Impunidad en el triple crimen de Cipolletti

En un fallo que estaba cantado, la Cámara Segunda en lo Criminal dictó condena contra Kielmaz y Gonz[alez Pino, pero no por el asesinato de las tres chicas, sino por su *participación activa, de algún modo* en el primer tramo de los hechos, es decir, en su secuestro y traslado (La Mañana del Sur, 6/7).


El fallo admite que no puede determinar quiénes las mataron y vejaron, dónde ocurrió el hecho, cuántas personas participaron, dónde las tuvieron secuestradas, y ni siquiera cuántas personas tomaron parte del brutal crimen.


El Tribunal, en vez de preocuparse por dar estas respuestas, estuvo más atento en hacer callar a los manifestantes que se agolpaban en las puertas de la sala y gritaban a viva voz que *no hay justicia*.


Afuera, los padres de las víctimas, sus amigos y la juventud cipoleña señalaban la culpabilidad de la policía y el encubrimiento del gobierno de la Alianza y del juez de instrucción.


Aún así, es muy posible que los condenados consigan hacer caer algunos cargos. Esto se debe a que el propio tribunal dictó condena sin más pruebas que dichos de tres personas: 1) un testigo que fue atropellado y murió unas semanas antes del juicio, 2) una menor que el propio tribunal reconoció que incurrió en *errores de apreciación*, *no reconoció en rueda de presos a los imputados*, pero *aunque parezca paradójico, precisamente las variaciones de su relato conducen a descartar que se trate de un testigo inducido…* (ídem) y 3) la ex-esposa de uno de los imputados.


En el mismo día el tribunal absolvió a un comisario y otros policías del cargo de encubrimiento, en una de las causas conexas.


Otros policías habían sido desprocesados antes.


La justicia de Verani y los *progres*, como el intendente Arriaga, se han declarado satisfechos.


Es que el contraste con el caso Mellman no puede ser mas patético. Expulsada la base de una investigación independiente en las primeras semanas, los encubridores se tomaron más de tres años para armar este circo que hoy pare este *juicio trucho*, como lo denominaron las familias Gonzáles y Villar.


En los tres años desde los asesinatos ocurrió la muerte *dudosa* de testigos y el *suicidio* sospechoso de un perito.


Hubo de todo, además de impunidad y encubrimiento, menos justicia.


Neuquén, 11/7