Políticas

3/12/1998|610

¿Ahora hay que votar a De la Rúa?

Los ´progres´resucitaron un ´chupete´

La consecuencia del triunfo abrumador de De la Rúa sobre Fernández Meijide es que, de aquí en más, el Frepaso se tendrá que disciplinar a la UCR. Como en una película de terror, los punteros de la hiperinflación y del pacto de Olivos han renacido de sus cenizas. El autor de este milagro es el muy ponderado estra­tega político, Carlos ‘Cavallo’ Alvarez, y su co­horte de progresistas ansiosos de figuración y partidas del presupuesto.


“Otro país es posible”, fue la consigna fun­damental y vacía del chachismo hace pocos años atrás. El domingo pasado se cerró el círculo de esta impostura. Por 66 a 33 quedó en la nada el último resabio del programa progresista, la su­peración del bipartidismo peronista-radical. Todos quedaron contentos. Duhalde, porque tendrá que enfrentar a alguien que es capaz de estar a su derecha; Menem, porque ahora sabe definitivamente que no irá más preso que Grosso; el clero, porque De la Rúa es un probado clerical; los yanquis, porque Machinea o López Murphy se­rán ministros de Economía; los empre­sarios, que ven resurgir a la fracción de la ‘patria exportadora’ Chacho, que será vice o intendente porteño; Graciela, que sueña con ser goberna­dora.


Pero el pueblo argentino se encuen­tra atenazado de nuevo al régimen de la entrega. Una ilusión ‘progre’ más que queda en la nada. Una confirma­ción más de que no existe nada válido entre la salida del imperialismo y la que debe impulsar la clase obrera for mando un partido de trabajadores.


El Frepaso votó conscientemente por su pro­pia derrota, al aceptar una alianza estratégica con lo viejo de lo viejo, porque De la Rúa pertene­ce a la fracción más anacrónica del radicalismo. Pero esta metamorfosis de frepasistas en radica­les no se produjo por generación espontánea. Todo el camino que siguieron los frepasistas para arrebatar el gobierno estuvo signado por su creciente asimilación a los intereses de los gran­des grupos económicos y del sistema político.


Debutaron denunciando la “carpa de Alí Babá” de las privatizaciones, para concluir con el compromiso de defenderlas.


Debutaron votando contra la ley de conver­tibilidad, para transformarse en más cavallistas que Cavallo.


De la antiimperialista Corriente Grande pa­saron al izquierdista Frente del Sur y de aquí al democratizante Frente Grande para concluir provisoriamente en un proimperialista Frepa­so con Bordón. Partidarios de la Alianza con los ‘progres’ de la UCR, como Storani* concluye­ron apurando la cicuta del sometimiento políti­co al derechista De la Rúa.


La pequeña burguesía arribista partió en su viaje con slogans evangélicos para concluir pos­trada ante la corrompida dirigencia tradicio­nal, fiel servidora de los explo­tadores capitalistas. No hay lugar, la historia vuelve a demostrarlo, para una tentativa inde­pendiente de la pequeña burguesía. Hay que construir un fuerte partido obrero.


¿Qué harán ahora los dirigentes de la CTA y del MTA?


Apoyarán a De la Rúa, naturalmente. Con éste comparten el enfrentamiento con la CGT y, en especial la CTA, la posición de desmembrar los sindicatos por regiones, empresas o grupos económicos. Comparten un sistema económico- social que no pretenden superar. Si es que no los tienta Duhalde, claro, que ahora va a hacer más demagogia hablando contra su propio ‘mo­delo’, aprovechando el derechismo de De la Rúa.


¿Pero los seguirán los delegados y activistas de estas centrales, a quienes no les alcanza un cambio de figurones en la Rosada sino que necesitan un gran cambio político y social y luchan para conseguirlo?


¿Los seguirá la clase media progresista, que ha vuelto a perder sus esperanzas detrás del extravío arribista de los Chacho Alvarez?


Es necesario que estos luchadores, estos trabajadores y esta clase media asimilen esta experiencia, entiendan lo que ha pasado. Re­petimos. La pequeña burguesía es incapaz de ejercer un liderazgo independiente y de ofrecer una alternativa al sistema. Sólo lo puede hacer la clase obrera, para lo cual es necesario romper con esa pequeña burguesía, romper con la burguesía, romper con sus par­tidos y formar un gran partido de trabajado­res.


Los De la Rúa y los Alfonsín no las tienen, sin embargo, todas consigo. Los dos millones de votantes del domingo pasado marcan más un techo que un piso. El voto de los no afiliados fue el mínimo esperado, la interna no arrastró a la población. Gran parte de los que votaron por Fernández Meijide no votarán en el ‘99 a De la Rúa. De la victoria del bi-partidismo y la quie­bra de las ilusiones ‘progres’ podemos pasar al triunfo de Duhalde con un Senado menemista. La historia se venga muy fuerte de la política de los macaneadores.


Convocamos a discutir y sacar conclusiones.


Convocamos a las organizaciones populares a romper con el capitalista Duhalde y el capita­lista De la Rúa.


Llamamos a una acción y a una organización histórica independiente de los explotados para poner fin a la miseria.