Scioli intenta frenar la violencia en el fútbol, que en este medio año ¡ya se llevó ocho vidas!; demuestra la ineficacia del invento Coprosede y trata de sanar las heridas políticas que le provoca la "inseguridad" en el fútbol.
La interna sciolismo-kirchnerismo se está empezando a disputar a los barones del conurbano. Othacehé tiene una tramposa habilidad para nunca quedar en offside: suele no posicionarse ni de un lado, ni del otro. En las unidades básicas donde decía: "Cristina-Scioli-Othacehé" agregaron, con otra letra,: "Mariotto". Scioli, con la designación de Morales, no hace más que elegir diferentes carnadas para su anzuelo, alguna picará.
Morales tiene en su curriculum ser abogado, hijo de un ex concejal, director del programa de capacitación y formación de la Policía provincial y último jefe del Consejo de Seguridad Distrital -cargo que ocupó Osvaldo Seisdedos en 2008, policía exonerado por Solá y por Arslanián, denunciado por apremios ilegales por su colaboración en la dictadura militar. Para solucionar la "seguridad" en el fútbol, Morales tendrá que perseguir a los barrabravas, que generan la violencia y los negociados, que tienen un carácter mercenario, que se organizan como patotas para fines políticos o sindicales, como en el caso de Mariano Ferreyra. El grave problema es que Morales convive con -y avala desde hace años- esos métodos othacehistas en Merlo.