Políticas

19/7/2012|1231

Agendas legislativas y lucha de clases

Que “la agenda de la banca está dictada por la lucha de clases”, como responde el PTS a nuestro planteo de establecer una “iniciativa legislativa” en Neuquén, es un lugar común. Vale, incluso, para los parlamentarios de la burguesía; ni siquiera ellos pueden operar en el vacío. El asunto es determinar esa agenda: qué plantea y en qué consiste. En ausencia de ella, la presencia de la izquierda revolucionaria en el parlamento resulta inútil, ya que se limitaría a una gestión burocrática de agravios atomizados por parte de los trabajadores, o al “denuncismo”, el cual sería una expresión deformada de lo que “dicta la lucha de clases”. La ausencia de una agenda legislativa es señal de falta de política en el ámbito parlamentario y fuera de él. Es una suerte de compromiso oportunista entre el parlamentarismo -que busca canalizar las contradicciones de clase por la vía de la Legislatura- y el antiparlamentarismo -el cual simplemente ignora la lucha política mediante el abuso justificativo de la “acción directa”. La agenda legislativa de una izquierda revolucionaria no solamente es “dictada por la lucha de clases”, sino por su propio programa político. La agenda legislativa de los revolucionarios es una de las formas de expresión de su programa político.


¿La acción parlamentaria se opone a la “movilización extraparlamentaria”? Trotsky llamó a esto “cretinismo parlamentario”.  A la posición opuesta la bautizó como “cretinismo antiparlamentario”. En tanto la experiencia parlamentaria no se haya agotado efectivamente como medio de gestión estatal en la conciencia de las masas, resulta necesario simplemente evitar el “cretinismo”.


Es cierto que ninguna iniciativa legislativa de la izquierda tendría cabida -y ni siquiera repercusión- sin un apoyo de los trabajadores. El objetivo de la agenda legislativa es suscitar esa repercusión por medio de una campaña política, que verifique la recepción que tiene en las masas. La banca debe ser una escuela de socialismo revolucionario, no el derrotero de un “gestor de los obreros”. De todos modos-y en términos de una “agenda de lucha”-, ¿puede haber algo más candente para esta banca que una acción en defensa de la gestión obrera en la industria ceramista? Esa acción, como señalamos en nuestro artículo “La iniciativa parlamentaria de la izquierda revolucionaria” (PO nº 1.125, www.bit.ly/ODAMht), brilla por su ausencia.


No se entiende, tampoco, que la acción extraparlamentaria sea reclamada al Partido Obrero, el cual ha estado en esa acción durante 40 años, pero -en especial- durante el gran período de auge del movimiento obrero piquetero y de la lucha contra las tercerizaciones ferroviarias, donde -por ese motivo- asesinaron a nuestro compañero Mariano Ferreyra. Varios “extraparlamentarios” no se hicieron presentes allí. Es necesario que la izquierda que actúa en un frente procure establecer conclusiones comunes y avance en la comprensión del proceso político que protagoniza.


Es así como debe procesarse una delimitación política de ideas.