Partido

21/12/2018

Una vida dedicada a la Revolución: video-homenaje del Ojo Obrero para el Colo Rath

El Colo, su voz y sus gestos, convocando a la lucha por la caída del gobierno o explicando en la televisión por qué la declaración de la independencia significó la clausura de la Revolución de Mayo.


El Colo en el recuerdo de sus compañeros, el organizador de rebeliones y propagandista. El Colo anfitrión, cultor de la amistad, el Colo que celebraba la pasión, la vida y la lucha.


El Ojo Obrero presentó en el pic nic del Partido Obrero “Una vida dedicada a la Revolución”, un cortometraje de 20 minutos dedicado a Christian Rath, fallecido en mayo pasado. Mediante testimonios e imágenes de archivo, los compañeros lograron plasmar un retrato de quien fue un gran dirigente del Partido Obrero, uno de los mejores cuadros del trotskismo y una persona entrañable.


Néstor Pitrola rememora los orígenes militantes del Colo en la juventud católica y su pasaje al marxismo, a mediados de la década del 60. Jorge Altamira se refiere a la incorporación de ese grupo que encabezaban el Colo y Marcelo Martín –fallecido en 1969– como “la primera revolución política” en la naciente organización de Política Obrera. “Un creador del Cordobazo” lo llama Rafael Santos, recordando la gran agitación que el Colo protagonizó entre el proletariado cordobés, como delegado de fábrica y animador de la agrupación Vanguardia Obrera Mecánica, que colaboraría con la recuperación de la seccional del Smata y el levantamiento obrero contra la dictadura de Onganía.


Organizador del movimiento piquetero, “armador” de las primeras asambleas que le darían a éste estatura nacional, y propagandista, organizador de la formación política revolucionaria de las nuevas –y también de las no tan nuevas– camadas de militantes, una tarea que lo apasionaba y que desarrolló intensamente hasta sus últimos días.


El costado más íntimo del Colo aparece de la mano de los testimonios de su hijo Alejandro –cineasta, uno de los fundadores del Ojo Obrero– y de Olga, compañera y amiga entrañable.


Ale recuerda las frecuentes salidas al cine como “un lugar de encuentro” con su padre; la fantástica biblioteca del Colo sobre historia del movimiento obrero argentino e internacional –que en gran parte fue donada por sus hijos Ale y Lisa al partido y próximamente estará disponible al público para su consulta–; el “orgullo de padre” de encontrarse a su hijo como delegado en algún congreso del Partido Obrero.


“El Colo podía ser implacable cuando discutía cuestiones políticas, pero mostraba una confianza que rozaba el candor en el trato uno a uno. Tenía una mirada compasiva, comprensiva y esperanzadora sobre los seres humanos”, lo describe Olga, una asidua invitada a las fiestas y asados que animaban la terraza de Paternal que el Colo compartió durante mucho tiempo con Elena, su compañera, y los hijos y amigos de todos.


“Lejos de ser un jubilado, tenía mucho para dar todavía”, dice Alejandro con toda razón.


El Colo, como Marcelo Martín, el “Goyo” Flores y Pablo Rieznik fueron grandes compañeros y revolucionarios que forjaron la personalidad política del Partido Obrero en la lucha bajo las circunstancias más diversas, en democracia y en dictadura.


 



 


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