“Ahora aumentos”


A partir del relevamiento realizado en los comercios, la información periodística coincide en que el llamado “sinceramiento de precios” no ha dado los resultados que el gobierno había anticipado. En el anterior sistema “Ahora 12”, el precio de contado era similar al que resultaba de financiar en 12 cuotas. La supuesta venta “sin interés” se lograba, por un lado, a través de un subsidio estatal a los bancos. Y por el otro, cargando parte de los intereses sobre el precio de contado. Es por eso que el gobierno prometió que, al eliminar los planes de “cuota sin interés” los precios en efectivo bajarían entre un 15 y un 20%, mientras las ventas en cuotas (que seguirían con un interés subsidiado) tendrían un recargo menor. Pero no fue lo que ocurrió. Los precios en efectivo o en un pago con tarjeta de débito o crédito se mantuvieron sin modificación o con rebajas ínfimas, en tanto la financiación a 6, 12 y 18 meses tuvo recargos de hasta el 40%, un porcentaje que duplica la pauta inflacionaria del gobierno para el 2017. El “sinceramiento” representará un golpe a las ventas, pues los consumidores deberán disponer de la totalidad del dinero para poder comprar a precios similares que en el pasado eran financiados en cuotas. Dado que el consumo representa la porción más importante del PBI de la Argentina, la medida tendrá un efecto claramente recesivo.


 


Para las cadenas de supermercados y electrodomésticos el “sinceramiento” significa un claro beneficio, pues el cobro de intereses explícitos a la venta financiada no ha sido compensada por una reducción de los precios de contado. Se trata, por lo tanto, de un aumento de precios, que podría ser equivalente a la inflación –esto si se parte de la premisa de que el interés implícito como mínimo debía ser igual al aumento de precios esperado para el plazo financiado. Para el año en curso estamos hablando de un aumento de aproximadamente el 25%.


 


Con los planes Ahora 12 los comercios y bancos se distribuían el interés implícito, ya que los segundos le cobraban a los primeros un porcentaje en concepto de gastos. Pero el negocio principal de los bancos era otro. Al aumentar las ventas con tarjeta el gran filón de su ganancia estaba en que los consumidores, imposibilitados de cubrir la totalidad de las cuotas por los bajos salarios imperantes, se limitaban a hacer frente al pago mínimo. El monto restante pasaba a ser financiado por el banco, con intereses que, en muchos casos, eran superiores al 60% anual. A través de este mecanismo el salario del trabajador se transformaba directamente en un flujo de caja de los bancos. Esto situación abarcaba muchas veces la compra no sólo de bienes durables sino también de comida o productos de uso corriente.


 


Ahora, con la eliminación de estos planes, el negocio continúa bajo otra modalidad. Los comercios se embolsarán el interés manteniendo los precios, y los bancos podrán cobrar un interés importante para ventas en cuotas. Igual que antes, a ese porcentaje habrá que sumarle luego lo que los bancos cobran a sus clientes por la financiación del monto que supera el pago mínimo de la tarjeta.


 


El “sinceramiento de precios” sólo puede lograrse mediante la apertura de las cuentas de las grandes cadenas de supermercados y de electrodomésticos, y la nacionalización del sistema financiero. Pero esta tarea no la hizo el kirchnerismo y tampoco la realizará el macrismo, cuyo gobierno está copado por los CEO de las grandes empresas.