Políticas

8/3/2007|982

A quién responden los candidatos de la Capital


El adelantamiento de las elecciones en la Capital ha hecho progresar rápidamente las definiciones políticas y, simultáneamente, el desarrollo de una crisis política. El gobierno ha sido puesto completamente en minoría. Macri, por de pronto, concretó su postulación en la Ciudad; con esto transformó al distrito en un campo de batalla contra Kirchner, directamente, con medio año de anticipación de las elecciones presidenciales. Si se confirma la presentación de Carrió quedaría expuesta abiertamente una crisis política, porque Filmus habría perdido la chance más remota de llegar al segundo turno. Desde el kirchnerismo ya se alzan las voces para reclamar que el gobierno llegue a un acuerdo con Telerman.


 


Si se estabiliza este escenario tendríamos otro fenómeno singular: la de tres o cuatro candidatos abiertamente sionistas (incluido Filmus, por supuesto), con la ‘curiosidad’ de que Macri, el más derechista de todos, aparecería como el menos sionista de ellos. El hecho es de la mayor importancia porque el sionismo es, en el campo internacional, una punta de lanza de la derecha del imperialismo yanqui. Bajo las barbas de un gobierno ‘nacional y popular’ tendríamos un copamiento sin precedentes de un ‘lobby’ de los más temidos. Hasta ahora se desconoce la postura política que adoptará el Blumberg de los sionistas criollos, nos referimos al rabino Bergman. Lo más probable es que lo haga del lado de Carrió. Carrió ha decidido abandonar su propio partido para formar una “coalición cívica”, como un pretexto para reclutar a los Bergman y al ex presidente del Banco Central, Prat Gay, un ex funcionario del Citibank. En una época, la fusión de progresismo y de sionismo no hubiera llamado la atención, esto porque el sionismo se vestía con el ropaje del laicismo y, en algunos casos, del stalinismo. Pero ahora se presenta bajo la forma del fundamentalismo clerical y desparrama bombas de racimo para acabar de matar a los que hubieran sobrevivido. Pero a la patrona de la Fundación Hanna Arendt, este hecho ni siquiera le llama la atención. Menos a Telerman, que en la época del atentado a la Amia era menemista, o sea un Corach de segunda línea. La comunidad judía, que repudió a Menem y a Corach, acepta ahora la validez de los títulos del corach-grossista Telerman. (En este juego de correrse a la silla vacía, la reina indiscutida es nuestra primera dama, que ha anunciado un próximo viaje a Venezuela para reunirse con la Daia local!). Los Libres del Sur y Barrios de Pie se pelean con D’Elía y compañía acerca de cuál es el sionista más ‘nacional y popular’ —si Telerman o Filmus—, o quién de ellos tiene la oportunidad de llegar al segundo turno. El proceso político kirchnerista le gana por varios cuerpos al proceso menemista cuando se trata de la corrupción política que ha engendrado. Que en pleno derrumbe de Bush, florezca en Buenos Aires el filo-sionismo es una acabada demostración de la completa degeneración moral e intelectual de los políticos criollos, en especial los progresistas. Carrió busca socio para su ‘contrato moral’ en una banda de genocidas internacionales. Tumini saluda en Ferro a Chávez, mientras a la hora de votar lo hace por los enemigos del bolivariano.


 


Lo que ocurre en la Capital ilustra como nunca lo qué es un gobierno de camarillas. Porque es indudable que Kirchner se ha puesto en la peor de las situaciones al prohijar a Filmus, por la sola razón de que este mediocre funcionario de escritorio obedece al clan oficial de Alberto Fernández y los Santa María. Puede llegar a salir cuarto o quinto. Si cambia de caballo y pasa a apoyar a Telerman producirá una crisis en el PJ y el FPV locales, que podría costarle muchísimos votos en las presidenciales. Esto viene muy a cuento luego de la renuncia del ministro de Economía bonaerense, Otero. Esta renuncia ha puesto en evidencia una crisis de gobierno en la Provincia, que sólo es superada por La Rioja y que podría estallar con bastante anticipación a octubre. Todo sumado, el viejo peronismo duhaldista podría renacer de sus cenizas.


 


Las elecciones en la Capital ofrecen un formidable campo de batalla política. Por otro lado, por las características de la totalidad de los candidatos del campo oficial, amenaza consagrar a elementos reaccionarios internacionales, esto más allá de que representan al capital bancario e inmobiliario, y por lo tanto son una amenaza contra las condiciones de existencia de los trabajadores y las masas pobres.


 


En este contexto aparece otro grupo político, aunque en desbande, que integran el banquero de la jubilación privada, Heller, y el crítico de la jubilación privada, Lozano, que sin embargo no tiene empacho en apoyar los proyectos confiscatorios de legislación jubilatoria que acaba de aprobar el Congreso, a los que previamente calificó de “maquillaje”. Entre estos busca abrirse camino el nefasto Ibarra. Son un rejunte sin principios; probablemente acaben ‘colgados’ de alguna lista oficial, con el argumento, por supuesto, de ‘no hacerle el juego’ a Macri. Este rejunte no hace gala oficial de sionismo, pero el Credicoop de Heller es el fogonero del acuerdo de libre comercio Mercosur-Israel, que introduce de paso en la región a los poderosos capitales norteamericanos que sostienen la economía de Israel. El rejunte goza, naturalmente, del apoyo del partido comunista, toda una garantía de autoridad política.


 


Esta caracterización de la situación electoral en la Capital pone en evidencia la completa orfandad del gobierno que dice tener asegurada la reelección. Incluso si esto último fuera cierto, la obtendrá con muletas. Italia viene buscando hace un cuarto de siglo una reconfiguración política luego de la debacle de la democracia cristiana y el stalinismo peninsular. Con los métodos de Kirchner, Argentina tendrá que laborar medio siglo, sin garantía de los resultados.


 


Ningún obrero peleador y conciente puede ser políticamente indiferente o neutral ante esta situación. Ni los asalariados; ni las fábricas recuperadas; ni los luchadores ambientalistas; ni las villas; ni la salud; ni la educación; ni la vivienda; ni los jubilados; pueden esperar una salida de parte de esta gente. El Partido Obrero ofrece una trinchera política única, la de pelear con un planteo obrero y socialista. La de reorganizar la ciudad y el país sobre nuevas bases sociales.