Políticas

30/6/2005|906

50.000 razones sobre el puente

Muchas veces los protagonistas mismos son los que menos se la creen.


Algo de esto es natural que les ocurra a las filas del asediado movimiento piquetero.


A tres años de la masacre, después de la sangre, después de los presos, después de los procesos, después de la cooptación, después de la corrupción de algunas organizaciones, después de “inventar” otras para bastardearnos, después de la más fabulosa campaña de desprestigio que haya sufrido movimiento social alguno, reunimos estas 50.000 almas. En un domingo a la tarde, a la hora del partido de la Selección nacional.


Caben algunas reflexiones.


Primero. El movimiento multiplicó enormemente el número de los piqueteros que en la mitad del revolucionario 2002 protagonizamos aquella histórica jornada. Y lo hizo parado sobre sus mismos pies, en la medida en que la CCC (sorprendentemente) vino a este acto con una delegación simbólica y el Mijd prácticamente ha desaparecido. Vale para el crecimiento exponencial del Polo Obrero (en todo el país) y vale para el movimiento en su conjunto.


Segundo. Entre la multitud se reunieron los mejores activistas, dirigentes, agrupaciones y sindicatos de base del movimiento obrero en lucha, centros y federaciones estudiantiles como la Fuba, y todas las organizaciones de derechos humanos (derrota del kirchnerismo).


Tercero. El altísimo contenido del documento político del acto firmado por 25 organizaciones piqueteras y por cinco partidos de izquierda con la sola excepción del Partido Comunista. En él se caracteriza que, al igual que detrás de la dictadura, conspiraron pidiendo la represión “las voces del capitalismo, la Sociedad Rural, Escasany de los grupos financieros, los grupos más favorecidos por la devaluación como Techint y Perez Companc, todos empujados por el FMI y el imperialismo”.


Una vez más el movimiento piquetero se colocó como la más formidable oposición política al gobierno capitalista de Kirchner, que “prometió justicia y garantizó impunidad”, caracterizando su demagogia, su política continuista que ha profundizado la desigualdad social y su pacto de encubrimiento de Duhalde, Solá, Juan José Alvarez y los demás, porque forman parte de su propio gobierno y de su régimen político.


El movimiento piquetero apuntó al corazón del régimen político y social, de los partidos y de la clase social que está detrás de la impunidad. Por eso sonó tan fuerte el cierre de Vanina: “Aquí están los presos políticos por luchar, aquí están los 5.000 procesados, aquí están los pibes de Cromañón”.


El acto fue la gran tribuna de denuncia para los presos estatales y los 57 perseguidos con orden de captura por el kirchnerismo en Santa Cruz fue tribuna de todas las luchas y fue el más formidable refuerzo al plan de lucha piquetero por los 350 pesos y la universalización.


El ascenso obrero no vino a “suplantar” el reclamo piquetero, sino a unírsele. Vamos por la continuidad del plan de lucha y por aunar con nosotros a toda la clase obrera, a la educación y la salud que se levantan por ellos y por todos, a todos los explotados, a las propias cacerolas que se mueven solas en sus cocinas al escuchar hablar de la vuelta de Cavallo.