Políticas

8/10/2009|1103

Al Fondo

Los cabildeos y reuniones del ministro Boudou con funcionarios del FMI han tenido el final anunciado: el gobierno aceptó someterse a la auditoría de sus cuentas públicas por parte del Fondo. Las “duras negociaciones” de las últimas semanas nunca pusieron en duda este final. En todo caso, lo que los Kirchner buscaron salvar fueron las apariencias. Querían que los auditores imperialistas presenten un informe con “bajo perfil”, con un diagnóstico “técnico” y no “político”. De todos modos, el chileno Izaguirre, representante del Fondo en la región, se encargó de ventilar por anticipado en qué consistirá esa recomendación: pidió un manejo más “severo” y “responsable” de las cuentas del país. Boudou le reprochó la bocineada, pero de inmediato anunció la luz verde para los auditores del Fondo. Para facilitarle la vida a los inspectores, el presupuesto 2010 ya prevé una drástica reducción de los subsidios al transporte y a los combustibles, o sea, nuevos y sostenidos tarifazos.

La venia al Fondo fue acompañada por otro anuncio oficial: la decisión de reconocer a los títulos de deuda que no ingresaron en el “canje” del año 2005 (hold outs). Las “buenas noticias” para el capital financiero desataron, en estos días, una euforia alcista de los bonos de la deuda argentina. La posibilidad de que el país regrese al mercado de crédito está ilusionando a los especuladores internacionales, ya que Argentina ingresaria al mercado voluntario de deuda pagando tasas de interés cuatro o cinco veces superiores a las internacionales. De cara al negocio que se viene, “los inversores apenas preguntan sobre la manipulación de las estadísticas oficiales –que antes tanto los amargaba”, confiesa La Nación (6/10). Lo mismo podría ocurrir con los auditores del Fondo: los negocios del “nuevo endeudamiento” bien valen hacer la vista gorda respecto de las fechorías del IndeK.

El gobierno del “modelo productivo” y el “desendeudamiento” ha entregado la caja del Estado a los jefes del capital financiero.