Noviembre de 1970. Gregorio Flores es vocal titular en la comisión directiva del Sitrac, el sindicato de trabajadores de Fiat Concord recuperado de manos de la burocracia luego de una ocupación con “retención de los ejecutivos de la empresa” -como se le informó a la prensa- que se produjo a mediados de mayo. Gregorio se ha pronunciado por el socialismo en un homenaje al Che Guevara y la oposición en el seno del cuerpo de delegados es tan fuerte que se llama a un plenario para juzgar su conducta. “Negro, estás usando el sindicato para hacer política”. Gregorio responde: “Son los patrones los que no quieren que nosotros hagamos política, porque en ese caso nos vamos a dar cuenta cómo ellos se apropian de las riquezas que nosotros producimos (…) si unos pueden decir que son peronistas, otros radicales, por qué yo no puedo decir que soy socialista”. Un delegado, ex gendarme, se anima: “Pero Negro, qué es el socialismo”. Y Gregorio Flores produce una definición que une el rigor a la economía de palabras: “un régimen social donde la vida del obrero no se negocia”. En salud, en vivienda, en cultura, Gregorio va desgranando las virtudes de ese régimen social y uno a uno los delegados van su aprobación. Cuando el secretario adjunto del Sitrac, Domingo Bizzi, se para y dice: “Negro, desde ahora somos un sindicato de izquierda”, estaba dando sanción a un hecho histórico: el clasismo había ganado el primer sindicato -luego seguiría Sitram, el sindicato de trabajadores de Materfer- después del advenimiento de Perón.

Gregorio Flores tuvo una impronta propia en esa generación imponente de luchadores: fue un dirigente político de la clase obrera y toda su existencia fue un constante debate sobre la política que debía asumir la vanguardia obrera para superar los límites del sindicalismo. “Si como hasta ahora (la clase obrera) se limita a la lucha sindical, la burguesía y el imperialismo tienen miles de formas distintas de maniobrar para hacer que una conquista económica lograda hoy, mañana no tenga importancia” dirá en su primer libro1. “Dentro de los errores que cometimos como dirección del Sitrac-Sitram, estuvo el no haber aprovechado el respeto ganado ante los obreros para meter la idea de que teníamos que construir nuestro partido”, concluirá en otro2.

Gregorio Flores fue militante del PRT en el período 1971/76; una experiencia política que intentó saldar, en el marco de un enorme afecto por su dirigente máximo: “pienso ahora… que Santucho confiaba excesivamente en lo militar, por esa razón, tal vez, creía en los frentes populares” que “son contrarios a la lucha de clases” y que tienen como animador al estalinismo “contrarrevolucionario”2.

“No cometamos los errores de Sitrac-Sitram”

Agosto de 1971. Gregorio Flores está en la cárcel, pero es parte del núcleo organizador del Congreso de Sindicatos Combativos, Agrupaciones Clasistas y Obreros Revolucionarios. Hasta ese momento y en su corta vida, los sindicatos de Fiat habían hecho retroceder una y otra vez al gobierno, la patronal y la burocracia y se habían ganado el odio acérrimo de estos enemigos. La convocatoria al Congreso abrió una perspectiva clave de coordinación y estructuración nacional de un movimiento autónomo de clase, que tuvo la oposición del Partido Comunista -que llamó a sabotearlo- y del peronismo de izquierda -que actuó para esterilizarlo por dentro, junto al llamado maoísmo. El peronismo y los petardistas no querían un movimiento clasista e independiente, porque era la contrafigura de la perspectiva nacionalista burguesa que, con Perón a la cabeza, agrupaba al conjunto de fuerzas patronales contra el ascenso revolucionario abierto por el Cordobazo. Esa asamblea histórica del movimiento obrero fracasó en sus objetivos -las direcciones de Sitrac y Sitram cedieron, dejando de lado la formación de una Coordinadora-, pero dejó como saldo la declaración presentada por los sindicatos clasistas, una defensa de principios sindicales revolucionarios, un rechazo a la colaboración de clases del sindicalismo peronista y como planteara el periódico de Política Obrera “una notoria reanudación con los lazos históricos del marxismo (que) coloca los cimientos básicos sobre los cuales puede construirse, en el combate, la corriente sindical clasista”3. Sólo Política Obrera (y Gregorio Flores en la cárcel) sostuvo hasta el final la aprobación de ese programa y la unión del movimiento clasista bajo esa perspectiva. El Congreso pasó a cuarto intermedio y, 60 días después, la dictadura militar disolvió los sindicatos de Fiat.

En abril de 1974, ante un Plenario convocado por las internas de la UOM de Acindar, Metcon y Marathon con el mismo objetivo y mucho más representativo, la historia volvió a repetirse. La Juventud Peronista y el Partido Comunista se pronunciaron en contra del Plenario y lo boicotearon, como parte de su política de sostenimiento del gobierno de Perón, en franca ofensiva contra los trabajadores. Tosco, Salamanca (PCR) y el Movimiento Sindical de Base -corriente sindical del PRT- se hicieron presentes en él para desalentar la estructuración de una corriente contra la burocracia a escala nacional, una vez más con la oposición de Política Obrera. La consigna de todos ellos fue “no cometamos los errores de Sitrac-Sitram”. Se delimitaron de la simiente independiente que dejaron los sindicatos clasistas para reivindicar sus límites, de los que fueron responsables.

Gregorio Flores trazó un balance implacable contra esta política. “Los únicos programas conocidos del movimiento obrero organizado son Huerta Grande, La Falda y el de la CGT de los Argentinos”. Todos ellos (…) parten del presupuesto de que entre la clase obrera y la burguesía nacional existiría un terreno común que sería el de la liberación nacional, poniendo un signo igual entre el programa democrático y el de los explotados. La lucha de clases, presupuesto sobre el que se basa el clasismo, estaría reemplazada por la unidad nacional”4. Gregorio denunció a los que llamó “renegados” -Piccinini, Gdansky, “Barba” Gutiérrez, Guillán, Mary Sánchez -por “tomar el poder” en sus sindicatos como opositores y terminar siendo parte del arco de colaboración con gobiernos patronales y enemigos del clasismo. Tienen en común, escribiría Gregorio, “no haber cortado su cordón umbilical con el nacionalismo burgués”1.

El primer candidato a presidente

Gregorio Flores se incorporó al partido en 1983 y fue su primer candidato presidencial junto a Catalina Guagnini. Dejó testimonio: “Si en verdad se quiere terminar con los ciclos de frustraciones (…) hay que construir una alternativa independiente -un partido obrero de masas que sea capaz de organizar y dirigir los próximos enfrentamientos- nuestro propio partido”. En esa perspectiva se orienta el Partido Obrero”1.

Nuestro abrazo emocionado a sus hermanas de hierro, Juana y Mecha, a su compañera Lilian, a su nieto -más allá de la sangre- Ezequiel y a toda su familia.

Chau, Negro.

 

1. Flores, Gregorio: Sitrac-Sitram, del Cordobazo al clasismo, Ediciones Magenta. 1994.
2. Flores, Gregorio: Lecciones de Batalla, Ediciones R y R, 2006.
3. Política Obrera Nº 96, 7/9/1971.
4. Flores, Gregorio: “Sobre Agustín Tosco”, Prensa Obrera, 19/4/2001.