Políticas

31/7/2008|1048

Al fin, Lozano logró distribuir el ingreso

Proyecto Sur, el ‘partido’ que tiene como máximos representantes a Claudio Lozano y a Pino Solanas, se ha escindido, como consecuencia del giro de Lozano durante el desarrollo del conflicto agrario: de una posición inicial indisimulablemente similar a la del gobierno, Lozano fue virando al compás de una maniobra política que fueron orquestando Buzzi y De Gennaro. Al final, Lozano no solamente votó contra el proyecto de retenciones móviles sino que se convirtió en el articulador que arrimó varios votos del ex ARI al campo opositor el sábado 26 de julio. Una solicitada titulada “Proyecto Sur: así no seguimos”, anuncia la ruptura de varios dirigentes con Proyecto Sur.

En marzo, a sólo dos semanas de dictada la resolución 125, estaba muy lejos del ‘campo’. En una columna en Crítica (27/3) que se titulaba sugestivamente “las retenciones no son el problema”, se hace una defensa clarísima de la política del gobierno. Lozano se manifiesta contundente: “Las retenciones no son el problema. Aun con ellas las utilidades por hectárea crecen, ya que los precios internacionales crecieron más. Menos aún son un problema las retenciones móviles (suben o bajan según se comporten los precios internacionales) y que discriminan en contra de la soja y a favor del maíz y el trigo… las retenciones son necesarias porque permiten captar  la renta diferencial…”. Como se ve, en marzo Lozano defendía las posiciones del gobierno mejor que el oficialismo.

Sin embargo, a medida que el gobierno empezó a decaer en su imagen popular y que el bloque del capital agrario comandado por Miguens y Buzzi empezó a cobrar más fuerza, Lozano empezó a mutar. Una semana después, Lozano entibia su aseveración de que “menos aún (!!) los retenciones móviles son un problema” y llama a “ver más allá del conflicto rural”. El que advirtió el cambio de camiseta en curso fue Jorge Altamira en un artículo que Crítica se negó a publicar.

En esta nueva columna, Lozano volvió a defender las retenciones del gobierno, pero haciendo la salvedad de que no deberían recaer sobre la burguesía rural media, a la que califica de “la única burguesía media que queda con capacidad económica concreta”. A diferencia de la izquierda campestre, que disfrazaba su posición capitalista con el eufemismo de ‘pequeños productores’, Lozano no disimulaba su pretensión de ‘reconstruir’, él también, a la burguesía nacional. En su respuesta a esta posición, Altamira señaló que “en un conflicto social tan agudo, Lozano logra poner un pie en cada lado -un intento de no perder votos en ninguna parte” (columna enviada a Crítica pero no publicada por el diario).

A fuerza de querer ver más allá del conflicto rural, Lozano acabó votando en el Congreso contra las retenciones en función de la defensa de los intereses sojeros. Al hacerlo, incluso contra la versión segmentada que tantas veces había reclamado él mismo, con este paso Lozano fue más allá de una posición ‘agraria’, pues eligió directamente alinearse con la oposición política de los Macri y Carrió, y del peronismo antikirchnerista y del que se comenzaba a abrir del oficialismo.

Para reforzar esta posición todavía más, ‘articuló’ el voto en contra de los senadores fueguinos del ARI, convirtiéndose, aún más que Cobos, en ‘artesano’ de la victoria que premió a los sojeros con alrededor de 3.000 millones de dólares. Claudio (‘distribución de la riqueza’) Lozano hizo honor a este apodo de la manera más inesperada.

Es probable que Lozano desprecie esta radiografía de su política, alegando que ‘peleó’ contra el fraude de los capituladores con las declaraciones juradas, que recién ahora la Oncaa estima en 1.700 millones de dólares, y cuya recuperación compensaría la distribución regresiva del ingreso que votó e hizo votar Lozano. Pero más allá de que se anotó tarde en esta causa (un mes y medio después de las denuncias de Cafiero y Monner Sans) y de que lo hizo simultáneamente con su virage para mejor disimularlo; más allá de esto, esa denuncia contra las exportadoras no la han visto bien sus nuevos amigos del campo y no la verán tampoco bien sus amigos de antes, esto porque va contra la principal consigna de la movida agraria: la defensa del mercado de futuros.

Esta defensa une a exportadores y sojeros, y el mercado de futuros no puede existir sin el fraude de las declaraciones juradas de las exportadoras. La victoria continúa.