Es ya historia que al gobierno de la UCR lo voltearon los ‘capitanes de la industria’ y, en particular, el grupo Bunge y Born. La devaluación ‘sin aviso previo’ de principios del ‘89, cogió de sorpresa a los explotadores nativos, que luego sólo pudieron ‘resarcirse’ impulsando una inflación feroz y la rápida entronización de Menem. Una pena, porque durante su mandato, Alfonsín había sido un sirviente de los ‘capitanes de la industria’.

¿ Pero acaso el rencor no es un sentimiento despreciable? En efecto, cuando comenzaron los roces entre la burguesía industrial y la banca, incluso durante la euforia privatizadora, la Unión Industrial contrató, como su principal asesor, a José Luis Machinea, el presidente del Banco Central cuando Alfonsín decidió devaluar sin consultas previas. Desde su nuevo puesto, Machinea reiteró su apoyo a la ‘convertibilidad’, pero por sobre todo a la necesidad de subsidiar las exportaciones y frenar las importaciones. El año pasado, la UCR designó como su presidente a Rodolfo Terragno, un hombre empeñado en llegar a ser presidente como representante de la ‘patria exportadora’ y de los intereses argentinos en el Mercosur.

¿Por qué habría que sorprenderse entonces de que la Unión Industrial, que pide a gritos el despido gratuito, la jornada de 12 horas y el trabajo corrido de 30 días al mes; de que esta UIA le haya enviado recientemente una carta al diputado radical, Marcelo Stubrin, “felicitándolo por su proyecto de modificación del Código Aduanero”? Este Código es la llave maestra del negociado industrial, pues depende de él el control de la competencia extranjera. Clarín (27/10) califica de “gesto inusual” la carta de la UIA, lo que permite imaginar los millones que están en juego. La UIA también invita a Stubrin a “efectuar una reunión con los equipos técnicos de nuestra casa”, es decir con Machinea, como si fuera un comité radical.

Preguntamos: ¿Stubrin armó su proyecto en ‘soledad’, o contó con la ayuda desinteresada de alguna Fundación del ramo?