Políticas

28/10/1993|405

A la marcha le faltaba una consigna

El pasado miércoles 27, el Mas, el Mst, la Lsr y el Pts realizaron una marcha al Obelisco para protestar contra la intervención norteamericana y de la Onu en Haití y Somalía. Dentro del FIT, el Partido Obrero le había planteado al Mst la necesidad de convocar a un acto público que, además de Haití y Somalía, repudiara el golpe pro-capitalista de Yeltsin y se pronunciara contra la intervención del imperialismo mundial en la ex Yugoslavia. Asimismo, objetamos que una marcha tuviera por destino el Obelisco y no los centros que representan la presencia, la injerencia o el poder, en Argentina, del imperialismo norteamericano. Esto, a diferencia del acto de repudio que realizara el FIT en los lugares que se condecoró al imperialista Brady, convertía a la marcha en una movilización puramente propagandística. El Mst no aceptó la posición del PO, ni tampoco realizar tanto la marcha como el acto. En nuestra opinión, no estaban reunidas las condiciones para una movilización callejera real y efectiva; esas condiciones debían ser preparadas, y además, había que preparar un plan de acciones y no una marcha aislada. Por esta razón, proponíamos convocar a un acto público a todas las organizaciones de izquierda que coincidieran con su objetivo.


 


La práctica


Como el Mst no coincidió con nuestra posición, y como tampoco fuimos invitados a una discusión por parte de las restantes organizaciones, no participamos de la marcha realizada el miércoles 27. El tema, sin embargo, no acaba aquí; deja alguna tela para cortar.


De acuerdo a las informaciones que nos llegaron, solamente el Mas habría puesto empeño en la marcha —incluso realizó previamente algunas pintadas grandes. La conclusión es que varios de los que se empeñaron en defender la marcha poco se esforzaron por su éxito. Nos llevamos la impresión de que la oposición a hacer un acto público tiene un carácter fundamentalmente despolitizador; que se quiere evitar la difusión de las posiciones, propuestas y análisis del conjunto de las organizaciones de izquierda entre el conjunto de las bases de la izquierda y de la opinión pública.


 


La política


Pero llama más la atención todavía el programa que las cuatro organizaciones elaboraron para la marcha. En él se llega a plantear, además del fuera yanquis de Haití y Somalía, y del no al bloqueo a Haití y el retiro de tropas argentinas, un “fuera Caputo” (de Haití) y un “fuera Scotland Yard” (de Argentina). Pero está ausente del programa la consigna “abajo la dictadura militar duvalierista o tonton macoute”. (Esto significa que la marcha tuvo por objetivo atacar al imperialismo democrático (Clinton) y a sus agentes democráticos (Caputo), pero no al imperialismo totalitario (CIA, Pentágono, partido Republicano), ni a sus agentes totalitarios (Cedrás), lo cual a su vez significa que, si la marcha tenía al principio el reparo de las condiciones para su éxito, al final resultó un despropósito.


A reforzar esta caracterización viene el último periódico del Mas (20/10), el que ni por equivocación menciona alguna consigna contra la dictadura haitiana. Es más: el Mas afirma ahí que la dictadura “está dispuesta a defender sus intereses incluso al costo de un enfrentamiento con el imperialismo”. Tendríamos así una especie haitiana del enfrentamiento de la Thatcher con Galtieri, en la que este último actuó como jefe derechista o fascista de una nación oprimida que lucha contra el imperialismo. La omisión de la consigna contra la dictadura haitiana pretendería que no se ponga en un mismo plano al imperialista Clinton con el “nacionalista” Cedrás.


¡Las cosas que puede revelar una pequeña marcha y, por sobre todo, las divergencias en torno a ella! Porque una de las cosas que el PO le planteó al Mst era que la movilización requería, no tanto una preparación práctica, sino política, es decir, su clarificación.


La guerra de Malvinas opuso a la nación argentina (oprimida) contra el imperialismo, con independencia del carácter del gobierno de turno; entre otras cosas, porque la reivindicación de la guerra (recuperar el archipiélago) era nacional. En Haití es al revés: la reivindicación nacional es reponer al presidente Aristide y la ha tomado (¡a su manera!) el imperialismo —por eso puede presentarse con ropaje democrático o caputiano. En Haití, el problema para los revolucionarios es disputarle al imperialismo la dirección de la causa nacional, que en manos del imperialismo se convertirá, y se ha convertido ya, en anti-nacional. Por eso es tan importante que, junto al fuera el imperialismo democrático, se plantee la lucha por el derrocamiento de la dictadura, la que de modo alguno puede pasar a un segundo plano. Los revolucionarios haitianos tendrían, para decirlo de alguna manera, que tratar de derrocar a Cedrás y compañía antes de que lleguen los “marines” trayendo, quizás, a Aristide; así se plantean las cosas. Esto para que no les ocurra lo que a los cubanos en 1898, cuando los yanquis llegaron antes de que los cubanos expulsaran por completo al gobierno colonial español.


Después del endiosamiento que hiciera el Pts de Saddam Hussein (al que atribuyó la posibilidad de realizar la “revolución proletaria”), esta singular posición sobre Haití demuestra los extremos a que pueden llegar los grupos oriundos del morenismo, y por sobre todo, el descomunal desconcierto y confusión que reina entre sus direcciones.