Políticas

21/9/2000|681

Aftosa: otro fracaso de la burguesía argentina

El rebrote de la fiebre aftosa fue un duro golpe para los capitalistas agropecuarios y los frigoríficos argentinos. No sólo porque con la reaparición de la enfermedad se perdieron grandes negocios de exportación de carnes a los mercados de mayor calidad (y mejores precios), de América del Norte y Asia, sino también, y por sobre todo, porque puso fin a una ilusión: que Argentina había logrado su ingreso al ‘primer mundo’ agropecuario.


La euforia duró menos de tres meses. A principios de agosto fueron detectados animales con aftosa en Formosa y más tarde en Santa Fe y Buenos Aires. El gobierno ordenó el sacrificio de miles de animales y la inmovilización del ganado; los embarques al exterior fueron suspendidos. El esperado ‘boom’ exportador dio paso a una pérdida de exportaciones calculada en 350 millones de dólares.


El origen del rebrote sería el contrabando de ganado infectado desde Paraguay: con un mercado interno en baja por la recesión, la importación del ganado paraguayo, un 80% más barato que el local (La Nación, 12/8), reporta enormes beneficios para ruralistas y frigoríficos. La permeabilidad de las fronteras, el desmantelamiento de los planteles técnicos del Senasa (‘ajuste’ estatal mediante), la ausencia de controles sanitarios, el entrelazamiento de los contrabandistas con el Estado (uno de los acusados de haber ingresado ganado infectado de Paraguay es el consignatario Elvio Colombo, “un hombre muy allegado a De la Rúa” [La Nación, 2/9]), y, por sobre todo, el apetito capitalista por el beneficio derrumbaron en pocas semanas el status sanitario tan duramente conquistado.


La reaparición de la aftosa plantea la perspectiva de “la primarización de la producción agropecuaria” (Clarín, 2/9), es decir la producción de productos agrícolas de muy bajo valor agregado. Argentina no puede acceder, entonces, a la ganadería moderna, en la cual los animales son engordados con forrajes conservados, granos y complejos vitamínicos, mediante sistemas altamente intensivos.


En los últimos años, gracias a la utilización de semillas genéticamente modificadas, Argentina se convirtió en un gran exportador mundial de granos forrajeros, que se utilizan como base para el engorde de ganado en decenas de países que compiten con las carnes argentinas… El engorde con pasto a campo abierto (en lugar del engorde intensivo con granos forrajeros) significa la utilización de campos que podrían dedicarse a la siembra. Además, la exportación de granos (en lugar del ganado engordado en base a granos), a la vez que deprime las cotizaciones internacionales de los granos forrajeros (por la mayor oferta), sirve para engordar una producción ganadera que compite con la argentina.


Las condiciones del atraso han demostrado ser más poderosas que los capitalistas rurales más fuertes. La explotación moderna, científicamente controlada, se ha doblegado ante el contrabando; el ‘primer mundo’ frente al ‘tercero’.


La reaparición de la aftosa es un recordatorio de que la raíz del atraso argentino no es tecnológica sino social.