Políticas

14/7/2011|1185

“Ampliemos el campo histórico de nuestra acción política”

Discurso de Jorge Altamira en el acto de lanzamiento de la campaña del Frente de Izquierda en la provincia de Buenos Aires.

Compañeras y compañeros: tres meses después, prácticamente, de la formación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores siento la necesidad, no sólo de saludarlos desde esta tribuna, sino de estrecharlos en un gran abrazo porque estamos haciendo una campaña política sin precedentes, jóvenes y no tan jóvenes, mujeres, hombres, a lo largo y a lo ancho del país, por la causa más extraordinaria que se puede plantear un ser humano, que es la causa del socialismo.

Permítanme que comience este cierre del acto formulando una pregunta: ¿Por qué hemos formado el Frente de Izquierda? ¿Al servicio de qué queremos este Frente de Izquierda? ¿Qué función cumple el Frente de Izquierda?

A la altura de nuestro horizonte histórico

El objetivo fundamental de un frente de izquierda es que estamos buscando por todos los medios ampliar el alcance de la propaganda y de la agitación de la izquierda revolucionaria en el seno de las masas. Éste es el objetivo fundamental, porque la ampliación del terreno de actuación de la izquierda revolucionaria significa el contacto con sectores de masas, que al ser más amplio, son los más explotados y oprimidos por la clase capitalista; es el que nos acerca al horizonte de la revolución social. No hay revolución social sin la intervención excepcional de las grandes masas que hoy se muerden los labios, aguantan y sufren, muchas veces sin saber cómo reaccionar ante los atropellos cotidianos.

Con este Frente de Izquierda hemos, en primer lugar, logrado establecer una delimitación gruesa, clara, nítida con la clase capitalista.

Hemos logrado colocar estas elecciones como una batalla de la izquierda revolucionaria de este país, de sus cuadros, de sus organizaciones, contra los partidos capitalistas, y eso nos ayuda cuando nos dirigimos a las masas a establecer el carácter de clase de nuestra campaña.

¿Por qué estamos unidos, la izquierda? Porque somos la representación política de los intereses históricos de la clase obrera, y los que luchamos cotidianamente en defensa de sus intereses. Eso le decimos a las masas. Por eso estamos juntos.

¿Y contra quién estamos juntos?: contra los partidos de los explotadores, contra los partidos de los capitalistas. Con esto ampliamos el campo de acción de la izquierda revolucionaria. Para tomar el poder político no sólo es necesario ampliar el campo de acción, sino que como consecuencia de que ampliamos ese campo de acción, transformamos a nuestros propios cuadros en hombres y mujeres capaces de dirigir a millones de personas, y no a algunos centenares de cuadros con conciencia, con ilustración, curtidos en la lucha de clase.

Si hablamos de bancarrota del capitalismo, tenemos que saber aprovechar esta bancarrota y saber explotar esta bancarrota, para asegurar el camino de la revolución social, y para poder hacerlo tenemos que ganar a las grandes masas, y por lo menos, desde la óptica del Partido Obrero, el Frente de Izquierda debe servir, debe tener la función, debe ser el instrumento, para ir a las grandes masas, para que nos escuchen por primera vez, para que sus oídos empiecen a adaptarse al lenguaje socialista y para quebrar el lenguaje de los punteros peronistas, que es lo único que han estado escuchando las grandes masas en el último medio siglo.

Maduremos en la propia lucha

Tenemos que tener esto claro en cada actividad cotidiana. Este es el propósito. La consecuencia será un cambio en nuestras propias organizaciones. No un cambio de su orientación revolucionaria, en ese punto va a haber una profundización, sino un cambio en la capacidad de acción, porque organizar las grandes masas es un arte, como la insurrección es un arte, o la agitación es un arte. Hay que entrenarse y aprender y sólo se hace en la práctica.

Pero quiero decir algo más: El Frente de Izquierda no sólo tiene por función ampliar el campo de acción de la izquierda revolucionaria, también revoluciona las condiciones de actuación de las propias masas. No es lo mismo militar en una fábrica un día lunes después que los diarios dicen que la izquierda recibió el 0,8, que militar el lunes en la fábrica con la noticia de que la izquierda, como consecuencia de su Frente, ganó a grandes sectores populares. Los patrones empiezan a temer, no ya sólo la huelga, con la que lidian más o menos cotidianamente; empiezan a sospechar de todo el pueblo que las rodea, empiezan a ver conspiradores en cada ciudadano y cada ciudadana que antes descontaba como parte de esa ‘mayoría silenciosa’ que le da legitimidad al poder burgués.

Nosotros no sólo queremos ganar batallas parciales; el objetivo de una fuerza revolucionaria es convertir a la clase obrera en clase dirigente. Y un obrero se transforma en dirigente cuando gana a las masas de sus compañeros y a las masas de los explotados que no son obreros; que son campesinos, que son pequeños burgueses desclasados, arruinados y oprimidos. Así la clase obrera se convierte en una dirección.

Por eso, tenemos que entrenarnos en la explicación del programa ante la clase obrera.

Por ejemplo, ¿Por qué el 82%? Miren ustedes, cuando yo, como parte del programa que estamos planteando -hablo del 82%- tengo cuidado de que no crean que el Frente de Izquierda es un movimiento de jubilados, que reclama el 82%. Digo entonces que acá hay algo más, que es poner fin a la confiscación de los aportes de los trabajadores que durante 40 años de laburo hicieron a las cajas y ahora no les quieren pagar. Sólo esta confiscación merece tirar abajo al sistema capitalista, que confisca el trabajo ajeno y asusta con que los comunistas los vamos a confiscar a ellos.

También les digo que para que los trabajadores podamos cobrar, como jubilados, el 82%, la Anses tiene que dejar de pagar la deuda externa. Y entonces, concluyo, detrás del planteo del Frente de Izquierda por el 82% está la confiscación de los que confiscan los aportes de los trabajadores y el no pago de la deuda externa. Hago de un reclamo popular, no la reivindicación de los jubilados sino el programa de la expropiación de la clase capitalista por medio de una acción independiente de la clase obrera.

La crisis mundial y la rebelión mundial

Compañeros: hay una gigantesca crisis mundial y en las condiciones concretas de ahora no tiene salida. Para que los capitalistas le encuentren una salida a esta crisis primero se tendrán que producir cambios gigantescos en la propia estructura de poder en la economía capitalista; por el contrario, marcando el paso en el mismo lugar con planes de rescate, esto se agrava cada vez más. Vemos en todos lados movimientos de masas. En la Plaza de la Constitución de Atenas se discutía si democracia real o democracia directa, sólo una minoría dijo poder obrero. ¿Qué discusión es esa de democracia real o directa? Es una discusión vacía de contenido, no nos lleva a ningún lugar. La crisis nos está mostrando que todavía en el mundo no hemos desarrollado una fuerza anticapitalista a la cual las masas le presten oídos, y estas masas navegan, entonces, en sus luchas, en una gran confusión. La crisis es mundial (no importa el estado económico particular de tal o cual nación en esta crisis, porque es imposible que las condiciones económicas de todos los países sean absolutamente iguales); la crisis mundial se manifiesta como tal porque los obreros y los estudiantes de todos los países salen a luchar como consecuencia del estímulo a la lucha que la crisis mundial ha provocado en las masas de Europa y Estados Unidos, y es por eso que los argentinos, los chilenos, los bolivianos, los ecuatorianos, no se andan preguntando cuánta crisis tienen acá para luchar, porque bastante explotación heredaron de Pinochet, por ejemplo, sino lo que dicen es que tenemos que actuar ahora porque las masas del mundo se sublevan, y las masas del mundo se sublevan porque hay una crisis mundial. Todo el mundo está sacudido por esta crisis mundial, sin distinción de fronteras. Este es el núcleo teórico y político que debe animar nuestra comprensión de la crisis.

Lo que está en juego en agosto

Por eso, compañeros, quiero decirles algo: nosotros enfrentamos nuestras propias contradicciones de cara a esta tarea. Hemos logrado que la lista del Frente de Izquierda ingrese en la Legislatura de Neuquén y la izquierda va a ingresar en esa Legislatura por primera vez en la historia. Ha sido una movilización intensísima, nos plantea nuevos desafíos, cómo encaramos ahora una tarea más vasta, porque los obreros, que no daban un mango por nosotros -antes de ahora, desde el punto de vista de ser una fuerza dirigente- van a preguntar cómo se vale la izquierda de esta Legislatura para ir más allá de lo que ya hemos hecho en la lucha, para fijarnos nuevos objetivos; es decir, que si crecemos y nos desarrollamos aparecen este tipo de contradicciones. Por eso declaro abiertamente: es dañino el discurso autorreferencial; estamos convencidos de nuestros planteos, no es la hora de darnos manija a nosotros mismos, es la hora de usar lo que aprendimos para ganar a las masas, es la hora de usar nuestro programa y nuestra conciencia para ir más lejos de nuestras fronteras. Este es el desafío.

Permítanme una reflexión: coincido con todos los compañeros del Frente de Izquierda que opinan que lo del 14 de agosto es proscriptivo. Indudablemente. Es más proscriptivo de lo que nosotros mismos hemos denunciado, porque aunque pasemos la proscripción, podemos no pasarla en La Rioja, podemos no pasarla en San Luis y en una cantidad e provincias. La Lista nacional nuestra de octubre iría mutilada, debido a nuestra ausencia en todas esas provincias. No es sólo una proscripción de la lista nacional, es una proscripción que se puede manifestar en muchas provincias, y muchos no nos van a votar al ver en esas provincias la fórmula presidencial sin acompañamiento de diputados. El gobierno hace eso porque tiene lista completa, tiene los aparatos, tiene la plata, se presenta en todas las provincias (…). Entonces, está claro que es proscriptivo, pero mirémoslo desde otro ángulo: los tipos dicen ‘hay que sacar a la izquierda revolucionaria del escenario político’. No sacarla (solamente) de las elecciones de octubre (…) sacarnos políticamente. Si no sacamos el 1,5, al otro día dicen ‘son unos marginales, la izquierda revolucionaria”. Quiere dirigir a las masas pero no tienen el 1,5′. Entonces, tomemos el desafío. Lo que está en juego es la pelea de si la izquierda revolucionaria es un factor decisivo (potencial) o no de la situación política. Tenemos que reventarlos, porque el 2 por ciento no es la revolución social, pero será paliza (a esta tentativa de) los explotadores (…). Nos tenemos que dedicar con alma y vida a pasar esa barrera del 14 de agosto: juntar, pelear y hacer todo.

Hoy me hizo una entrevista el diario “Diagonales”, un kirchnerista declarado pero progresista, con ideas avanzadas, y le dije que “nada de lo que yo te diga va a hacer que no votes por Cristina, pero decime la verdad, entre Julián Domínguez y Néstor Pitrola, entre Scioli y José Montes, vos no vas a votar a Scioli, no vas a votar a Julián Domínguez”. Me bajó los ojos y me dijo: ‘La verdad es que me costaría mucho’. Meter una cuña, pelear cada posición, (desarrollar) las contradicciones que tiene nuestra gente, que tienen los trabajadores en todos lados.

Partido sí; autoreferenciales, no

Por qué negar aquí, en esta tribuna, que estuvimos con Christian en telefónicos, y los compañeros activistas y delegados nos decían “la dificultad que tenemos que la gente, en Foetra, va a votar a Kirchner. En la pelea, nos preguntaron, qué argumentos damos, cómo intervenimos”. Tenemos que juntar fuerzas compañeros, estar unidos en un frente de izquierda, porque les digo una sola cosa: todos los partidos que integramos un Frente de Izquierda, todos, queremos construir un partido revolucionario. ¡Qué bueno! Imagínense que alguno de nosotros no lo quisiera, estaríamos haciendo un frente de varios partidos, pero con uno o dos que no quieren un partido revolucionario. Nosotros tenemos una ventaja: en ese punto no tenemos divergencia. Pero eso no lo revuelve un discurso autorreferencial. Si queremos hacer un partido revolucionario es muy sencillo: militemos en común en esta experiencia, foguéemonos en común en esta lucha y organicemos un debate entre nosotros, en su debido momento, con boletines internos, posiciones políticas y programas, y así construimos un partido revolucionario. Es lo más probable, por lo menos vamos a clarificar, pero esto es una cosa y el discurso autorreferencial es otra cosa: porque el discurso autorreferencial no produce nada, y un debate organizado va a producir la mejor vanguardia revolucionaria que haya tenido América Latina en los doscientos años de su vida independiente.

Gracias, compañeros.