Políticas

23/7/2003|810

Apretada del imperialista Bush

George W. Bush citó a Néstor Kirchner para el miércoles 23 de julio en Washington “para evitar a toda costa – dice la corresponsal de Clarín en Washington (18/7) – , que la Argentina caiga nuevamente en default”. Esta apreciación, que denuncia que la “invitación” de Bush no es otra cosa que una “apretada” vehiculizada por medio de una citación compulsiva, desmiente por completo que se trataría de un “reconocimiento” norteamericano a la “exitosa” gira europea del Presidente.


El viaje de Kirchner por Europa dejó en claro la amplitud de la “cesación de pagos” de Argentina, y que no le alcanza siquiera una quita de intereses del 70 ó 80% para salir del “default”. Por eso, todos los diarios coinciden en que después de escuchar a Kirchner, Tony Blair le sugirió a Bush que adelantara la invitación que estaba prevista para octubre porque, si no mediaba una rápida intervención, para esa fecha la Argentina estaría en un “segundo default”. Atento a esto, La Nación calificó el adelantamiento del viaje de Kirchner como “un llamado de atención” o “una citación bajo apercibimiento”.


El “segundo default” no surge sólo de la elevada carga financiera de la deuda sino también de la recaída de la actividad económica. Por tercer mes consecutivo ha habido una baja de la producción industrial, que marca el agotamiento del limitado repunte económico que se produjo como resultado de la devaluación. Nada menos que el “lavagnista” Javier González Fraga, ahora sostiene que “ya no se puede disimular (¿se referirá a sus pronósticos?) la evidencia de un debilitamiento de las fuerzas que impulsaron la economía en el último año… El modelo basado en un tipo de cambio muy devaluado como en el 2002, generando exportaciones y sustituciones de importaciones, está perdiendo impulso “( La Nación, 20/7).


Con todo, este agotamiento devaluatorio – agravado por la recesión brasileña y por la crisis internacional – (“El mundo está quedándose sin locomotoras de crecimiento económico, ante el debilitamiento de la economía americana y europea, que se suman al estancamiento de la japonesa desde hace bastante años”, dice González Fraga) – no es lo más importante. Tampoco hay crédito nuevo y “el 44% de los créditos otorgados al sector privado están en mora” (Clarín, 16/7). No hay inversiones, no hay incremento del consumo… y “la indefinición en la negociación de la deuda externa agrava esta situación ya que las empresas más grandes tampoco tienen posibilidades de recurrir al crédito externo, ni siquiera de sus casas matrices” (G. Fraga, La Nación, ídem).


Aún así, anticipándose a la negociación con el Fondo, Lavagna y Tomada anunciaron un aumento del salario y las jubilaciones mínimas que en realidad es un mero ajuste fiscal del orden de los 1.500/2.000 millones de pesos anuales, como explicamos en el anterior número de Prensa Obrera (“Un ‘aumento’ de salarios que beneficia a los bancos, las Afjp y al FMI”). Esto es, en lugar de alentar el consumo, el “ajuste” lo retrae, por la resistencia patronal a pagar esos costos, porque beneficia a los bancos, Afjp y acreedores del exterior, esto al incrementar las deudas hipotecarias y los aportes jubilatorios a los Fondos de Pensiones y al subir el superávit fiscal con el que se paga la deuda externa. De inmediato la Unión Industrial denunció al gobierno el cambio en la “metodología” salarial y no haberlos consultado antes de tomar esas medidas.


Ese “ajuste fiscal” disfrazado de aumento de salarios abrió una crisis política, debido a que perjudica a una parte de la clase media kirchnerista.


Lavagna, sin embargo, se inclina por cerrar el acuerdo con el Fondo, accediendo de antemano a las compensaciones a los bancos, la suba de tarifas y el mantenimiento del CVS. “Los distintos matices frente a la negociación con el FMI alentaron algunas versiones sobre el futuro de Roberto Lavagna”, a tal punto que el jefe de la misión del FMI le habría preguntado si dejaba el cargo y pasaba a la Cancillería (Clarín, 18/7).


Con todo, la negociación de la deuda es, por sobre todo, un asunto político. La citación a Kirchner forma parte de una operación de rescate en los términos del imperialismo mundial. El imperialismo quiere el alineamiento comercial, diplomático y militar de la Argentina. Según Clarín (20/7), Kirchner dijo que “en varios sentidos luchamos por lo mismo: terminar con la corrupción que nos ha devorado muchos años, el narcotráfico y el terrorismo. Esos son los ejes principales de la entrevista con el presidente Bush. Ojalá que el Presidente también nos apoye para alcanzar los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional”.


Así está expresado el toma y daca de la estrategia “nacional y popular” del kirchnerismo: plazos más laxos para el pago de la deuda (algo que de todos modos es inevitable) a cambio del alineamiento al frente “antiterrorista” mundial de Bush, Blair y Aznar. Claro que un alargamiento de los plazos para el pago de la deuda – algo que desvela a la Cta y al centroizquierda – simplemente condena a la Argentina por generaciones y generaciones.


Esa operación de rescate implicaría el fin del período de gracia del kirchnerismo y sus veleidades mediáticas. La clave de la “operación rescate” del imperialismo es un cambio de gabinete, algo que el kirchnerismo está dispuesto a canjear como parte de un acuerdo con el FMI.


El kirchnerismo es una tentativa nacionalista que tiene un alcance inferior al que procuró representar el frepasismo, ya que debe operar en condiciones de una crisis capitalista internacional muy superior. Si firma el pacto de Washington, en apenas unos meses será una “hoja al viento”.


Mientras, por otro lado, las necesidades de las masas trabajadores son imperiosas, el kirchnerismo mantiene el congelamiento indefinido de los sueldos de los estatales, de los 150 pesos de los planes Jefes y Jefas, las “compensaciones” a los bancos, la prórroga de las concesiones a las privatizadas e incluso una suba “moderada” de las tarifas y el pago de la deuda.