Políticas

22/10/2009|1105

Ahora se acuerdan de Milagro Sala…

Milagro Sala, jefa de la agrupación Tupac Amaru en Jujuy, atacó al senador radical Gerardo Morales y se hizo conocida, para su mal, en todo el país. Sin embargo, tiene una larga historia de matonaje: su agrupación es una fuerza de choque del kirchnerismo.

Sala pertenece a la comisión directiva nacional de la CTA y recibe en subsidios 124 millones de pesos anuales, que le sirven para ejercer en la provincia un rígido control social sobre una amplia franja de desocupados, en el que no falta nunca el más miserable matonaje.

Ahora, el ataque a una reunión radical en la que estaba Morales, como indica un comunicado del PO de Jujuy, “sacó a la luz pública el accionar de esta banda paraestatal, apañada tanto por el gobierno nacional como por el gobierno jujeño. En más de una oportunidad, el grupo de Sala se dedicó a reprimir a organizaciones populares independientes del gobierno. La función habitual del grupo de Sala, por lo tanto, es acallar la protesta social. En esas circunstancias, las provocaciones de Sala gozaron del puntilloso silencio del radicalismo y de todos los partidos del régimen”.

El grupo de choque de esta dirigente de la CTA fue avalado explícitamente por Cristina Kirchner en abril de este año, cuando la Presidenta viajó a Jujuy y visitó el local de la Tupac Amaru. Además de los subsidios millonarios, Sala maneja decenas de miles de planes de empleo y una cincuentena de cooperativas de vivienda, “que se transformó en otro terreno de maniobras fraudulentas, porque sus dineros no son manejados por cada cooperativa sino por la caja negra de Milagro Sala” (www.po.org.ar).

Hace cuatro meses, una movilización del Polo Obrero y la Corriente del Pueblo fue atacada por la banda paraestatal de Sala con piedras, palos y hasta machetes, con zona liberada por parte de la policía provincial, sin que el radicalismo abriera la boca. Ahora, Morales y compañía hacen un escándalo nacional porque recibieron de “la Mila” unos cuantos huevazos, pero siempre la apañaron cuando reprimió a organizaciones populares.

La UCR es parte de lo que ahora denuncia, porque el radicalismo ha tomado su tajada en la sobrefacturación de la obra pública aprobada en la Legislatura (Acceso Sur, Puente Perales y otras), de la estafa a los obreros del ingenio La Esperanza por los síndicos del PJ y la UCR, y de los presupuestos provinciales sin rendición que se aprueban sin chistar con la anuencia radical.