Políticas

29/6/2006|952

Aniversario de la masacre de Avellaneda

El puente, siempre piquetero

El piquete de cinco horas sobre el Puente Pueyrredón fue una formidable acción de lucha. Derrotamos un operativo conjunto que “emuló” al de la masacre y que pretendía hacer cumplir la orden de Aníbal Fernández: “el puente no se corta más”.


 


20.000 personas se sobrepusieron al barro de dos días de lluvia en el Gran Buenos Aires. Se congregó todo el movimiento piquetero contra el gobierno, aislando a los borocotizados.


 


Fue un acierto cortar parte del Puente a las 4 de la tarde del día anterior, por sorpresa, bajo una lluvia y un frío imposibles, y hacer un aguante hasta el otro día, sobre la ruta. La acción la concretaron el MTD Aníbal Verón y el Polo Obrero. El Polo participó con LuchArte de toda la jornada cultural del domingo 25, contribuyendo a la jornada de lucha y a romper el cerrojo de prensa en los días previos al 26. En lugar de quedarnos en la estación el 25 y el 26, conquistamos el Puente.


 


Fracasó una convocatoria de los organismos oficialistas de derechos humanos. El MTD Evita, centro de esa convocatoria, no existía el 26 de junio de 2002: lo creó Solá con su jefe de gabinete Emilio Pérsico, que jamás cortó una ruta.


 


El gobierno tuvo otro 24 de Marzo en su contra; otro acto masivo y combativo por derechos humanos en cuya violación figura como encubridor. Estuvieron los piqueteros, el sindicalismo combativo, la Fuba, la Articulación de Cromañón y las organizaciones de derechos humanos que elaboraron junto a la izquierda y el movimiento piquetero el famoso documento del 24 de Marzo que tanta polvareda levantó en la Plaza de Mayo.


 


El documento de este cuarto aniversario se ubicó en la misma línea de aquél. Caracteriza a la masacre de Avellaneda como una operación de Estado, el mismo Estado de capitalistas y agentes del FMI que garantiza la impunidad y alberga en sus filas a varios de los más encumbrados responsables de la masacre.


 


No hay antecedentes de una batalla de cuatro años, de esta magnitud, para llevar tras las rejas a los responsables de un asesinato de militantes populares de las decenas que tuvimos desde la dictadura. Tras arrancar las perpetuas para Fanchiotti y Acosta, no pasamos a la conmemoración sino que seguimos el combate contra el régimen que, mientras despotrica contra el FMI, se esfuerza por cumplir con el mandato de éste: “limpiar las calles de piqueteros”.


 


El gobierno Kirchner no ha podido terminar con el movimiento piquetero que volteó a Duhalde, a pesar de los recursos de intimidación y corrupción que ha desplegado.


 


Ni el gobierno, ni los diputados de la CTA, el ARI, el kirchnerismo, o Marta Maffei estuvieron movilizados con los piqueteros, ni ahora ni nunca.


 


Emblemáticamente, pocas horas después de la actividad en el Puente caían presos en Córdoba 23 piqueteros apoyando la lucha de los tercerizados de la empresa Cargo-Renault, entre ellos el dirigente del Polo y del Partido Obrero cordobés Eduardo Salas. Está claro de qué lado están los trabajadores que luchan y de qué lado está el gobierno.


 


Este Puente refuerza la lucha de los familiares en la Justicia federal contra once funcionarios políticos responsables de la masacre; para lograr la condena del sargento Leiva, acusado de múltiples intentos de homicidio sobre la avenida Mitre aquel 26; la apelación para levantar la condena sobre el manifestante Hernán Gurián.


 


Esta vuelta de los piqueteros reforzó el derecho de los que luchan. De los campesinos aborígenes del Chaco que acampan en Resistencia, de los vecinos de Gualeguaychú que vuelven a la calle, de los hospitales que salen por su salario, y de conjunto, a todos los que tienen que apelar al piquete y enfrentar la represión.


 


Para el movimiento piquetero queda otra lección, la de todo lo que podemos hacer unidos, organizando a los más explotados, en cada provincia, en cada distrito, por todas sus reivindicaciones.