Políticas

14/8/2008|1051

1968-2008 | Irene Rossi (Isabel)

"IreneHace 40 años, un 20 de agosto de 1968, perdíamos a Irene Rossi, compañera de 22 años, militante de Política Obrera. Un desgraciado accidente, mientras andaba en bicicleta, truncó la vida de quien se había ganado con justicia tanto cariño y reconocimiento, no sólo de sus compañeros de militancia sino también de sus compañeras de la fábrica de televisores a la que había ingresado el año anterior.

Un homenaje a su memoria, como constructora de nuestra joven organización, tiene que poner de relieve sus notables cualidades personales que la destacan entre la generación que construyó los primeros peldaños de nuestra organización. Los que tuvimos la oportunidad de conocerla de cerca y de compartir con ella la militancia y su amistad, seguramente coincidiremos que tenía un gran futuro en el partido que estábamos construyendo.

Nacida en un hogar burgués, comenzó su militancia cuando era estudiante y Política Obrera fue la primera y única organización política en la que militó. Ingresó en 1964, en el primer año de vida de nuestra organización. Tomó las banderas de la revolución socialista con tanta naturalidad, con tanto entusiasmo y con tal desprendimiento que parecía que ningún esfuerzo le costaba. Disfrutaba de la militancia, no porque no le afectaran los reveses sino porque estaba contenta con la vida que había elegido y que construía día a día. Su hogar fue siempre lugar de reunión y de paso de numerosos militantes o simpatizantes en el que no faltaban las reuniones sociales.

Volcarse al movimiento obrero para ella no fue sólo una orientación sino una convicción que arrancó con piqueteos y volanteos en puerta de fábrica. Participar "desde afuera" en los conflictos y en los debates en el movimiento obrero no fue suficiente y se "proletarizó" sin dudarlo, con la misma alegría y determinación con la que asumió todos sus compromisos en la vida. Así fue de las primeras en ir a trabajar a fábrica, en 1967, como obrera metalúrgica de la fábrica de televisores Telesud, en Villa Urquiza, de la UOM Capital.

La clase obrera la recibió como a una de las suyas. Se ganó su confianza por su dedicación, su simpatía y su capacidad de liderazgo. Al año la eligieron delegada y a pesar de las resistencias burocráticas, el día previo al accidente había sido elegida delegada general, encargada de la reorganización sindical en la empresa. A los 22 años.

Y no es que la tuviera fácil. La dictadura de Onganía, que arrancó en junio de 1966, había dictado la ley anticomunista y contaba con la colaboración de la burocracia sindical para regimentar al movimiento obrero. Pero además intervino sindicatos y suspendió la personería de varios más (entre ellos, la UOM). El paro convocado por la burocracia el 1° de marzo de 1967 frente al plan "liberal" de Krieger Vasena fracasó. El movimiento obrero sufrió una derrota y retrocedió. Muchos, incluso dentro de la izquierda, dieron al movimiento obrero por desaparecido por mucho tiempo. Eran los tiempos del auge del guevarismo, de la presencia del Che en Bolivia y en nuestro país del nacimiento de los Montoneros y del PRT.

Irene batalló contra todo esto y se ganó un lugar entre las nuevas camadas de jóvenes activistas obreros que hacían renacer al clasismo donde otros sólo veían desmoralización. Las luchas del ’68, como las que ella protagonizó en su fábrica, estaban mostrando la emergencia de esta nueva camada de activistas jóvenes. Pera ella se nos fue sin saber que con esas luchas y con esa construcción se estaba pavimentando el camino hacia el Cordobazo.

Irene fue de los fundadores de la agrupación clasista Vanguardia Metalúrgica que bajo el impulso de Política Obrera fue gestando un reagrupamiento de activistas en el gremio. Justamente, en agosto del ’68, VM estaba librando una tenaz batalla política en el seno de la CGT de los Argentinos en defensa de la democracia sindical y el clasismo, y contra los intentos autoritarios y burocráticos de su dirección ongarista.

No podemos dejar de mencionar en este homenaje lo que fue su última batalla. El accidente no le quitó la vida de inmediato sino que tuvo una convalescencia de diez días en la clínica en la que estuvo internada. Y todos los que pasamos por ella podemos dar testimonio de esa batalla final contra la muerte, de su temple. Quería seguir al tanto de todas las actividades, de todos los frentes en los que estaba involucrada (que no eran pocos). Parecía mentira, pero daba ánimo a los que la visitaban. Mostró una entereza que habla de la arcilla con la que se estaba construyendo un gran cuadro partidario.

A su sepelio, junto a las banderas rojas partidarias y el homenaje de nuestros dirigentes, concurrieron masivamente las trabajadoras de su fábrica, testimoniando el reconocimiento que conquistó en tan poco tiempo.

La nota en su homenaje, publicada en el periódico del 3 de septiembre de 1968, decía: "Nuestra dirigente Irene Rossi debe ser una meta política y humana para nosotros. Diez mil hombres nuevos como ella formarán la guardia de hierro del Partido de la Revolución". El desafío sigue vigente.