Políticas

21/12/2017|1487

18D, un antes y un después en el movimiento obrero

El gran dato de la jornada del 18D fue la movilización obrera, estimada entre 200 y 300 mil personas. Fue una rebelión obrera a varias bandas.



Primero, contra el paquete antiobrero; en segundo lugar, contra la CGT, la segunda y más profunda después de aquel 7 de marzo del palco en fuga. El paro absurdo que el Triunvirato y toda su conducción anunció una hora y media antes de que comience, en la propia mañana del lunes, era incumplible. No había sido organizado, cuando hubo varios días para hacerlo desde que se convocó la sesión. Además, no lo acataron la UTA, la Unión Ferroviaria, la Uocra, UPCN y Comercio. La Fraternidad paró sólo 12 horas.



En cambio, la CGT dio la orden de no movilizar: “Vamos del trabajo a casa, porque rechazamos la acción de los infiltrados”, adelantó el barrionuevista Acuña, al mejor estilo Rucci en tiempos de “ni yanquis ni marxistas”. La respuesta obrera, a partir del sindicalismo clasista e independiente, de los cuerpos de delegados de base de la izquierda y de las CTA, fue la colosal movilización. La UOM, sin garantizar paro, movilizó sus delegados en ambas fechas.



Se desafió la represión brutal de la Gendarmería del día 14, y se movilizaron sectores que no lo habían hecho ese día, como Foetra. En otros, las columnas crecieron al doble, al triple y más, como los docentes o el propio Sutna. El antecedente fue el paro del 15, donde el Neumático paró con alta conciencia política, contra el paquete y la represión vivida, al igual que ATE y sindicatos docentes combativos. Para ilustrar, del Suteba Matanza, se pasó de siete a diecinueve micros repletos de compañeras y compañeros.



Un párrafo aparte merece la movilización de las organizaciones piqueteras. El Polo Obrero no estuvo solo esta vez. El trío piquetero ligado al Vaticano ha entrado a chocar con el gobierno, a partir del ataque a la movilidad de la Asignación Universal por Hijo y los planes sociales. Ya había sido un antecedente su participación en la jornada del 6, organizada por la CSC-PO y la CTA Autónoma.



En este marco, la UOM abandonó la CGT y el Triunvirato está herido de muerte. La CGT unificada voló por los aires. La UOM puede estar reflejando la continuidad de la crisis industrial, pero también la propia rebelión de las bases: en la UOM Tierra del Fuego, que se levantaron contra el congelamiento salarial hasta 2020. Por lo pronto, Aluar se movilizó masivamente en Puerto Madryn, en otra manifestación del sismo que recorre a este gremio estratégico. Siete seccionales del conurbano se levantaron contra la conducción el 29 de noviembre, en la convocatoria kirchnerista, y la UOM Quilmes movilizó también el 6 de diciembre. Y el 18D, Siderca paró en un 100%, al igual que Acindar Villa Constitución.



En estas horas se resuelven nuevos paros generales del Banco Provincia en defensa de su caja y su jubilación, y el Ingenio La Esperanza es reprimido en Jujuy y su dirección ilegalizada en el marco de una huelga por el salario y contra 400 despidos.



Una nueva etapa se abre en el movimiento obrero. La lucha contra la reforma laboral, contra las paritarias a la baja, contra los cierres de fábrica se dará en otro escenario. Las nuevas conquistas de cuerpos de delegados de la CSC-PO en gremios industriales, la gran votación a la Multicolor del Suteba, la conquista del Sute Mendoza por un frente antiburocrático, las ocupaciones de fábrica del año (Conicet, AGR, Pepsico), las huelgas docentes y azucareras, las extendidas huelgas santacruceñas; han sido antecedentes de una maduración en los trabajadores y de desplazamientos políticos en la vanguardia obrera. La enorme votación fabril al FIT no puede divorciarse de este proceso.



El otro dato fue el cacerolazo de la Ciudad de Buenos Aires, del conurbano y de todo el país, en la noche del 18D. Reproduciendo la alianza de clases del Argentinazo, pero en nuevas y superiores condiciones: esta vez no entre desocupados y ahorristas, sino entre las columnas obreras de la tarde y los sectores medios de la noche que confluyeron en el reclamo contra el paquetazo y la represión.



En la columna independiente del 29 de noviembre, en el acampe del Polo Obrero el 4 de diciembre, la Plaza del 6, la movilización del 14 y este gran 18D, hemos contribuido activamente para que el movimiento obrero y popular se ponga a la iniciativa contra el régimen. El ataque al PO, recuerda al de Alfonsín en 1989, o el de Aníbal Fernández ante las puebladas contra el sistema ferroviario. Culpabilizan a las víctimas, como hicieron con Kosteki y Santillán o con Mariano.



Hay un antes y un después del 18D, en la lucha por una nueva dirección. Macri no ha podido derrotar al movimiento obrero. Le planteamos a todo el activismo la lucha estratégica por un Congreso de Bases que discuta un plan económico de los trabajadores a partir de nuestras reivindicaciones más inmediatas y un plan de lucha para llevarlo adelante.