Políticas

19/8/2021

Editorial

A la fiesta de los ajustadores digámosle basta

Fede Imas / Ojo Obrero fotografía

Dos hechos se produjeron como contrapunto este miércoles 18. Por un lado una multitudinaria movilización piquetera y por el otro un acto del gobierno del Frente de Todos para ordenar su tropa en la campaña electoral. La primera califica a la segunda.

Entre 80.000 y 100.000 personas se movilizaron en 22 provincias, más de 100 ciudades, convocados por 50 organizaciones sociales nucleadas en la Unidad Piquetera, dirigiéndose al Ministerio de Desarrollo Social en CABA y sus delegaciones en las provincias exigiendo trabajo genuino, la apertura y el aumento en los montos de los programas sociales, además de otras medidas urgentes para combatir el crecimiento del hambre y la pobreza, como el abastecimiento de los comedores populares.

Es la denuncia y la constatación de que estamos ante un gobierno que de popular no tiene nada. Como la movilización tuvo alcance nacional y expresó la realidad de todas las provincias del país donde gobiernan el PJ-kirchnerismo, la UCR y el macrismo, o partidos provinciales, la conclusión es que de una punta a la otra del país nos gobiernan los ajustadores.

La movilización piquetera es la continuidad de las que en forma creciente, por su frecuencia y por los que participan en ella, vienen desarrollándose con mayor fuerza ante el agravamiento de las condiciones de vida de la población, lo que puede ser corroborado por el índice de pobreza que se acerca aceleradamente al 50% de quienes habitan en este país, el doble del piso dejado por la dictadura genocida.

Después de la foto rearmar para ajustar

Mientras las calles eran ocupadas por el piquetazo nacional, en el Estadio Único de La Plata con Cristina Fernández y Alberto Fernández se desarrollaba un “plenario de la militancia” cuya función era ordenar a su tropa para “dar comienzo” a la campaña electoral del Frente de Todos.

Que casi un mes después de empezada oficialmente la campaña hacia las Paso del 12 de septiembre el presidente de la Nación haya dicho “quiero pedirles que cuando empecemos la campaña, no vayamos con dudas” habla de los problemas que tiene la coalición gobernante sobre todo en la provincia de Buenos Aires, el único distrito de peso electoral en el que aspira a ganar.

Es que en el medio de la gravedad de la situación social, de las casi 110.000 muertes por Covid, se conocieron las fotos de la fiesta del cumpleaños de la esposa del Alberto F. en la Quinta de Olivos en plena pandemia, con las restricciones para la circulación a full, con una cuarentena sin condiciones para sostenerla pero con un aparato represivo dispuesto a hacerlas cumplir (con víctimas como Facundo Castro). Las evidencias de que estamos ante un régimen de privilegios alimentan aún más el hartazgo y la decepción frente a un gobierno que venía a llenar los bolsillos y las heladeras de los trabajadores y solo produjo una catástrofe social y sanitaria.

Es evidente que la “foto” del cumpleaños fue una constatación más y no una sorpresa. Ya había saltado el escándalo del vacunatorio VIP, mientras escaseaban las vacunas. El régimen de privilegios es más que estas imágenes insultantes para quienes padecen las consecuencias de la pandemia. Es el conjunto de privilegios de la clase capitalista que los gobiernos vienen defendiendo a costa de la población trabajadora, y que han terminado empobreciendo y saqueando al país.

El Frente de Todos ha percibido que todos estos hechos han golpeado sobre su propia base electoral en el Gran Buenos Aires. Por eso ha salido a tratar de cerrar las heridas. Primero fue el acto del martes para inaugurar una pocas viviendas en Avellaneda y luego el “plenario” de La Plata. Allí se mostró la coalición junta para frenar una sangría de votos. Todas estas acciones tienen un objetivo reaccionario porque no parten de liquidar los privilegios, sino de impedir que se hagan visibles, y mucho menos corregir las consecuencias sociales y económicas de los mismos.

El ajuste y el Fondo no se manchan

Cristina Fernández de Kirchner se puso a la cabeza de este operativo, colocó a Alberto Fernández casi como una víctima (“se la pasa atajando penales”) pero sobre todo para que quede claro que el ajuste sigue y que el gobierno no va a bajarse de ese propósito.

En La Plata en el medio de frases vacías contra los “poderosos” deslizó con claridad que la recuperación de los ingresos de los trabajadores quedará para mucho pero mucho más adelante. “Nuestra economía necesita imperiosamente del consumo para crecer y esto requiere no un periodo sino muchos periodos de gobierno”, dijo textualmente. Lo que es “imperioso” (“poner plata en el bolsillo de la gente”, decían en campaña en 2019) quedará para luego de “muchos” periodos de gobierno. La vicepresidenta anunció que el ajuste sigue. Lo que es más que evidente porque al comienzo de la campaña ella misma se volvió atrás con lo que había votado el Senado por su iniciativa y anunció que los 4.600 millones de dólares (por Derechos Especiales de Giro) que el FMI manda para aplicar a salud irán al pago de los intereses de la deuda “criminal” (adjetivo que uso la propia CFK) que contrajo Macri con ese organismo.

En el acto del martes Alberto se quejaba de que lo apuraban para que llegue rápido a un acuerdo con el Fondo y dijo que “yo aprendí con Néstor a no claudicar frente a los poderosos, a no arrodillarnos ni frente al Fondo ni los acreedores”. La frase no podía ser más esclarecedora: fue el gobierno de Néstor con Alberto F. como jefe de gabinete el que le gatilló 10.000 millones de dólares en efectivo al FMI para cancelar una deuda. Pero no solo eso, entre 2003 y 2007 se destinaron además de esos 10.000 millones otros 50.000 de las reservas para pagar deuda externa; como dijo CFK durante su presidencia: “somos pagadores seriales”. Eso es claudicar y arrodillarse ante el Fondo y los acreedores, ni más ni menos. Allí se fue gran parte de los beneficios del boom exportador. Al igual que en ese momento, el gobierno está haciendo esfuerzos para alcanzar un acuerdo que habilite a los capitalistas a salir a endeudarse con la intención revertir la caída de las tasas de beneficio. La situación es diferente: la crisis capitalista mundial se ha profundizado y Argentina tiene muchos menos recursos.

El gobierno actúa en función del acuerdo con el FMI y por eso el ajuste está en marcha como lo demuestran palmariamente los decenas de miles movilizados en la jornada piquetera. Pero no solo ellos, los trabajadores de salud que reclaman una urgente recomposición salarial, al igual que los estatales y la mayoría de los trabajadores que quedaron entrampados en los acuerdos salariales que tenían como base la inflación del 29% que el gobierno presupuestó.

El gobierno abrió el grifo para tratar de contener los reclamos, habilitó nuevos acuerdos salariales, trató de hacer concesiones a los reclamos de las organizaciones sociales, repartió bonos a trabajadores de la salud y jubilados con la mínima. Pero todo esto no parece alcanzar, la economía no arranca, la inflación sigue su curso, la fuga de capitales continúa así como la desinversión y retiro de empresas, que han pasado de 18 a 33 en pocas semanas y la evidencia de que los dólares para hacer frente a los pagos próximos escasean han potenciado una nueva tendencia devaluatoria. La crisis capitalista hace su brutal trabajo ante un gobierno cobarde e impotente que solo espera poder pasar el trago de las elecciones para alcanzar un acuerdo que implicará mayores ataques a las masas y la pretensión de avanzar aún más en la precarización laboral, la reforma previsional y una reforma impositiva que concentre todavía más la carga sobre los consumidores (o sea los asalariados).

La marcha de la campaña y la realidad

Las elecciones previas en las provincias (para cargos locales) expresaron en parte la desilusión frente a las promesas incumplidas, el hartazgo frente al manoseo y la crisis social. Las elecciones salteñas del pasado domingo mostraron un crecimiento del voto a la izquierda pero también del voto en blanco y de la abstención electoral. Los oficialismos locales que ganaron las elecciones (tanto en Salta como en Misiones y Jujuy) sin embargo lo hicieron perdiendo votos y las oposiciones respectivas aparecieron deshilachadas.

El Frente de Todos parece abordar la situación derechizando incluso su discurso, lo de CFK sobre la recomposición de los ingresos es un mensaje a los capitalistas no a los trabajadores, porque de no ser así debiera haber anunciado un urgente aumento salarial. Este se ve, también en otros aspectos, como la subordinación a Berni en el tema de las Taser frente al gatillo fácil de la Bonaerense en el caso Chano.

La irrupción de un lumpen fascista como Milei y del superajustador López Murphy, en la campaña porteña, desató una competencia de derechismo, solo el Frente de Izquierda le salió al cruce a estos elementos.

La derecha nucleada en Juntos por el Cambio vive la propia interna que parte de ver cómo mejor desprenderse del fracaso de Macri y postularse como relevo de los “nacionales y populares” en 2023.

La clase capitalista local y el imperialismo dejan correr esta oferta de ajustadores, pagadores seriales y lúmpenes como un “casting” pero por ahora las fichas están puestas en que las elecciones no desestabilicen al gobierno de Fernández. La venida del enviado VIP de Biden (Sullivan) parte de valorar que Argentina no entró aún en la ola de rebeliones populares que invadieron la región. Al fin de cuenta los “nacionales y populares” parecen más efectivos para contenerlas que los gobiernos de derecha.

El imperialismo viene de recibir un golpe en Afganistán después de 20 años de ocupación, su capacidad de gendarme se topa con límites y América latina es su patio trasero.

La campaña el Frente de Izquierda Unidad, y en particular de las listas en que participa el Partido Obrero, parte también de considerar el panorama latinoamericano. Las rebeliones populares en Chile, Colombia, Perú, etc. son reacciones contra el ajuste, el mismo que se impulsa en la Argentina y que se va a profundizar luego de las elecciones. Y esas rebeliones han ido contra el conjunto del régimen político, es decir, han incluido a oficialistas y opositores que se han alternado en los gobiernos hundiendo en la pobreza a la población, igual que en nuestro país.

Por eso el objetivo de entroncar con los movimientos de lucha, con la organización popular que crece en los barrios, en los lugares de trabajo, entre la juventud y los movimientos de mujeres, ambientales, etc. es clave para que se desarrolle una salida obrera y socialista a la crisis.

A quienes expresan su bronca y hartazgo votando en blanco o no yendo a votar los llamamos a darle una perspectiva a esa bronca mirando a la izquierda, así preparemos las condiciones para terminar con décadas de retrocesos.