Escuadrón de la muerte en Don Torcuato

Prensa Obrera N 874 se refirió a la historia criminal de las empresas privadas de seguridad, a los personajes mafiosos que han desembarcado con ellas y, por su in­termedio, al reciclaje del Plan Cón­dor dedicado ahora al tráfico de drogas y de armas y, por supuesto, a la represión. Ahora, al salir a luz el funcionamiento del “escuadrón de la muerte” en Don Torcuato, se tiene que esas empresas, en combi­nación con la Policía, tienen otra de sus especialidades en el asesinato de niños, como sus colegas de Río de Janeiro.


Ese escuadrón estaba formado en su mayor parte por “patas ne­gras” de la Comisaría 3" y del Co­mando Patrullas de Tigre, que ope­raba en una zona que ellos mismos llamaron “triángulo de la muerte”, entre la Panamericana al oeste, la avenida Belgrano al este y la aveni­da Libertador al sur. El grupo actua­ba al mando del sargento Hugo Al­berto Cáceres, (a) “el Hugo Beto”, quien había organizado una agencia de seguridad que actuaba a modo de comisaría paralela. Ese comando parapolicial cobraba a los comer­ciantes y dueños de countries para “limpiar” la zona de “indeseables”. Por eso Cáceres y su gente fotogra­fiaban a los pibes detenidos por cual­quier circunstancia. Esa foto, claro está, significaba el asesinato seguro, a plazo fijo, del chico apresado.


Paralelamente, “el Hugo Beto” también cobraba a delincuentes para darles “zona liberada”, mien­tras se transformaba en secreto a gritos su vínculo con el narcotráfi­co y los desarmaderos de autos ro­bados. Por supuesto, los vecinos que se negaban a pagar por su “se­guridad” eran asaltados una y otra vez. Además, en aquel “triángulo” no patrullaban los móviles de la 3° ni del Comando Patrullas; sólo los autos blancos con sirena y baliza arriba del “Hugo Beto”, y sus mu­chachos provistos con equipos de comunicaciones, armas pesadas, municiones -muchas de uso prohi­bido- y chalecos antibala.


Entretanto, la comisaría para­lela funcionaba en la casa de Cáce­res, en el barrio Los Dados, un bún­ker con arsenal y archivo que pudo ser visto por el periodista Ricardo Ragendorfer. Allí había carpetas con fotografías de “malvivientes”, casi todos adolescentes menores de 16 años. Sobre varias de esas fotos, Ragendorfer vio el cartel “abatido”.


Entre esos chicos asesinados -serían más de 60- figuran algunos casos que produjeron movilizaciones importantes, como los de José Gui­llermo “Nuni” Ríos, Angel Fabián Blanco, Juan Teodoro Salto, Lean­dro García, Gastón “Monito” Galván y Miguel “Piti” Burgos. Esas movili­zaciones, finalmente, llevaron a es­tos criminales a juicio oral.