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13/3/2008|1029

VENEZUELA | Sidor: El Estado y la dirección sindical se empeñan en impedir la huelga

El gobierno chavista continúa aplicando una implacable política de estrangulamiento del conflicto de los trabajadores de la siderúrgica Sidor, en conflicto por la renovación de su convenio colectivo, y de estatización de su organización sindical.
La discusión paritaria lleva catorce meses de atraso; el deterioro salarial de los trabajadores de Sidor es impresionante: el sindicato Sutiss reclama un aumento salarial de 68 bolívares fuertes diarios, que le permitiría "acercarse" a lo que ganan los obreros del aluminio. El salario promedio de un "sidorista" es de 2.927 bolívares fuertes mensuales; el inicial de un trabajador de la siderúrgica CVG Venalum es de 4.000.
Hace ya dos semanas que vencieron los plazos legales que habilitan al sindicato a declarar la huelga. Pero la Directiva del Sutiss, a pesar del retraso del convenio y de que la patronal (el grupo Techint) no realiza ofertas serias, y a pesar también de la disposición de lucha de la base, no ha declarado la huelga. De este modo ha pasado a formar parte del operativo de estrangularla en el nido.

La política del gobierno
Desde el vamos, la política oficial pretendió imponer el arbitraje del Estado.
Pero los obreros una y otra vez lo rechazaron. El ministro de Trabajo, Ramón Rivero, amenazó entonces con imponer la exigencia legal de "condiciones mínimas", que obligaría a trabajar a la mitad del personal. Al mismo tiempo, amenazó con declarar ilegal la huelga si los obreros no cumplen esos "servicios mínimos".
Techint se escuda en la política del gobierno (que tiene el 20% de las acciones de Sidor) para pudrir las negociaciones y darle al ministro la justificación para la aplicación del arbitraje estatal.
El gobierno pasó de las amenazas a los hechos: el martes 4, una manifestación de "sidoristas", en el marco de un paro de 48 horas, fue violentamente reprimida por la Guardia Nacional. En repudio a la represión, el turno tarde de Sidor resolvió en asamblea extender la huelga por 24 horas, lo que fue seguido por los demás turnos. Los paros parciales están fuera de lugar porque no acaban de parar los altos hornos y no dan efectividad a la huelga. Son una forma de presionar por un resultado más positivo del arbitraje.

La Directiva no quiere la huelga
El ministro de Trabajo no se ha limitado a amenazar a los trabajadores; por sobre todo, ha seguido una política activa de división de la dirección sindical y de cooptación de una parte de ella, porque entiende que aquí se juega un objetivo político. Así, logró que una fracción de la dirección del Sutiss, denominada "Unidad Matancera", denunciara el paro de 24 horas como "inorgánico" y acusara al activismo de "no estar interesado en la renovación del convenio" por sus "intereses políticos". Exactamente los mismos argumentos del gobierno y de la patronal.
La dirección del Sutiss subordinó de nuevo la huelga por el convenio a una nueva reunión, ahora con el vicepresidente de la República; es decir, sigue esperando y desgastando. También la izquierda de la Directiva espera y desgasta. Un comunicado de Marea Socialista (el MST venezolano), del 8 de marzo, indica que "empieza a avanzar la discusión de la convención colectiva" y califica la oferta llevada por la patronal a la "comisión" como "un avance en la discusión". Se trata de una maniobra para evitar el arbitraje, por un lado, pero por sobre todo la huelga, por el otro. Marea Socialista se ha jugado desde el inicio por un arbitraje de Chávez.
Pero la "comisión" es una vía muerta. El dirigente sindical Orlando Chirinos denunció que "la empresa ha establecido una fuerte alianza con el gobierno (…) no es casual que Sidor se pusiera de acuerdo con (…) el ministerio de Trabajo (en) imponer un consejo de arbitraje, que como todos bien sabemos es un mecanismo que sólo sirve a los patrones".
La función del arbitraje estatal es paralizar la acción de la clase. Políticamente, apunta a que el proletariado no emerja en Venezuela, como factor independiente. El chavismo quiere estatizar los sindicatos, convertirlos en una oficina del gobierno y atomizar a la clase obrera.

Luis Oviedo