Abajo el tarifazo en las garrafas


En una de sus recientes cadenas nacionales, la presidenta Fernández de Kirchner anunció la liberación del precio de las garrafas.


 


La justificación absurda fue que había quien calentaba sus piscinas con garrafas sociales. Pero la realidad es que las garrafas sociales han dado lugar a muchas otras estafas. Hace rato que sólo se consigue una garrafa de 10 kg a 40 pesos o más. También han habido problemas repetidos con la adulteración o disminución de las cargas de las garrafas subsidiadas de parte de los envasadores.


 


El problema no es el uso en la pileta de los ricos, sino el “sinceramiento” de las tarifas que la burguesía reclama y que el gobierno ha tomado como agenda.


 


Un ataque a los trabajadores


 


La garrafa es utilizada por más de cuatro millones de personas que no tienen red de gas.


 


Cuando se libera el precio de un producto, como la Presidenta bien lo sabe, existe una orden de largada para que los empresarios suban los precios. ¡Así la garrafa se está pagando entre 90 y 180 pesos (datos desde Misiones a Bariloche), llevando al 400% de aumento!


 


El gobierno dice que es un exceso y propone un precio máximo de 97 pesos (lo que sería de todas maneras un 100% de aumento).


 


En el mismo anuncio, Cristina dijo que habrá un subsidio directo (Plan Hogar) para los planes sociales y desocupados. Las familias que no tienen gas recibirán 77 pesos por garrafa. Con un límite: los trabajadores que ganen desde dos salarios mínimos, no percibirán el subsidio.


 


Millones de trabajadores que no están en los planes, que cobran poco más de dos salarios mínimos cocinan, se bañan y se calefaccionan con garrafas. Es decir, el universo es mucho mayor y abarca muchos más trabajadores que los beneficiarios de planes.


 


A cambio, los precios serán desregulados, o sea que prácticamente se otorga vía libre para nuevos aumentos, pero el subsidio no se sabe cómo se actualizará. Será financiado, ¡cuándo no! con la plata de la Anses.


 


Se viene otro golpe al bolsillo de los trabajadores más empobrecido, que se suma a los recientes aumentos en la luz y el agua.


 


El aumento, como el de la nafta, se aplica mientras en todo el mundo caen los precios del petróleo y también del gas.


 


El criterio que el gobierno aplica con el aumento de la garrafa contrasta con el tratamiento que le da a las empresas. A las distribuidoras de gas les ha otorgado un nuevo subsidio de 2.000 millones de pesos. A YPF le aumentaron el precio del gas en boca de pozo. A las productoras de gas licuado de petróleo también les han dado nuevos subsidios.


 


Es necesario poner en marcha un reclamo en los barrios que sufren este problema. Rechazamos la liberación del precio de la garrafa, exigimos la implementación de un precio de base que no puede ser superior a 30 pesos para la garrafa de 10 kilos. Garrafas sin costo a cargo del Estado para desocupados, beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y planes sociales. Por un plan de obra pública para ampliar la red de gas natural al conjunto de las barriadas obreras, financiado con impuestos al juego, a la renta financiera y frenando el drenaje de la riqueza nacional hacia el pago de la deuda externa.


 


Impulsemos asambleas, petitorios y un plan de acción por estos reclamos.