Políticas

14/5/2015|1363

Abajo el sitio a las paritarias. Paro activo nacional


La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) ha convocado a un paro general para la primera semana de junio, con fecha a determinar en función del “acuerdo con el resto de las centrales”.


 


¿Cuál es el cuadro que lleva a esta situación?


 


El gobierno de CFK a través de Kicillof y Tomada está sitiando las paritarias -topes pactados con la UIA, no homologación de convenios fuera de tope, conciliaciones- lo que lo ha llevado a un choque con los sindicatos, incluso algunos oficiales. 


 


No es la primera vez, si recordamos la huelga general de 17 días del Frente Gremial Docente bonaerense el año pasado. 


 


Caló anunció un acuerdo de la CGT oficial con el gobierno por un tope del 27% en las paritarias. Pero a la vez, acaba de convocar, luego de sucesivas postergaciones, al paro de 36 horas resuelto por el Congreso de la UOM (para el 21 de mayo). Esto, luego de afirmar que los metalúrgicos lo quieren “colgar del Obelisco”. Los bancarios fueron al paro general y se desarrolla una formidable huelga general de la Federación Aceitera que ha paralizado el puerto de Rosario. El puerto de San Lorenzo, que comparte el reclamo con los aceiteros, funcionaba por la dudosa aceptación de una conciliación, pero ahora se paralizó por 1.500 despidos en la construcción. Un polvorín en el corazón de la patria exportadora. El Sitraic paró y marchó a la Cámara Argentina de la Construcción por 8.000 pesos de mínimo. La Conadu Histórica paró 48 horas contra el ofrecimiento del 22% en dos cuotas.


 


El sitio a las paritarias incluye ganancias, porque al aumento que perciban el 1,3 millón de trabajadores afectados se lo comerá el impuesto. Las cosas se han agravado luego de los anuncios del nuevo Cavallo de La Cámpora, porque ya no caben dudas de que el salario real volverá a caer por la vía de la inflación 2015 de no ser quebrados los topes oficiales, y caerá también porque se pagará más impuesto al salario que el año pasado. Si  hasta ahora existía alguna esperanza de que echaran lastre con ganancias antes de las elecciones, como ocurrió en 2013, ella se ha disipado.


 


Este último punto ha reabierto la crisis con los gremios del transporte, piedra de toque del pasado paro del 31 de marzo. El gobierno de CFK está literalmente sentado sobre  la confiscación a los trabajadores para llegar al 10 de diciembre con el “horizonte despejado”, no para las familias obreras, sino para los banqueros que cobrarán puntualmente los intereses de la deuda, para la patria concesionaria que cobrará sus subsidios o los Lázaro Báez y demás contratistas que seguirán con el festival de corrupción de la (poca) obra pública.


 


Los gremios del transporte postergaron la crisis de sus paritarias mediante cuotas fijas hasta junio -al igual que petroleros. Pero todo llega, y ahora viene junio con una inflación del 2% mensual y  un impuesto a las ganancias donde todos saltan, tablita mediante, al rango de los empresarios. Los anuncios de Kicillof fueron apenas una rebaja al aumento, lo cual no sirve para llegar a fin de mes.


La situación ha puesto en la mesa la cuestión del paro de 36 horas. 


 


Los cuidados de Moyano para no alterar las campañas de Macri, Massa y Scioli -esta burocracia tiene huevos en las tres canastas- han sido en vano. Su estrategia de “unir al sindicalismo peronista para acompañar al próximo gobierno en el ajuste” deberá esperar. El  rumbo ajustador que ejecuta el gobierno para garantizar la transición, y a cuenta del conjunto de la burguesía, empuja a los sindicatos a otro paro general.


 


Para el Frente de Izquierda estamos ante una cuestión estratégica. Un paro nacional pone en la agenda política las reivindicaciones del movimiento obrero, que son el eje de una reorganización económica y social que tenga a los trabajadores como alternativa de poder. Esto cuando la agenda de los amigos de Tinelli es la Corte, el debate cambiario, los buitres o las tasas internacionales para recontra endeudarnos.


 


El paro debe servir al triunfo de la huelga general aceitera que pone en la agenda el salario básico equivalente a la canasta familiar, de los bancarios, de los docentes de Conadu Histórica, de la UOM, de toda la clase obrera en lucha. Aunque Mendiguren, de Massa, haya evitado la reunión de la UIA, los tres jinetes del ajuste, como también Cristina, están con la UIA contra la UOM, con Adeba contra La Bancaria, con la Copal contra los obreros aceiteros. 


 


Que se fije fecha de inmediato, y cuanto antes, al paro de 36 horas con movilización a Plaza de Mayo, para contribuir también con las fábricas cerradas, como las gráficas Donnelley, WorldColor, Poligráfica o los 1.500 obreros de la construcción despedidos en el puerto de Timbúes.


 


Realicemos asambleas en todos los lugares de trabajo, mandatemos a los delegados, impulsemos plenarios y congresos de base regionales. 


 


En esta línea se inscribe también el Congreso del movimiento obrero y la izquierda planteado por Altamira en la Plaza de Mayo, para poner en el centro de la lucha sindical y política, al movimiento obrero que gira a la izquierda y que choca con el gobierno y los candidatos del ajuste.


 


Movilicemos a la Plaza de Mayo. Convoquemos a una gran columna del Frente de Izquierda y el clasismo con nuestras consignas y con nuestras banderas y dirigentes, con los sindicatos combativos.